Domingo 4 de enero.

¡Qué cosa extraña es una película! Tanto esfuerzo para hora y media. Y esto no debe de haber empezado siquiera. Pero escuchar a Quirós ya te deja lo bastante K.O. como para entender que esto sobrepasa con creces la idea que uno tiene
de lo que es una filmación. Les pasará a los primerizos. Le hablo de Cazador blanco, corazón negro, de Clint Eatswood. Remeda los días previos al rodaje de La reina de África. Sus preocupaciones eran otras. Con su videocámara al hombro ha aprovechado hasta el amanecer del 1 de enero. Aprovechando que no hay nadie por las calles y en los lugares que visita. La iglesia de San Xuan de Mieres, donde quedan pancartas de la huelga; la antigua Nacional 630, que recorrió de punta a punta, porque le interesa más que la actual autovía o que la que sustituyó a aquella a partir del 68; el lavadero del Batán y el pueblo de La Peña, un conjunto único a la largo de la carretera; los alrededores del Pozu Barreo, con su murallón de piedra jalonando la carretera, la chimenea al frente dando carta de identidad a Mieres, la antigua e histórica entrada a la mina de Mariana; los accesos, entre los túneles, por el desfiladero de La Frechura, a La Foz y a Riosa, a la altura de Peñamiel; la barriada de Figareo, un grupo de viviendas obreras en la que cada particular metió mano según su entender y que lo dota de una singularidad especial, a la que añade un toque muy particular los balcones exteriores con ropa tendida; la carretera entre Uxo y Villallana, camino de La Pola de Lena, donde también rodó imágenes de una pequeña iglesia al lado de la autovía; el valle de Turón, de arriba abajo, un paisaje heredado de la ruindad de los explotadores de minas, abandonado a sí mismo después de haberle exprimido toda su riqueza; o el mítico Puertu de Payares, con su paso por Puente los Fierros, sus curvas cerradas sobre sí mismas y su famoso 17%, casi coronando la cima. La idea sigue siendo rodar después del verano. Pedro Costa sigue sin firmarle ningún contrato. La película, de todas formas, va. Quirós suma a sus localizaciones su particular maleta de recuerdos. Su conversación guarda siempre un poco de A la recherche du temps perdu. Así, se crece entre recuerdo y recuerdo, disperso, vehemente, atento, egoísta. En el fondo, las cosas le producen menos impresión que su recuerdo. Tiene más imaginación que experiencia, es más hipersensible que sensible, su vida soñada es en realidad su vida. Tiene gracia que, aún a pleno día, conserve la pinta de nictálope, con los ojos abiertos en medio de la noche. No se lo he preguntado, pero seguro que es un insonne de los que se empeña a toda costa en dormir. La película va porque él la lleva. Pero no cree que sea así. Por el contrario, se siente mecido, conducido por una ola que manda sobre el espacio y el tiempo; así, su trabajo, que no lo es porque no lo siente como tal, es dejarse empujar, sentirse empujado, por sentir a su modo que no puede resistirse a esa ola. En este sentido, vuelve a recordarme a Proust, la máquina de mundo puede ponerse en funcionamiento a partir del olor de unas magdalenas y creer firmemente en ello, porque en realidad lo que ocurre es que a cada momento está elaborando una mundo a imagen de sus sueños, y se deja arrastrar por ellos. Un único problema, el de aquellos que queriendo ser Proust se quedaron en Narciso. El mundo puede ponerse en marcha a partir de determinado olor, pero nunca puede girar alrededor de unas magdalenas.

Lunes 5 de enero.

Quirós sigue de Indiana Jones por la cuenca. Me llama para preguntarne algunas cosas sobre el Pozu Barreo. Sobre el tema del encierro en las Navidades del 92 le digo que prefiero que conozca a Raúl Casasola. Por él tendrá información de primera mano. Aunque si en verdad lo que busca es informarse sobre aquel preciso momento y el ambiente que rodeó el encierro, son mejores otros testimonios. Mi visión es demasiado cruda para el romanticismo implícito que lleva el indagar sobre un suceso que, en la memoria del recuerdo, pude verse como un hecho trascendental. Pero, por si quiere dejar un hueco para la duda, le comento que puede darle una visión bastante realista (por lo tanto, también cruda), Covi, la mujer de Raúl. También, Joaquín Uría, ex alcalde de Morcín, también ex encerrado, al que él conoce y al que yo encontré en una de las proyecciones de Solas en la tierra.

Miércoles 7 de enero.

Quedo con Quirós para enseñarle las fotos de Eduardo Urdangaray sobre los disturbios y enfrentamientos con la policía en la plaza de la madera y en el barrio de Vega d'Arriba, en los alrededores del Pozu Barreo. Compruebo que las imágenes pueden llevar a pensar que la historia es otra. Son duras, algunas de una belleza plástica impresionante, pero cuentan poco de la realidad que se vivió aquellos días. Tomamos el café con Raúl. Me gusta que hable con él porque su historia no tiene nada que ver con la mía. Ya no es el mismo que estuvo encerrado aquellos días a caballo entre el 92 y el 93, pero todavía le queda cierto sentimiento de pensar que aquello fue lo más correcto para el momento en que se hizo. Aunque tengo la sensación de haberlo hablado con anterioridad, Quirós parece enterarse hoy que yo estuve trabajando tres años en la mina. Por eso mis recuerdos son tan prosaicos. En ellos no ha quedado un hueco para héroes, ni para momentos de gloria, ni para historias de solidaridad, ni para imágenes a lo Novecento. Entiendo el espíritu que ha motivado a Zola su Germinal y, más cercano a la historia de Mieres, aunque menos conocido, a Ciges Aparicio su novela Los vencedores. Pero no lo comparto. Tengo ganas de leer el guión. Hay algo en la visión de la historia de Quirós que me interesa: ha sabido contar en Solas en la tierra algo que trasciende el drama de la muerte en un accidente. Que la vida sigue. El guión pretende reflejar una lucha individual. En el fondo, eso es lo que queda. En la Memoria Explicativa del proyecto lo comenta así:

"Es más fácil encontrar una noticia en el periódico sobre el viaje de cierta personalidad que la desesperación de un hombre en paro. En tiempos como estos, aparentemente todo está estabilizado: las bolsas suben, mejora el turismo, se oculta el paro... La otra España, podría ser el otro título para este proyecto. El punto de partida de La gran caminata se inició analizando los cambios de comportamiento social en nuestro país a partir de los noventa. Nos centramos en los efectos de la pérdida de los puestos de trabajo masculinos tradicionales, y los efectos humanos del desempleo de larga duración". A través de numerosa documentación en prensa, llamaba la atención las formas de protesta de los que perdían sus trabajos. Se pudo concluir que las reivindicaciones se hacen cada vez más en grupos reducidos o de manera individual. Eso nos dio la idea de la caminata como punto de partida para mostrar una realidad que vivimos en nuestro país. En cierta manera, la caminata es un espectáculo a los ojos del espectador y un espectáculo que forma el propio protagonista para reivindicar sus derechos. Una curiosa manera de llamar la atención que supone un riesgo importante. En esta historia, la desesperación de un parado le va llevar a un acto heroico o tal vez absurdo -a veces la realidad se vuelve absurda-, según como se mire". Además de la especial incidencia en la importancia de la lucha individual, cobra interés, como telón de fondo, la falsa realidad que lo rodea. Ese mundo de apariencia más que de esencia. Reflejarlo tal como es nos lleva directamente a Berlanga. "En La gran caminata hay una lectura importante: nada es lo que parece. Ni los mineros ganan tanto dinero, ni los marginados son tan peligrosos, ni siquiera los parados son tan inútiles como podemos pensar. En definitiva, detrás de tanta tragedia se descubre una realidad irónica y cómica". ¡Claro que es cierto! Es cierto que los mineros no ganan tanto dinero. Pero siempre tuvieron muy a gala dar a entender todo lo contrario. Hoy luchan contra un bulo alimentado durante decenios por ellos mismos. Ni los marginados son tan peligrosos. Pero les resulta dificil desprenderse de su aura de peligrosidad, del prestigio offsider, del indescriptible encanto -literario, fílmico...- del que vive al borde y a límite. Ni los parados son tan inútiles como podemos pensar. Pero, en la cuenca, llevan colgado al cuello el lastre de Hunosa, la tranquilidad del funcionario, el salvavidas del papá estado, el encanto de vivir en el último país de economía soviética en occidente: Asturies. No cabe duda que resulta un paraíso único para la tragicomedia, término en desuso por el de comedia ácida, o, más en línea con el cine actual, sería correcto hablar de realismo social británico. "El humor no se busca, brota de un planteamiento trágico. No pretendemos reírnos del personaje, sino de las situaciones que padece o provoca. En más de una ocasión las adversidades de la vida tienen suficientes motivos para producir carcajadas. Y si no, pongámonos en el pellejo de un parado de cuarenta años que pretende caminar quinientos kilómetros con su familia para pedirle cuentas al Rey. Se pretende que el espectador esté con el personaje. A lo largo de la caminata, mostramos a un hombre que se resiste a ser ignorado. De todas formas, la película trata de la necesidad de no perder la esperanza, y del humor que están presentes hasta en los momentos más difíciles. Toda desgracia tiene su lado positivo, y viceversa. El aspecto de la película está en intentar mostrar, da opción a más de una lectura. Se trata de evitar el didactismo acerca del mundo laboral. Los únicos que se permiten el lujo de opinar son los personajes. También se les permite la contradicción. El protagonista, por una parte, rechaza el subsidio de desempleo y, por otra parte, reclama una solución casi imposible. Está al margen de la sociedad porque mantiene una actitud individualista, ciega..."
Viernes 27 de febrero.

Ana me había enseñado hace tiempo la película que se había rodado durante el encierro del Pozu Barreo. En su versión íntegra, sin los recortes con que luego apareció. Es la misma copia que, al parecer, le ha hecho llegar Joaquín Uría a José Antonio Quirós.
Me dice, de nuevo, que va a enviarme el guión. Andan en estos días escribiendo la tercera versión.

Sábado 25 de abril.

A media tarde quedamos todos en Aravaca con Alicia, Quirós y Nicolás, Gonzalo, Silvia, Ánxeles y Carlos, además de nosotros, Ana, Sara, Abel y yo. Todo muy familiar. Una locura. No todo fue monotemático alrededor de economía, inversiones, bolsa e intereses. Alicia me comentó que ya está terminado el guión y que en él ya se puede ver una versión bastante definitiva. El lunes me lo envían. Continúan considerando como fecha buena para el inicio del rodaje finales de septiembre, hasta mediados de octubre. Más o menos, dos meses. Quirós estuvo en marzo en Asturies y se dedicó principalmente a visionar imágenes de archivo en Blaster. Sobre todo los conflictos mineros de primeros de este año. Un conflicto bastante descafeinado, previsto, anunciado y de escasa trascendencia. A estas alturas, sino ya antes, ya está todo pactado.

Martes 28 de abril.

Sorpresa. Quirós cumplió su palabra. Tengo en mis manos el guión de la película. Al parecer pierde el título de La gran caminata. Está bien. Pecaba de maoísta. Es cojonudo el de Pídele cuentas al Rey que ahora se llama. Tiene más fuerza, más mala leche y más coña. Es la tercera versión, según consta en la carátula, y está fechada el 21 de abril. Firman el guión el propio José Antonio Quirós y Alicia Luna, y además Clara Pérez Escrivá. El logotipo de Pedro Costa encabeza la carátula. Todo huele a más real. Los sueños, tantas veces descritos por Quirós, reflejados en papel. En una hoja adjunta nos escribe: "Queridos Ismael y Ana: A ver si hay valor "pa leelo"". Me pondré con ello esta noche.

Miércoles 29 de abril.

Primera lectura. Bien. Entretenido. Aunque Alicia ni Quirós me lo hayan comentado tan claramente yo aquí veo una comedia como la copa de un pino. Una comedia coral, por detrás de la road movie de la familia Fernández camino de Madrid. Encuentro muchas más cosas de las que ellos, y especialmente Quirós, me habían contado. Los llamo y se lo digo. Quirós no está del todo de acuerdo. Le digo que dependerá bastante de la labor de dirección, pero que sin duda, de la lectura del guión se desprende un inequívoco aire de comedia. En ningún momento ligera. Un cierto tono o tendencia a sonrisa amarga. Pero, las más de las veces, a sonrisa amplia. Tomaré algunas notas en mi lectura de hoy. Hay cosas que no me cuadran. Chirrían algunos aspectos del lenguaje de los personajes. Hay escenas que suenan bastantes falsas. Pero la visión de conjunto acalla estos comentarios sobre alguna de las partes. Está realmente bien. Te anima a llegar al final. Entretiene siempre. Algo que lo salva al momento de este montón de peñazos que últimamente nos toca tragar. No intenta ser trascendente. Pero lo logra.

Viernes 1 de mayo.

Le digo a Quirós que el año pasado estábamos estrenando en Mieres Solas en la tierra. Ha pasado un año y continuamos hablando de aquel proyecto que ya entonces se traía entre manos. Cómo pasa el tiempo y cuánto se alargan las cosas. Le pregunto por cómo va todo. Después del verano, si todo va bien, se rueda. Tengo un montón de notas sobre el guión. En líneas generales todo es correcto y coherente. De verdad, entretenido. Me creo lo que me cuenta. Lo estoy viendo. Es más, le digo que Ana ya tiene personaje protagonista: Antonio Resines. Quirós dice que Carmelo Gómez. En el fondo, él mismo lo reconoce, todo son sueños de director primerizo. Me avanza que Pedro Costa ya baraja algunos nombres y que ya hablaremos de ellos la próxima semana o la siguiente. El arranque es falso. Una nube de humo sale por el agujero de la jaula tras un accidente. Imposible. La ventilación general del pozo entra por la caña del pozo, o sea, el agujero de la jaula, en palabras de Quirós, con lo que es del todo increíble -por lo menos visto desde nuestra perspectiva- que por allí salga humo. Más aún, de ningún accidente -como no sea el de quemar una veta- se desprende humo. El aire de retroceso sale por el pozo auxiliar o de ventilación. Por él da siempre la sensación de estar saliendo humo porque el aire sale viciado de todo el recorrido por las galerías de la mina. Quirós lo defiende como efecto visual de arranque para la película. De no ser gente relacionada con la mina, nadie entenderá que eso es falso. Y el cine es, en su conjunto, una gran mentira. Bueno, es su opinión. También, en ese sentido, es creíble que Antonio Molina en Esa voz es una mina vaya cantando por la galería, al lado de martillos de picar y de barrenar que no suenan (y que en la realidad su ruido es ensordecedor), y que los ayudantes retiren y carguen el carbón con la mano en los vagones. El tratamiento del lenguaje es complicado. Son mineros asturianos y, la mayor parte, tienen un lenguaje excesivamente pulido y castellanizado. Recuerda a los personajes de La aldea perdida, campesinos de Llaviana que hablan como si hubiesen pasado todos por la Universidad de Salamanca. No es tan a lo bestia en el guión. Hay un esfuerzo por acercarse a los modismos asturianos. Sobre todo en el apartado, sobresaturado, de "cagamentos". Reales, sin duda. "¡Cagunmimantu!", suena magnífico. Pero suenan mejor oídos que escritos. Le comento a Quirós que, en verdad, el tema del lenguaje no es tan importante. La película tiene que llegar a todo España y, por ello, no puede hacerse en asturiano. Pero existe un punto intermedio, un acento, una entonación, un modo, que puede captarse a partir de una buena elección de los actores. En especial, los secundarios. Siempre los que dan cuerpo a una película. Los que más posibilidades tienen de darle carácter y realismo. De cualquier forma, el asturiano cotidiano, el de andar por casa, es fácilmente comprensible en cualquier parte de España. Es un acento, además, que cae bien. Carece de las connotaciones del catalán o del gallego, que incitan rápidamente a la coña. Es más suave, más dulce, más entrañable. Me dice Quirós que me ciega la pasión. Le digo que no. Es un tema de sensaciones. Pero es real. Si una chica dice te quiero en catalán, estás dudando, por su tono, si es verdad o mentira. No te lo crees. Si te dice te quiero en gallego, lo primero que se te viene a la cabeza es que está de coña. Son, sin duda, prejuicios lingüísticos. Pero, existen. En portugués me pasa todo lo contrario, me lo creo todo, hasta las mentiras más evidentes. Cuando una familia intrusa se cruza en su camino, me encanta. Se refleja perfectamente como surge, casi sin darnos cuenta, el hijoputa que todos llevamos dentro. Y además, tiene que estar reflejado así. El que se trate de una familia portuguesa me parece una elección muy buena. Las minas del norte de León están llenas de portugueses, caboverdianos y angoleños. En el mismo Mieres es suficiente una rápida ojeada al listín telefónico. Los sentimientos de Fidel, el protagonista, quedan bien expresados. Y se advierte una evolución a lo largo del guión. Aunque, quizás, la escena con el otro emigrante -que al final resulta ser mujer-, se vea un poco forzada. Pero puede resultar creíble. Es más, para equilibrar la balanza del héroe es necesario que sea creíble. En suma, veo muy pocas referencias a la prensa. El seguimiento de la familia real de Gijón -¿o Avilés?- por parte de los medios de comunicación, fue enorme. Telediarios, entrevistas, magacines, revistas, prensa, recortes. Los casos de la Marcha de Hierro y de la otra que hubo de las minas de León, era noticia diaria. Aquí faltan periodistas, reporteros, fotógrafos, cámaras, teles locales. Ambiente de expectación. En suma, espectáculo, que es a lo que acaba reduciéndose, en los medios de comunicación, una protesta de las características de la que quiere reflejar en el guión. La entrada por la autopista en Madrid tiene que ser una feria de las vanidades. Fidel, como protagonista absoluto, el "chavalín" del western, grandón como sólo se sabe ser grandón en Asturies -que hasta los de Bilbao son pequeñinos-. Del helicóptero tendría que ir colgada una reportera de Tele Cinco. Y, a lo mejor, caer al vacío, y no importarle a nadie nada, porque el protagonista total, más que nunca en este momento, es Fidel. "Con dos cojones", como dice entrando en Madrid. Tengo medio kilo más de notas. Como siempre, me paso. Me permito el lujo de opinar y la desfachatez de corregir. Quirós me lo hace saber: "Joder, que el guión es nuestro, tu escribe otro". Sin duda. Pero es más fácil lo que yo hago: criticar. Más cómodo, menos estresante. Hacemos las paces de una guerra que no declaramos y quedamos para un día de estos. Hay algo que sí veo realmente importante en el guión: no queda reflejado el esfuerzo que supone para una familia -teóricamente sin entrenamiento previo ni mucha tradición de marcha- ir andando hasta Madrid. Le digo que hable con Gonzalo y Silvia y que le relaten lo que supone para dos personas poco habituadas a andar haberse atrevido con el Camino de Santiago. Le comento, también, que cuando venga a Mieres le tengo que presentar a Paco, uno de los integrantes de la Marcha de Hierro. Pienso que la visión de Paco (y también la contravisión de Yolanda) puede enriquecer mucho al personaje de Fidel (y, por supuesto, al de Lina, su mujer).

Jueves 14 de mayo.

Con Antón García en La Montera, de Sama, para hablar de literatura en asturiano. Más de lo mismo, con preguntas por parte del público asistente que reflejan, como siempre sucede en estos casos, que hay gente que no entiende nada. Antón, que es más jesuita que yo, responde con finura y socarronería tinetense. Lo salva todo, en su función de reverendo padre, Julio José Rodríguez. Cenamos y hablamos de otras cosas. Le comenté, como cinéfilo que es, el próximo rodaje de la película de Quirós en Las Cuencas. Tiene interés en conocerlo.

Sábado 13 de junio.

Presenté a Quirós a mi amigo Paco, Francisco Barrientos, de quien le había comentado su participación en la Marcha de Hierro. Tomamos algo en la terraza del Lord junto a Yolanda, Gustavo y Ana Cachero. Poco después llegó Ana. La conversación, monotemática, giró sobre la Marcha. Como yo le había dicho, su parte humana. El esfuerzo que supone sobrecargar los pies y el cerebro con quinientos kilómetros, las rampas del Payares, el sol de Castilla, el viento y la lluvia. Los malos momentos y los peores. La ira condensada de comprobar para lo poco que sirve un esfuerzo tan desmedido. Paco conserva el dossier de prensa que le fui elaborando durante el tiempo que duró la Marcha. Quedaron de verse pasado mañana. Le vi tomar bastantes notas sobre lo que iba comentando. El abatimiento, los pies abiertos, las agujetas imposibles, la incomprensión, los zapatos improvisados con caucho, la comida, el descanso, la sensación de derrota, la eternidad de las rectas de Valladolid. Tengo la imprensión de que a Fidel le va a cambiar bastante el aire de marcha en el guión. Lo necesita. A media tade pasamos por el Auditorio de la Casa de Cultura, por ver como iba el montaje de teatro. Andaba Rosa Trapiello con ellos. Le presenté a Quirós y ella, buena vendedora del producto, le habló inmediatamente de las excelencias de nuestros alumnos de teatro. Lo cierto es que era impresionante el trasiego de gente. Se los ve trabajar con ganas.

Lunes 15 de junio.

Paco me comenta que estuvo Quirós en casa. Le pasó el dossier de prensa y el libro que hicieron sobre la Marcha. Muy buen material. Yolanda ha incorporado sus comentarios al respecto. Son interesantes, igualmente, conociendo el carácter de Lina, la mujer de Fidel, en el guión.

Domingo 21 de junio.

Hablo con Quirós en Madrid. Anda metido de lleno en el visionado de películas y documentales nunca estrenados en España para completar su visión de la película que tiene in mente. Le impactan dos: Viaje a la esperanza (Suiza, del 90), sobre la dramática historia de una familia kurda que deja su entorno y emprende un viaje con el propósito de buscar una vida mejor; el viaje termina siendo profundamente humillante para ellos. Y un documental italiano, Dinamite, sobre unos mineros encerrados que amenazan a la empresa con dinamitar el pozo en el que están, con ellos dentro, si no se atiende a sus demandas. Le digo que tengo una película mexicana que puede interesarle, Ora sí, ¡tenemos que ganar!, de R. Kamffer, de 1988, sobre una huelga minera. Añado que no estaría mal tampoco que repasase la clásica Las aguas bajan negras. Hablamos de otra que se rodó no hace mucho por aquí y de tema minero, y que tuvo poca distribución y menor repercusión, pero ninguno de los dos recordamos el título. Quedé en preguntarle a Miguel de Campo. Seguro que la tiene.

Sábado 18 de julio.

Tengo el culo cansado de tanto coche y no salimos de Las Cuencas. Con Alicia y con Quirós. Recorrido turístico -con la disculpa de localizaciones ya una decena de veces localizadas y vueltas a localizar por Quirós-. Comenzamos en Tres Amigos, aprovechando que Ana está de guardia. Rioturbio, Ablaña, Ujo, Figaredo y Turón hasta arriba del todo, después de bajar de caborana y hacer un alto en Bustiello. Descenso por La Nueva hasta Ciaño y regreso siguiendo el curso del Nalón hasta Olloniego. Ya no le quedan pozos por visitar y sigue sin tener decidido en cual rodar. Al final, me comenta, tendrá que verlos el director artístico. Al final, es natural, es mejor que decida otro. Alicia no opina. Yo tampoco. Creo que los dos lo tenemos bastante claro. En la terraza del Capri a última hora. El paraÍso en julio. La cerveza fría. Escuchamos de fondo a Quirós que repasa por enésima vez la historia, los personajes y los lugares. Entre Ana y él diseccionan el protocolo que se sigue en caso de accidente. ¿Qué hará con tantas notas que toma? Hablamos de Luis San Narciso, al que encontramos la última vez que estuvimos en Madrid. Quirós quiere que sea el responsable de casting. Como tantas veces que se invoca un nombre, sus espíritus merodean alrededor: poco después saludamos, pasando por delante del Capri, a Luis San Narciso padre. El último café en el Lord, con Paco y Yolanda. Volvemos a la Marcha de Hierro. Yolanda pone cara de estar escuchándole a Mao contar una vez más los sinsabores de la larga marcha. Quirós no tiene tregua. Lo último: queda con Víctor, el camarero, para visitar el lunes las instalaciones del Batán por dentro. Quedan a dormir en casa. Sara, Abel y Quirós, como buenos chicos, retiran a hora prudente. Alicia, Ana y yo estuvimos hasta hace un instante dándole al café y al MacCallan. Bueno, yo sigo con este último.

Domingo 19 de julio.

Nos levantamos sin prisa y acabamos comiendo en Morcín. Quirós todavía tenía espíritu para algo más y lo animo a que suba conmigo hasta Llamo, en Riosa. Quiero completar un artículo para las crónicas del mes de agosto de La Nueva España. De Llamo era el padre de Eduardo Martínez Torner y, por ello, buena parte de los informantes de su cancionero asturiano. Le convenzo con el reclamo de unas minas abandonadas que quedan sobre el pueblo. Fueron explotadas ya en tiempos de los romanos y unas excavaciones recientes apuntan a que muy posiblemente ya lo estuvieran con anterioridad. De regreso, acercándonos a la hora de comer, paramos a saludar a una de las viudas que sale en Solas en la tierra, Rosario Muñiz. Creo que es la de más edad de todas ellas. Lo trata casi como a un hijo. Me encanta oirla hablar. Encuentro algo familiar en su cara. Recuerdo perfectamente su intervención en el documental. Quizás sea el color de sus ojos. Posiblemente los de mi abuela. O el gesto de su sonrisa. Muy característico. El gesto que tanto extraña a los eruditos de arte en La Gioconda y que no es más que el gesto de las abuelas orgullosas, de los niños pícaros o de los bebedores de sidra cuando están a punto de arrancarse con el Dime paxarín parleru. Comemos con los padres de Quirós en la casa que le tienen preparada sólo para cuando viene. Su padre es de los auténticos. Le pregunta: ¿Va todo bien? Sí, contesta Quirós. Y ya no se habla más de la película. Todo un lujo.

Viernes 31 de julio.

Hacemos noche en casa de mi hermano Gonzalo y Silvia, en Aravaca. Como mañana seguimos viaje quedamos a cenar y tenemos intención de acostarnos pronto, aunque ya son las dos de la mañana. Hablo con Alicia y Quirós por teléfono. Quirós estará en Asturies a finales de agosto. Como tenemos boda en Mieres el 21 de agosto quedamos para cenar un día. Me dice que es muy probable que en esas fechas vaya con Pedro Costa. Quieren repasar juntos las localizaciones. Por la mañana he dejado en La Nueva España las 31 Crónicas al Sur de Asturies que irán saliendo a razón de una diaria todo el mes de agosto. Una de ellas la he titulado Pídele cuentas a Quirós y cuento un poco el recorrido de hace una par de semanas con Alicia y con él a través de las dos cuencas. No le digo nada cuando poco después hablo con él. El más breve comentario y, conociéndolo un poco, querría conocer el texto antes de publicarse. Es preferible que lo vea ya publicado. De todas formas, hablo bien de él. Nada de preocupar. Me han salido, en conjunto, unas crónicas bastante apacibles, un punto amargas en general, pero no excesivamente ácidas. Depende, claro.
Sábado 1 de agosto.

Viaje perfecto. Comimos en Córdoba y llegamos a Cabanas, en el Algarve, a eso de las siete. El lugar tiene una pinta excelente. Ya sueño con dormir. La terraza desde la que escribo da a la barra arenosa al borde del mar que es parque natural. No corre una brisa.
He traido para releer Los siete pilares de la sabiduría, de T. E. Lawrence. Es de los libros a los que siempre regreso. Ya no me interesa lo que cuenta. Ahora lo abro y disfruto cómo lo cuenta. Me acompañam también Emboscada en Fort Bragg, de Tom Wolfe (y recuerdo que le he dicho a Michael Lee Wolfe que se traiga de los USA la versión en inglés de La hoguera de las vanidades) y Siete años en el Tibet, de Heinrich Harrer. No obstante todos ellos, ahora tengo delante abierto el de La belleza impura, de Luis Antonio de Villena, donde me he vuelto a encontrar con los poemas de su Hymnica que tanto me acompañaron en Córdoba y Sevilla a primeros de los ochenta. Ahora me quedo con éste:

Vivir sin hacer nada. Cuidar lo que no importa, tu corbata de tarde, la carta que le escribes a un amigo, la opinión sobre un lienzo, que dirás en la charla, pero que no tendrás el torpe gusto de pretender escrita. Beber, que es un placer efímero. Amar el sol y desear veranos...

He hablado con Rosa Trapiello. Seguirá en Mieres todo el verano. Le hablo de la cena con Quirós y se apunta. Le digo que localice a Julio José Rodríguez. Si está a finales de agosto seguro que también se viene. Aunque es bastante difícil hacerlo venir a la cuenca de acá, a la que, por obligaciones del trabajo, tanto aborrece.

Domingo 16 de agosto.

Hablamos con Félix y Mari. Ayer no pudimos hacerlo porque llegamos de madrugada. El tráfico desde Murcia a Alicante, por la costa, era infernal. A la altura de Torrevieja nos desviamos a coger la autopista, pero pasamos por un viacrucis antes de encontrarla. Hoy sale en La Nueva España la crónica titulada Pídele cuentas a Quirós. Como era de prever, a media mañana recibí llamada de Quirós.

Martes 25 de agosto.

Todo el día en Luanco. Vuelta y vuelta en la playa. Lo que no quemé en el Algarve y en Alicante lo noto hoy en la espalda. Confirmado Julio José para mañana. Insiste, de todas formas, que retirará pronto. Que nos conoce. No sé de qué.

Miércoles 26 de agosto.

Cena en L'Albar. Julio José Rodríguez, Rosa Trapiello, Miguel de Campo, Ana Cano y yo. Como era preceptivo, se habló de cine. Hubo algún momento especialmente interesante entre Julio José y Miguel. Levantaron sus armas respectivas, pero no llegó la sangre al río. Encontraron puntos de acuerdo sobre la comedia italiana, a los que se sumó Quirós. Pero volvieron a enfrentarse con relación al realismo social británico. En concreto a Ken Loach lo despellejaron, lo alabaron y lo ningunearon, según opiniones. No hubo acuerdo. Bueno, sí: sobre el pescado. Quirós me confirma que el sábado 12 de septiembre viene con Pedro Costa. Repasamos los sitios de Las Cuencas que hay que visitar y queda Ana en preparar una visita a la mina. En cuanto al inicio del rodaje, ya están barajando la posibilidad de que sea a primeros del próximo año. Mucho frío para atreverse a cruzar Castilla. Puede resultar una imagen épica. La estepa nevada. Regresar a los paisajes sobre los que se rodó Doctor Zhivago.

Lunes 7 de septiembre.

Marcharon temprano, camino de San Vicente, Héctor, Juani y Arturo. Pillaron buen fin de semana. La publicidad que les habíamos hecho del infierno del norte ("primer día de agosto, primer día de invierno", que dice el refrán) nos ha fallado. Todavía tienen tiempo a saborear algo estos días que les resta en Santander. Quirós confirma que llega con Pedro Costa. Ya no el sábado, sino el lunes. Ana preparó la visita a un pozo. Será Santiago, en el municipio de Aller. No lo conozco por dentro. Aunque siempre me encanta pasar por la zona y encontrarme en el cruce de Sotiello con la escuelina a la que fui con cinco años.

Domingo 13 de septiembre.

Hace un momento que llamó Quirós para leerme la cartilla. No puedo incidir delante de Pedro Costa excesivamente en mi creencia de que la película es una comedia. Seguro que, como productor, estará encantado de que lo sea. Llegamos a un acuerdo sobre el tema diciendo que tiene un aire a Full Monty. Una comedia social.

Lunes 14 de septiembre.

Llegó, por fin, el tan temido y bien amado Pedro Costa. Catalán de los de antes de Pujol y madrileño desde entonces. Un manipulador de la palabra, en esencia bastante similar a Quirós. Gana Pedro en radicalidad. Gana Quirós en paciencia. Estuvo en Asturies en los tiempos heroicos, como recuerda, y continúa con el verbo encendido. No va a ejercer de viejecito adorable contando batallitas a sus nietos, si se descuidan un pelo les robará la moto y, muy posiblemente, a la chica que espera en el asiento de atrás. Retiramos pronto. Si puede llamarse pronto a la hora que es. Mañana a las nueve de la mañana tenemos que estar vestidos de faena en la lampistería del Pozu Santiago. Quirós quiere hacer de cicerone. A Pedro Costa no le veo ningún especial espíritu aventurero por las entrañas de la tierra. Un paseo es suficiente, me dice, una toma de contacto.

Martes 15 de septiembre.

Acabamos de cenar con Rosa Trapiello y Miguel de Campo en Casa Flora. La visita a la mina nos llevó buena parte de la noche. Apenas un paseo y, tanto Pedro como Quirós, despliegan todo su arte de literatura oral para convencer -y también convencerse- que han descendido por el mismísimo cráter de Yoculo de Sneffels, a la sombra del Scartaris, hacia el centro de la tierra, tras los pasos de Arne Saknussemm. Tiene, pues, mas encanto su relato, que la propia experiencia. Nos hizo de guía Pola -Ángel Antonio Pola-, capataz de seguridad del pozo. Después del preceptivo saludo al ingeniero y al ingeniero jefe (tenemos que recordar que estamos en Hunosa y el orden es el orden y las ordenanzas son las ordenanzas), nos vestimos para la ocasión y, después de coger lámpara en lampistería, bajamos. Pedro ya le dejó bien claro desde el primer momento a Pola que con una vuelta era suficiente. Dicho y hecho. Un paseo por el embarque, la vuelta al lazo y nos acercamos hasta una entrada de rampa, justo en el momento en que estaban dando tira. Apenas se ven unas luces al fondo, abajo. No hay el menor ánimo a bajar por allí. Y la capa es ancha. De una parte de la galería se acerca una luz. Llega un minero con una mamposta al hombro de tres y medio (un tronco de madera para emplear como poste de sujeción en la veta de carbón, de tres metros y medio de larga). Lleva el torso desnudo. Está negro y sudoroso. ¿Qué, Mael, dando una vuelta? -me dice-. No tengo ni idea de quién es. Con el maquillaje obligado del carbón resulta imposible. Pedro se lo queda mirando viéndolo pasar. Menudo cuerpo para una película porno -es su comentario de pasada-. Llegamos hasta el fondo de la galería, pero coincidió con el barrenista tomando el bocadillo. Cuando arrancaron el martillo, reculamos. Más ruido del que podía apetecernos escuchar y soportar. La visita, pues, corta. Suficiente. El comentario de siempre: si Hunosa creara una división de visitas turísticas se hinchaba de duros. Aunque sea para algo tan simple como lo que hicimos hoy. Peligrosidad: nula. Incidencia en el desarrollo del trabajo habitual: nulo (si exceptuamos el acompañamiento del capataz de seguridad). A mil duros por cabeza, nosotros ya hubiésemos amortizado con holgura el jornal del día del guía. Un mínimo de cuatro personas por visita y dos horas de recorrido: que el departamento de comunicación y el de economía se pongan a echar números. A la salida dejo constancia del día con las fotos de rigor. Me acordé de llevar la cámara. Los rostros reflejaban el esfuerzo de la dura jornada. Ligeramente tiznados. Quedé en enviárselas. El resto de la cena, como era natural se habló de cine. De producción y de dirección. Algo quedó muy claro después de toda la velada: el verdadero sheriff de una película es el productor. Así de claro lo tiene Pedro. Quirós se quedó bastante solo en su defensa del cine de autor. Miguel le echó una mano. Pero, alguna vez, al cuello. Según palabras, y decisión de Pedro, se confirma Antonio Resines como protagonista. Todo el mundo lo ve claro. Quizás Quirós no tanto. Ana, que ya había apostado por él desde la primera lectura del guión, lo defiende. Pedro esgrime su papel en La buena estrella (que nos ha regalado ayer en vídeo). Sobre el resto de personajes todo son conjeturas. Aunque hubo apuesta en todos los sentidos. Para madre de Resines se cuenta, con bastantes posibilidades, con Pilar Bardem. Se apuntó también el nombre de Emma Penella, mi Ana Ozores preferida. A pesar de que a la película, La Regenta, de Gonzalo Suárez, le dieron a muerte en su momento. Parte de la mañana y toda la tarde la echamos recorriendo varios puntos que Quirós había marcado: las barriadas de Figareo y Rioturbio, el poblado minero de Bustiello, los cementerios de Ablaña, Morea, Vegadotos y Turón, las instalaciones mineras de Figareo, la Rabaldana, Espines, Llamas y Nicolasa. En poco tiempo dio tiempo a bastantes cosas. Si nos ve el cura de Ablaña saltar como saltamos la tapia del cementerio, nos excomulga. Si eso es posible con esta banda de apóstatas.

Miércoles 16 de septiembre.

Subimos por la mañana a los pozos Tres Amigos y Polio. Lo de este último es un recorrido por la desolación. Aquí podría rodarse Mad Max. Te cae el alma a los pies recordando lo que esto fue hace apenas unos años. Da la sensación de que lleva cerrado desde primeros de siglo. Tres Amigos tiene otro aire: está en funcionamiento, es pequeño, de un golpe de vista lo abarcas por completo. Antes de mediodía arrancaron camino de Madrid. Pincharán algo en ruta porque Pedro tiene el problema de dormirse. Conducía él. De todas formas, hace un momento me ha llamado Quirós para decirme que han llegado sin contratiempos y que la visita le ha parecido magnífica a Pedro. La película ha dado un paso de gigante en estos tres días. Son sus palabras. Una última confidencia de última hora. Quirós quiere que Abel sea el hijo de la familia intrusa, los portugueses con los que se cruza la familia Fernández camino de Madrid. Es jugar con fuego. Comenta que no habrá problema, el Nicolás hijo de la familia en el guión será su propio hijo Nicolás, que a primeros de año estará rodando en Galicia una película con Gracia Querejeta. ¿Fecha, pues, para el rodaje de Pídele cuentas al Rey? Sigue sin estar nada decidido. En invierno va a resultar imposible por culpa del tiempo. Pedro Costa apuesta por la primavera. A Ana le hace gracia lo de Abel en la película. Recordamos que también con sus años, Gonzalo y Silvia quisieron que Sara llevase las arras en su boda. Un poema. El tiempo dirá en que queda todo. Por el momento es mejor que se lo piense dos veces.

Viernes 25 de septiembre.

Llegamos a Cabrales para pasar el fin de semana. Con Sara vino su amiga Ana. Acabamos de encender la chimenea. Huele a agua. Sigo con la cara y el cuello hinchados de los mosquitos de ayer en Abarca de Campos. Con Rosa Trapiello, por la mañana, además de mosquitos hablamos de Evelio Gayubo y su centro de arte. Concretando cosas para el proyecto de la Casa Duró. Por decir algo. Jodido está concretar nada. Quirós me llamó por la mañana. Me comenta la posibilidad de que, además de Abel, haga Sara de hermana suya, hijos de la familia portuguesa. En el guión consta que son dos niños de cinco y seis años. Le recuerdo que Abel tiene dos y Sara doce. No ve problema. Ana le dice que se lo piense. Lo de Abel le da lo mismo, porque es tan pequeño que no entiende nada. Pero no le apetece crearle una ilusión a Sara que pueda luego no cumplirse. Nos veremos todos el puente del doce de octubre en Madrid. Luego lo comentamos entre nosotros. En el fondo, sabemos que a Sara le va a hacer ilusión, pero que en ningún momento se le va a romper el corazón por no llegar a hacerlo. Por su natural discreción, entendemos además que no se lo va a decir a nadie hasta que lo tenga plenamente confirmado. Se lo hemos dicho. Le ha gustado. Como es normal en ella, sin saltos de alegría. Simplemente: ¡Ah, bien!

Sábado 10 de octubre.

Llegamos para comer en Madrid con Silvia y Gonzalo. A estas horas Sara está de huelga. Ya es muy mayor para aguantarles el ritmo a Ánxeles, Carlos y Abel. Ha hecho carta de constancia de su casi adolescencia para quedarse a ver una película hasta tarde y no tener que bañarse y acostarse cuando ellos. Normal. Los tres mosqueteros, mientras tanto, siguen sin dormirse. También normal. Mañana quedamos todos en El Retiro, con Alicia, Quirós y Nicolás. Quirós quiere hablar con Sara y Abel de su papel en la película.
Domingo 11 de octubre.

Quirós y Abel se entienden a la perfección. Echaron media mañana en un cursillo intensivo de tirar piedras. Según Quirós, en la película Abel tiene que tirárselas a Antonio Resines. No recuerdo nada de eso en el guión. Con Sara, como era de suponer, no tuvo ningún problema.
Le dijo ¡ah, bien! Y dejó zanjado el asunto. Reflexionamos sobre este increíble año 98. Torrente, el brazo tonto de la ley de su amigo -y admirado- Santiago Segura ha dado un vuelco. Quirós está más de acuerdo. Alicia no tanto. El público, como el cliente del refrán, siempre tiene razón. Les digo que hacía años que no veía las colas que vi en el Cine Esperanza de Mieres cuando la dieron. La gente arrastra a gente. Aunque a la salida del cine los comentarios sean para todos los gustos. La campaña de promoción que ha desplegado desde el año pasado Santiago Segura es increíble. No sé de un magacine de televisión en el que no haya aparecido. Por primera vez en mucho tiempo he visto a gente comentando toda clase de películas españolas. Y me estoy refiriendo a Mieres. Mensaka, de Salvador García. Cha cha cha, de Antonio del Real. Los amantes del círculo polar, de Julio Medem. Por señalar algunas. O ahora mismo que están dando en Oviedo El abuelo, de José Luis Garci, que aquí es como de casa. O Atilano presidente de La Cuadrilla, en la que trabaja manuel Manquiña que Quirós quiere para padre de Sara y Abel en su película. Y sobre todo, espectación. Todavía no se estrenó, pero todo el mundo habla de La niña de tus ojos, de Fernando Trueba, que estaba rodando en Praga Resines cuando Pedro Costa le hizo llegar el guión de Pídele cuentas al Rey y sobre la marcha ya le dijo que se apuntaba a hacer de minero. En la prensa de estos días se abría boca con El milagro de P. Tinto, de Javier Fesser, La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda, sobre un relato de Manuel Rivas que me encantó y del que sigo diciendo que es la historia mejor contada sobre la postguerra española, o Entre las piernas, de Manuel Gómez Pereira. Antes sólo encontrabas referencias en las revistas especializadas. Ahora te asaltan desde los dominicales de los periódicos y los programas del corazón de las televisiones. Es algo nuevo. Pensamos que un buen momento. En el cine Esperanza ya lleva varios días puesta la cartelera de Barrio, de Fernando León, y todavía no van a darla. Antes las echaban a traición. Si te descuidabas un par de días, ponían una película española, y se te pasaba. Cuando comienza a mimar el producto el exhibidor es que la cosa funciona.

Viernes 18 de diciembre.

Me dispongo a hacer frente a la parte más dura de las navidades pesando, recién pesados, 74 kilos y medio. Miro las cifras de primeros de año y me asombro: 84 kilos. Casi diez kilos menos. Buena cifra para mantenerse. Tomo estos días, hasta fin de año, de descanso. Tengo en mis manos el primer ejemplar salido de imprenta de L'Asturianada. Llamé a Xaime para celebrarlo. Nos vemos mañana. Ha quedado espléndido. Trabajo nos costó. Por teléfono me cuenta Alicia que se viene con Quirós y Nicolás a pasar la Navidad.
Compás de espera con la película. Todo el mundo anda metido en un montón de historias. Todo va bien. Pero, por el momento, apenas nada se mueve. Ella anda con la revisión número no se cuántos del guión. Han cambiado bastantes cosas. Tenemos personajes nuevos. Tendremos tiempo para hablar de ellos.