Jueves 23 de enero.

Me entero por la prensa que se proyecta Solas en la tierra en Madrid, en el veinte aniversario de los cines Alphaville.

Domingo 26 de enero

Hablo con Quirós en relación al
artículo que hoy sale en La Voz de Asturias, firmado por Marta Barbón, con las caras de las viudas y breves comentarios, bajo el título La otra cara de la tragedia. Algunas de las frases resaltadas son impresionantes. Las de Emilia: "Si Dios existe, el día de la tragedia de mi marido estaría durmiendo porque no se acordó de él". Las de Sagrario: "Si creyera en Dios, muchas cosas muy feas tendría que pensar de Él. Prefiero no creer". Las de Amelia: "A pesar de todo considero que soy creyente, sino no merecería la pena vivir". Diferentes perspectivas para hablar del mismo tema. La voz más joven, la de Josefina: "Fui a arreglar los papeles al pozo. Me dio alegría ver a los mineros salir. Y pena porque el que tenía que salir no salió". Para Quirós cada uno de estos comentarios tiene una historia y una cara detrás. Me habla de algunas de ellas, a partir principalmente de las entrevistas que llevó a cabo en el mes de abril del 96. Con Claudia, que también aparece en el artículo de Marta Barbón, reflexiona sobre esas cosas en las que no se repara, que se piensan de pasada y que pueden llegar a tener un carácter premonitorio: "Era una mujer feliz al lado de mi marido. El 1 de noviembre, día de los difuntos, no tenía que ir al cementerio por nadir. Pensé, ¡qué suerte tengo! Tres días después falleció mi marido en un accidente en la mina". Gloria dice en el artículo: "Nunca supe el significado que tenía la palabra viuda, me parecía normal. Ahora tiene un significado tan diferente". Comenta Quirós que con Gloria aprendió a ser más sensible en determinadas situaciones. Procuró que sus entrevistas no coincidieran con el cumpleaños de su marido, con el aniversario de boda, ni con el día del nacimiento de Andrés. Gloria no asistió al sepelio ni al cementerio cuando falleció su marido. Decía: "Quiero recordarlo con vida". Quirós piensa que es algo que todavía lleva a cuestas. De Elena me resalta otro comentario premonitorio, el de un amigo de la familia que una semana antes del accidente le dice: "No vas a tardar mucho tiempo en quedarte viuda". De Rosa le impresiona la crueldad de su historia y su incapacidad para hablar de ella después de tanto tiempo. Su marido fue minero durante reinta y tantos años y nunca tuvo ningún accidente de consideración. Un 22 de diciembre perdió a su hijo en el Pozu Mosquitera y a su marido que acudió a rescatarlo. De Clarisa le llama la atención a Quirós su obsesión en fijarse en las parejas que entran en los supermercados para hacer las compras juntos. Él miraba estas situaciones de compra por parejas con cierta ironía. Algo que te queda asentado en la memoria de la infancia, cuando en la cuenca no había cosa peor vista que un "paisanu" con una bolsa de la compra en la mano. Pilar declara en el artículo: "Algunas estamos mal miradas porque vamos a un bar y tomamos un café". Pilar se queda viuda sin haber cumplido los treinta años. Su marido era uno de los catorce de Nicolasa. Pilar, me cuenta Quirós, tenía ganas de saludar personalmente al Príncipe, cuando éste asistió al sepelio. Su marido había trabajado una temporada como guardia de escolta de la familia real y había llegado a conocerlo. Me comenta Quirós que José Antonio Díaz Espada, productor de A tiro limpio, le comentó tras ver el documental que se metiese de lleno a preparar una película de tema minero: "Ahí tienes un filón". Claro. Queda explotarlo.
Domingo 2 de febrero.

Comemos en el Resturante Panizales de Morcín. Cocina la madre de José Antonio Quirós. Nabos. Cualquiera dice que no me gustan nada. Rectifico. Me gustaron. A Ana también. Continuará sin ser mi plato preferido, pero no tiene nada que ver con aquel que comimos una
vez en Sotrondio. Hablamos del proyecto de película que tiene en la cabeza. Insiste con el tema minero. Su título provisional es La gran caminata. En el primer borrador, escrito con Dionisio Pérez Galindo, el protagonista era un camionero. Además de su mujer, la familia está compuesta por dos críos. Todos juntos se van camino de Madrid reivindicando un empleo. En el proyecto actual de La gran caminata, el protagonista es un minero. El título me suena a La larga marcha de Mao-Tse-Tung. A película tipo Novecento. Se lo digo. No está de acuerdo. Pretende una visión irónica, en línea con un montón de películas italianas de hace tiempo que me cita y de otro puñado de películas recientes inglesas e irlandesas. Volvemos a hablar del tema del documental. Aún no está aprobado el expediente de adquisición de los derechos. No podemos poner una fecha de proyección. Calculamos que puede ser un buen momento en marzo. Se cumple más de un año con la historia de Solas en la tierra a cuestas. Me sorprendo de la gente común que tenemos y de los pasos que ha tenido que ir dando para poder llevar a cabo todas las partes del rodaje. Debería contarlo. En este sentido, nadie debe de ser más especialista en ponerse zancadillas que los asturianos entre sí. Si Quirós fuera catalán perderían el culo detrás de su proyecto. Ni que decir si fuera francés o americano. Ni un sólo Ayuntamiento le ha contestado a su propuesta de apoyo. En todos los de Las Cuencas comentó su proyecto. Ni la más mínima muestra de entenderlo siquiera. El caso más sangrante le pasó en la Mancomunidad del Valle del Nalón donde un concejal se atrevió a darle la siguiente respuesta: "Es absurdo pedir apoyo para un proyecto sobre las viudas de los mineros, es un tema que no interesa a nadie". Idéntica falta de apoyo a la mostrada por el gobierno del Principado de Asturies y por la empresa Hunosa. Como es natural. Después de un largo rosario de idas y vueltas se encuentra con Luis García, graduado social. Lo conozco desde hace muchos años. Lo veo sobre todo entrenando. Participa en pruebas de atletismo. Después de una larga conversación con él y explicarle las razones del interés del documental, le facilita el contacto con un buen número de viudas. Más adelante le irá facilitando diversa documentación necesaria para el proyecto. Tiene igualmente muy buen recuerdo de su conversación con Montserrat Garnacho y Xuan Cándano. De la primera sigue con la frustación de no haber conseguido su libro Hombres y carbón. Con Xuan me imagino estar viéndolos. Son del mismo género de personas. Entiendo que hable de él maravillas. El esquinazo continuo también lo llevó durante mucho tiempo por parte de las diversas Asociaciones de Viudas. Sólo la Confederación Nacional de Viudas, con sede en Madrid, ve con buenos ojos su proyecto. Con las de Asturies sufrió un largo calvario de plantón en plantón. La primera reunión con un grupo de unas diez viudas lo tuvo en Oviedo. En un cuarto de tres metros cuadrados sufrió su interrogatorio sistemático. Tiene un recuerdo frustrante de él. Le discutieron todos los puntos de vista del proyecto, entre infinidad de preguntas colgadas y la no disposición a ponerse ante las cámaras. De todas las presentes, sólo Nelly, meses más tarde, accedería. También era de las viudas del accidente de Nicolasa. Le comentó que había accedido a participar en el documental gracias a la experiencia de aquel día durante el interrogatorio. Lo vio solo, desamparado ante una avalancha de dolor y odio. Entendió lo que pretendía y participó. Le pregunto por Geno Cuesta y me cuenta la historia completa de su hallazgo. A principios del año pasado se había puesto en contacto con VTR, una productora de vídeo de Oviedo para contar con sus medios técnicos. Más adelante le comentan que no están interesados en el proyecto. Se pone entonces en contacto con Geno. Se descubren mutuamente como antiguos compañeros del colegio de los dominicos de Oviedo. Y salta el concepto de solidaridad del pupitre. Desde entonces inseparables. Geno se convierte desde la primera conversación en el operador y director de fotografía del documental. La empresa Blaster, que dirige Geno, puso las cámaras y demás. Las imágenes de archivo que Quirós descubre en Blaster van más allá del documental para devolver el hilo de la conversación al proyecto de película. Hablamos de un tirón de encierros, manifestaciones, huelgas, la Navidad del 92, accidentes, movilizaciones generales, marchas... Me entero que el día que se puso en contacto conmigo estuvo en Madrid con el también mierense Víctor Manuel y el escritor José Luis Martín Vigil. Dos días después se citó con Eduardo Abellán, ex presidente de Hunosa. Recordamos, a través de Ana, que participó en el equipo de salvamento del accidente de La Rabaldana, que Abellán fue el primer presidente de la empresa que se acercó a pie de pozo a tener noticias de un rescate. Recuerdo la impresionante imagen de aquella noche. Ana en el interior de la mina. Abellán paseándose por el exterior del embarque con su gabardina blanca. Hubo momentos en que pensé que aquella gabardina, sino la persona entera, iban aquella noche caña abajo. La tensión se palpaba, pero creo que en todo momento se valoró positivamente que había sido el único "con cojones suficientes" -me dijo Joaquín Uría, ex alcalde de Morcín-, para acercarse hasta allí. Después de cuatro horas de conversación me quedo con unas palabras de su madre. Mira con ojos de satisfacción a su hijo, no exenta de cierto excepticismo. No termina de creerse las noticias de estos días en la prensa hablando bien del documental. Me dice que es un trabajador. Muy constante. Pero, sigue viéndolo muy joven y algo perdido en la vorágine de Madrid. A mi me ve, sino más mayor, si por lo menos con más pinta de "paisanu" al que se le puede hacer una confidencia: "¿Cómo lo ves? ¿Seremos capaces de hacer algo de él?" Me encanta. Me parecía por un segundo estar escuchando a mi propia madre. Bienaventurados los que siguen teniendo la suerte de tenerla presente. Le cuento la anécdota del concierto de Víctor Manuel en la fiesta de Los Mártires. El público rugiendo. Como veinte mil. Víctor nervioso y dispuesto en la rampa de salida. Su madre unos pasos más atrás: "¡Vitorín, ponte una chaqueta, que tú ya no te acuerdas de la humedad de estos "praos"!". Eso es una madre.

Lunes 24 de febrero.

Entrevista de Dolores Conquero a José Antonio Quirós en El País. Pequeña, pero interesante. El titular es una mierda: "En Madrid cada vez es más fácil ser testigo de una muerte". La realidad es otra y se descubre leyendo la letra pequeña. Pregunta: "¿Y qué diferencia a éstas de otras viudas?" Respuesta: "Están muy supeditadas al azar y conviven con la tensión, pero lo que más las condiciona es que sufren una muerte que no se ve. En Madrid, por ejemplo, cada vez es más fácil ser testigo de una muerte; en la mina eso no sucede nunca". Hablo con Quirós sobre el artículo. También sobre la muerte. No estoy muy de acuerdo con su opinión en el artículo. La muerte, en el presente, queda relegada a los tanatorios y a las salas de duelos de los hospitales. Acaba siendo algo ajeno a nosotros. En cambio, en los pueblos, la muerte sigue perteneciendo al ámbito de lo cotidiano. La muerte sucede en casa. En su propia casa y en su propia cama, se vela al difunto. En relación con la mina, la muerte es un fenómeno distante, por el lugar y la leyenda que envuelve el punto donde muere el minero. Pero el propio hecho de la muerte está completamente asumido, ya no sólo por los compañeros, sino también por la familia. En verdad es algo que nunca va a suceder. Que nunca tiene porqué suceder. Por lo que, cuando ocurre, se interpreta con el fatalismo de las tragedias griegas. Como sigo trabajando en la antología de Laudelino León, le hablo de uno de sus poemas. En él se refleja bastante bien este concepto del distanciamiento con respecto a la muerte en la mina. Tan teñido de fatalidad.
Vilu dir per la mañana
llosa 'baxo pa la mina,
más frescu qu'una manzana
de ruxina.
Vilu montar 'nun vagón
con la pica y el candil
y entrar per el socavón
del "Cantil".
Vilu llegar a la guía
y subir pe'l coladeru,
y facer en aquel día
de rampleru.
Vilu abondo trabayar
sobre'l rellenu y 'nel tayu
y tamién vilu baxar
como'l glayu
que matara un perdigón...
'Na sobreguía, regüeltu
con costeros y carbón,
¡vilu muertu!
Lo vi irse por la mañana
huerto abajo para la mina,
más fresco que una manzana
parduzca.
Lo vi montarse en un vagón
con el pico y el candil
y entrar por el socavón
del "Cantil".
Lo vi llegar a la galería de la veta
y subir por la propia veta,
y hacer aquel día
de ayudante de picador.
Lo vi trabajar mucho
sobre el escombro y en el tajo,
y también lo vi bajar
como la corneja
que mató un perdigón.
En el primer tajo, revuelto
entre rocas y carbón,
¡lo vi muerto!

Viernes 14 de marzo
.

La Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Mieres ha aprobado la adquisición de los derechos de emisión en Mieres del documental Solas en la tierra. Como no se pretende hacer una única vez, se pide poder contar con una copia en vídeo para poder mostrar en cuantos actos y lugares del municipio se precise. Asimismo, para contar con un testimonio de este valor como parte de los fondos municipales. Acuerdo con José Antonio Quirós, a quien se lo comunico oficialmente, lugar y hora para el extreno en Mieres: Salón de Actos de la Casa de Cultura "Teodoro Cuesta", el jueves 1 de mayo. Queda todavía mes y medio. Le parece muy lejos. Le explico la tramitación administrativa municipal de un expediente. Mes y medio es un tiempo prudencial. Por el medio tenemos el paréntesis de Semana Santa. Él se viene con la familia, Alicia y Nicolás, a los que todavía no conozco, y nosotros nos vamos. Cuando le digo que a esquiar a los Alpes, se sorprende. Lo típico: "¡Qué bien viven los funcionarios!" Le explico que es nuestra primera semana fuera del trabajo desde que estuvimos Ana y yo en Marraquech, tres días el año pasado, en el que no tuve más vacaciones. No le dio ninguna pena. Según él las vacaciones -que al parecer no sabe lo que son-, son un lujo burgués. Se dio cuenta de que me importaba un pijo el comentario.

Sábado 12 de abril.

Sigo en Madrid. Llevo dos días llamando a José Antonio Quirós y no lo pillo. Necesito documentación para mandar las invitaciones y sacar la publicidad de la presentación del documental. La propaganda del boca a boca funciona. Un par de comentarios en la radio y, por el volumen de llamadas preguntando, encuentro que existe una cierta expectación. Pero, sigo sin cartel, ni una foto siquiera. Nada.

Miércoles 16 de abril

Por fin señales de vida de José Antonio Quirós. Tenemos el estreno en Mieres del documental encima, pero él solo me habla del proyecto de La gran caminata. Está eléctrico. Como poseído. Ayer fue al estreno de El crimen del cine oriente, de Pedro Costa. Como el director también es productor, le comentó su proyecto. Y se ha interesado por él. Una historia sólo es buena si puede resumirse en una frase, lo dice nuestro querido profesor de márketing (cambiando historia por negocio). El proyecto queda así: Un minero se queda en paro y se marcha caminando con su familia a Madrid a pedirle cuentas al Rey. Explicado con palabras de Quirós: "Quiero reflejar el individualismo como una forma de lucha". Le hablo de Max Stirner. No le suena. Le recomiendo -si tiene suerte de hacerse con él-, su libro El único y su propiedad. Un perfecto manual para luchadores individuales. Quedamos el viernes en Madrid, que tengo clase. Pasaré a recoger información para la publicidad y de paso me enseña su productora, El Nacedón. Le pregunto de dónde ha sacado ese nombre. Resulta ser el nombre de un prado, de los de su casa, en Morcín. Como dice Miguel Delibes en Viejas historias de Castilla la Vieja, uno no deja nunca de llevar en la cara escrito el pueblo. Bendita suerte que tenemos los que somos de pueblo. De pueblo pequeño. Porque los de pueblo grande, tipo Oviedo o Madrid, carecen de la identidad que dan los nombres de la tierra: los prados, los montes, las clases de manzanas, el árbol genealógico de cada familia. Por eso la cara de huérfanos que tienen. Quirós, que adora Madrid, no lo ve así. Le digo, no obstante, que no pierda el alma de pueblo. De hecho, lo conserva en buen estado.

Viernes 18 de abril.

Dejo a mi compañera de curso, Elsa Peláez, donde clase. Bajo por Paseo de la Habana a Castellana y luego por Joaquín Costa hasta Príncipe de Vergara. Aparco en la Plaza del Marqués de Salamanca y busco en Ortega y Gasset la oficina de la productora de José Antonio Quirós. Cuarenta y cinco minutos. La encuentro, después de pasar de largo por su portal. Subo. Llego. Alucinante. La experiencia de conocer la oficina me va a servir para presentar mañana en el examen de márketing nuestro proyecto de empresa. En el fondo es cierto: aunque tengas la empresa más pequeña del mundo ponle un nombre que haga frente a las espectativas, no al presente. El Nacedón Producciones. Suena como El Molinón. Como la Paramount Pictures. No me atreví a preguntar cuántos metros cuadrados tenía el local. Por miedo, quizás, a que me respondiera en centímetros. No importa. El lugar es entrañable. En el fondo, ¿qué más se necesita? Un par de mesas, un par de sillas, un butacón, un baño y algo de pasillo (si en verdad no es todo un pasillo). En la pared un fotograma de La vida por delante. Es suficientemente significativo. En un mínimo cuarto lateral al pasillo hay una chica trabajando. Es Alicia, su mujer. Me la presenta. Levanta los ojos un instante de los papeles sobre los que está trabajando. Está, me dice Quirós, reescribiendo el guión de la película que proyectan. Como tenía prisa quedamos para el próximo fin de semana, que estaré más holgado. Al marchar me di cuenta que el próximo no vengo, sino al siguiente, que coincide fiesta el jueves 1 y es el día que se proyecta el documental.

Jueves 24 de abril.

Ya están mandadas todas lan invitaciones para la presentación, el próximo jueves, de Solas en la tierra. Cuento con la presencia de José Antonio Quirós. El se ha puesto en contacto con un montón de gente. Tengo la sensación de que va a estar bien de público.

Miércoles 30 de abril.

Hemos probado el vídeo de Solas en la tierra para que nada pueda fallar mañana. José Antonio Quirós, puntilloso, meticuloso y un punto de neurótico, le encontró alguna tacha a la luminosidad de la pantalla, al exceso de gravedad del sonido y a la falta de oscuridad absoluta de la sala. Más relajadamente, tomando un café, recuerda que hace exactamente un año estaba grabando las entrevistas de las viudas. Un año, ya. Pone cara de ¡cómo pasa el tiempo! Y que nosotros sigamos aquí para verlo pasar.
Jueves 1 de mayo.

Lleno absoluto en la proyección de Solas en la tierra. Cerca de doscientas personas se quedaron sin poder entrar en la sala. Sobre la marcha, organicé para mañana una segunda proyección. Estaré en Madrid y tampoco podrá estar Quirós, pero esto ya va solo.
Entre la marabunta del público un montón de caras conocidas. Entre las que me suenan están las propias de las viudas. Apenas a pasado un año desde la grabación, pero noto que han cambiado mucho. Quizás sea tan solo la ropa. O la diferencia de conversación y gesto. El documental no deja de ser un monólogo sobre la rabia, el dolor, la impotencia. Cuando se dirigen a Quirós a la salida de la sala, con sus felicitaciones y sus guiños de conversación, son unas mujeres más. La expresión de su rostro, la crispación de sus manos, el brillo de sus ojos, la tensión de su acento, es otro. Tan opuesto que hace creer que son realmente otras. Lo sorprendente es darse cuenta que son las mismas. Un momento de tensión. Una de las viudas, una señora mayor, increpa a Quirós a la salida de la sala. Le dice que no tiene vergüenza, que ha abusado de su confianza, que le ha parecido una tomadura de pelo lo que ha hecho con ella. Hablan durante un rato. Quirós intenta apaciguar los ánimos. Desde fuera no entendemos lo que está pasando. Como los ánimos de la señora se van caldeando por momentos, la explicación parcial llega a todos sin necesidad de haberla pedido. Quirós la ha grabado, como a las demás. Pero, ella no sale en el documental. Quirós, por salvar la situación, le dice que conserva sus imágenes en archivo, que los descartes de montaje suelen hacerse contra la voluntad del director, que más adelante... La señora no atiende a razones. Con expresión de estar realmente encendida y ofendida se dio la vuelta y desapareció. Apenas duró todo tres minutos. Casi nadie advirtió le percance, pero si, a partir de aquel momento, noté a Quirós un poco tocado. Vuelvo a encontrarme con su madre. No me pregunta nada sobre el documental, ni sobre el público, ni acerca de mis impresiones. Vuelve a cumplir su función de madre: "¿Qué tal, cómo ves a Jose?" Mientras el público se va dispersando, Quirós se refugia un rato "con sus viudas" en La Regenta. La relación es buena y distendida. Hablan del presente y de proyectos. Tomando un café más tranquilamente, con su hermana y su cuñado, comentamos lo del incidente. Terminamos hablando del proceso de montaje y de la serie de cosas que, por diferentes causas, van quedando fuera. Fernando Pardo es el montador. Tiene experiencia en documentales en México y acaba de montar Martin H. Vuelve a resaltarme la importancia y la gran suerte de haber podido contar con Geno Cuesta, de Blaster. Sus imágenes, su archivo, su trabajo, su paciencia. Por fin, acabamos con lo de El crimen del cine Oriente y Pedro Costa. Alicia, su mujer, como guionista y responsable de prensa de varias películas, lo conoce. Quirós tiene sentadas esperanzas. De Pedro Costa sólo conozco El caso Almería. Más que nada por el revuelo que armó. Recuerdo también la de Una casa en las afueras, pero no llegué a verla.

Viernes 2 de mayo.

Estoy en Madrid. Intento localizar a Michael Lee Wolfe, que anda de gira por aquí. Quedé para cenar con todos los del curso. Bueno, con los de siempre. Me acaba de llamar Carreño, el conserje de la Casa de Cultura. Segundo lleno en la proyección del documental. Me dice que le sonaban muchas de las caras de haberlas visto ayer. Tengo que comentarle a Quirós la posibilidad de hacer una proyección comentada, con coloquio posterior. Puede ser interesante.

Domingo 4 de mayo.

Llego a comer a Mieres. Leo el artículo de José Luis Argüelles, ayer en La Nueva España. Se titula Nuestras cicatrices y deja ver en él, en todo momento, al poeta de Cuelmo de sombras. Continúo preguntándome porque habrá dejado de escribir poesía. Por lo menos de publicarla. Sin duda, lo absorvente del trabajo de periodista en una redacción pequeña como la de Mieres. No obstante, es poesía su artículo. Ya el mismo comienzo: "La jaula baja lenta hacia las galerías de nosotros mismos. Somos un laberinto sentimental en el que es imposible jugar al escondite con la muerte". Utiliza la proyección de Solas en la tierra para hablar de la presencia de la muerte y de los accidentes mineros en nuestra vida cotidiana. No sin elogiar el trabajo desarrollado en el documental por José Antonio Quirós: "Ha burlado con esmero y mano maestra un memorial de imágenes y palabras que sobrecogen por su poderoso aliento humano". José Luis Argüelles tiene un recuerdo para su abuelo muerto en el Pozu Tres Amigos ("Deja viuda y ocho hijos", me dijeron que decían las crónicas") y que no llegó a conocer. Sobre las verdaderas protagonistas, comenta: "Ellas cuentan su destino como personajes clásicos en los muros de Troya, en las habitaciones de Tebas, junto a las grandes piedras de Micenas. Hablan de Dios con la hondura o la crispación con que lo hizo Blas de Otero en Ángel fieramente humano. Relatan una desazón y una ausencia, los pormenores de la injusticia que supone cualquier pérdida irreparable". Cuando concluye el artículo, su visión como periodista y como poeta se funden: "Las recuerdo al pie del Santa Bárbara, del Barreo, de Polio, de Nicolasa, de Monsacro, mientras aguardan. "Ojalá que los saquen vivos". Son ellas las que hablan en Solas en la tierra, al tiempo que la jaula continúa su descenso hacia nosotros mismos, y las que no están en este capítulo de la biografía de Las Cuencas. Las viudas que un día, en una hora precisa, oyeron que alguien les pedía la ropa para vestir al hombre muerto".

Viernes 25 de julio.

El avión de Sara llegó con una hora de retraso. No ha pasado un mes y la veo cambiada. Radiante, hablando atropelladamente, queriendo contar mucho en poco tiempo. Irlanda le ha sentado bien. Nos vamos camino de Madrid. El viajar engancha. Lo importante de un viaje es el viaje mismo, por más que yo dijese lo contrario al principio de El cuartu negociu. Pasado Burgos hablo con José Antonio Quirós. Como siempre andamos cruzados. Él va camino de Asturies. Yo camino a Madrid. Como marchamos de vacaciones la próxima semana quedamos en vernos a primeros de septiembre.

Domingo 28 de septiembre.

Quirós, después de pasar este fin de semana en Morcín, hace un alto en Mieres antes de regresar. Tomamos unas botellas de sidra. Nicolás, su hijo, y Abel se dedicaron a su mundo particular haciendo acopio de corchos de sidra por la plaza de Requexo. Sara se cansó pronto de hacer de niñera. Continúa revisando imágenes de archivo con Geno Cuesta en Blaster. Sigue adelante con el proyecto. Alicia, su mujer, ya tiene un guión para presentar a una gente de producción. Quiere llevarlo a cabo el próximo año, más o menos hacia estas fechas. Le quedan un montón de detalles, me dice, sobre localizaciones, pequeñas historias que quiere incorporar al guión, perfilar determinados personajes. Como está Ana con nosotros, y el momento da para ello, terminamos hablando de sindicalismo minero. Hay frases que pertenecen ya a la mitología propia de Las Cuencas. La de que "antes de cerrar un pozo pasarán por encima de mi cadáver", de José Ángel Fernández Villa, del SOMA. La de que a los mineros es preferible pagarles el sueldo y que se quedasen en casa, del ministro socialista Claudio Aranzadi. Da vueltas continuamente sobre ellas y quiere que el peso social de la película proyectada descanse en ellas. Son su totem. Su particular "Rosebud". El guión conjunto con Alicia parte de la historia que ya me había contado hace algo menos de un año. Del minero que marcha a Madrid a reivindicar un puesto de trabajo. Al parecer esta historia ya la tenía esbozada a finales del 95 en un pequeño cuento de diez folios, bajo el título de Que el mundo se entere. El fondo ya era en esencia el mismo y partía de la noticia en el periódico de aquella familia que marchó desde Asturies a Madrid, con sus dos hijos, reivindicando trabajo. El minero de ahora era entonces un mecánico conductor. Curiosamente, el título inicial de Solas en la tierra fue el de Que el mundo se entere: la mina vivida y contada por sus viudas.

Martes 7 de octubre.

Después de muchos intentos, José Antonio Quirós ha conseguido una cita ayer con Pedro Costa, a quien quiere para producir su película. Ha leído un tratamiento de ella y le ha dado luz verde. Tiene ya tantas cosas andándole por la cabeza que quedamos en hablar más reposadamente cuando vuelva por aquí. Al parecer muy pronto. Ya todo lo siente como inminente. Ya se han metido a pulir el guión. Según su opinión ha mejorado. Pero, queda bastante. Es normal, me dice, que antes de la película se barajen media docena de guiones, antes de llegar al definitivo.

Martes 30 de diciembre.

Cumpleaños de Abel. Dos añinos.
José Antonio Quirós sigue a su aire por la cuenca. Hemos hablado un par de veces pero aún no nos hemos visto. Seguirá por aquí todas las Navidades. La película ya está encima y queda prácticamente todo por hacer. Concretamos la nochevieja. O sea, no concretamos nada. Salimos después de cenar. A matar el año.