La
diferencia está en trabajar para una pequeña casa discográfica
asturiana y hacerlo para una multinacional. Hevia se lo curró y
merece todo el éxito que ha cosechado en este año. Les deseo
lo mismo para los del grupo. La estrella del concierto fue La trova
del mineru. Como era de esperar. Quirós
está más eléctrico que nuca. Teme no llegar con la
copia terminada al Festival de Valladolid. Temores seguramente infundados.
Pero lo escucho y parece que el fin del mundo está próximo.
Me comenta que La trova del mineru es el hilo conductor de la película,
al ser la canción con la que se inicia y concluye la película,
además de sonar por el medio. Tengo ganas de ver la película
y escucharla dentro de ella. Ya queda menos de una semana. He
pedido unas cuantas invitaciones para asistir a su presentación
en Valladolid. De aquí vamos unos cuantos: Rosa Trapiello, Miguel
de Campo, Oona y Buster, además de Jorge Rivero. También
se apuntan Michael Lee Wolfe y Mónica, su mujer, y Alberto Varillas
y Leticia, la suya. Nosotros vamos Ana, Sara y yo. La fiesta está
servida. Un
único problema de última hora: ¿qué cara ponemos
si la película no nos gusta? ¿Cómo decírselo a Quirós?
En el fondo creo que pensamos que no va a ocurrir nada de eso. Pienso
también que mi opinión no va a servir gran cosa. Podré
saber si me ha gustado o no. Pero, poco más. Una
noticia positiva: Juan Carlos Cuello la ha visto y le ha encantado. Es
la primera opinión que tengo sobre ella de alguien no totalmente
involucrado. Una razón de más a su favor: en la mesa de
montaje se ha quedado buena parte de la banda musical por él compuesta.
Con todo, su comentario es muy positivo. Ahora,
más que nunca, tengo ganas de verla.
Viernes
22 de octubre.
Todo
preparado para mañana. La expedición a punto. Nos vamos
a ver unos cuantos en Valladolid. Aquello va a ser una fiesta. La euforia
nos desborda. Tenemos motivos para ello. Nuevos y buenos comentarios.
Martín Cabañas, el escéptico director de producción,
me ha dejado de piedra: "¡nos ha salido redonda!" No me lo puedo creer.
No me parece una persona a quien le ciegue la pasión. De cualquier
modo, me encanta oírselo. Especialmente a él. No creo que
tenga un duro apostado a que esto funcionase. Y ahora lo expresa claramente:
no dice "ha salido redonda", si no "nos ha salido redonda". Los romanos
tenían razón: hasta al carro de César Bruto se ha
subido. Pedro
Costa es más directo y más temperamental: "¡Vamos a arrasar
en Valladolid!" Ya no sé que creer. Quirós es un manojo
de nervios. Pretende no creerse nada. Pretende estar tranquilo. Pretende
olvidarse de alguna manera de que mañana es el gran día.
Normal, no lo consigue. Me
llaman de La Nueva España. Van a cubrir el Festival un periodista
y un fotógrafo. Perfecto. Asistirán al pase de la prensa
por la mañana. Tendré entonces noticias de primera mano
bastante fiables. Nosotros no llegaremos para ese pase. Madrugar sienta
mal en un sábado que se presupone largo.
Sábado
23 de octubre.
Cinco minutos de aplausos. Cinco minutos completos. Son muchos minutos.
Me duelen todavía las manos. No podía creérmelo.
Ahora mismo -que sigue sin querer creérselo Quirós-, ya
es evidente. Éxito total. Cinco minutos son muchos minutos como
para ser sólo de compromiso. Los comentarios a la salida no dejan
lugar a la duda. Intento
analizarlo fríamente. La película me gustó. Es realmente
entretenida. Me he reído. Me ha emocionado. Y he visto y comprobado
que no he sido yo solo al que me ha pasado esto. Resines es un minero
creíble. Adriana está adorable. Nicolás, magnífico.
Cuando arrancó a sonar La trova del mineru creí que
me daba otra taquicardia. Cuando vi a Sara y a Abel, como hijos de Jesús
Manquiña y de Mercedes Castro, tuve que agarrarme a Ana. O Ana
agarrarse a mí, que es lo mismo. Un
comentario adicional. La dedicatoria de la película, al final ha
quedado espléndida: A los mineros que quedaron en el camino. Hace
tiempo hablamos de ella: sirve para unir el trabajo en Solas en la
tierra con éste. La
mañana ya resultó un continuo sobresalto. El fotógrafo
de La Nueva España se estrelló cuando venía de Langreo
a Mieres. Fue bastante duro el golpe y él se encuentra en el hospital.
Esperan que no sea grave. Sobre la marcha resolvieron enviar a otro fotógrafo.
Cuando hablo con ellos están en la rueda de prensa posterior a
la proyección. Me dejo llevar por su entusiamo. "Cuando la proyecten
en Mieres el Cine Esperanza se rompe", me dicen. Entiendo que en su vehemencia
hay bastante de verdad. Escucho de fondo a través del teléfono
del fotógrafo los comentarios de Quirós. Su voz suena serena.
Todo la prensa está haciendo preguntas. A
la puerta del Cine la expectación es enorme. Cuando entramos ya
no cave un alma. Sale la plana mayor a presentar la película. Quirós
lo hace en último lugar y lleva de la mano a Nicolás. Se
gana al público con el gesto y con el aire de timidez que imprime
a su intervención. Luego,
la película. Me niego a hacer más comentarios apresurados.
Me dejo llevar por la risa de mis compañeros de asiento: tres jóvenes
vallisoletanos que se lo pasan como los indios desde el principio hasta
el final. Uno mis aplausos a los suyos y compruebo que, con el paso de
los minutos, los suyos no decaen. El éxito les sonríe. Ya
no hay duda. De
fiesta hasta las tantas. Pedro Costa está como un crío.
Todo son abrazos, saludos, besos. Enrique Cerezo está con él
y se le ve contento desde su natural pose distante. Los miembros presentes
del equipo técnico se felicitan mutuamente. La película
es de todos. Quirós se agarra a Nicolás como quien se ata
a un mástil para no dejarse arrastrar por los cantos de las sirenas.
Alicia Luna tiene una sonrisa impagable en el rostro. Llueven las felicitaciones.
La
resaca de los buenos momentos pasados me dura hasta estas horas en que
apenas falta nada para amanecer. Hace apenas una hora, en un café
concierto, todavía tuvimos tiempo para hacer una versión
coral de La trova del mineru como despedida. Michael y Varillas
llevaron la voz cantante. Celebraban su grano de arena al éxito
general de la película. Todo el mundo les dijo que su música
sonó magnífica. Me
apodera el sueño. No sé si me dejarán dormir el eco
de los aplausos resonándome en la cabeza. Lo comenté con
Miguel de Campo: nos quedamos sin saber que cara hubiésemos puesto
si la película no nos hubiese gustado. Lo prefiero así.
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