escondido
detrás de un coche en la carreterea que cruza Figareo, intentando conseguir
la primera foto de Adriana Ozores, Antonio Resines y Nicolás Fernández en
ruta. Dicen que no hay dos sin tres. Se rueda el episodio del vendedor de
coches. Mejor de "vendedor de motos". Muy en su papel, el actor José María
Cañete. Esta tarde Ujo fue una fiesta. La calle está tomada. Camino de Castilla
cruza la pereja protagonista, con su hijo. Los tertulianos del bar los ven
pasar. Nicolás les dispara con la pistola de su "actionman". Dos ciclistas,
realmente auténticos, algo más que prejubilados y algo menos que orondos,
les miran. Al atardecer se rueda en Payares el paso del Talgo. La tienda
de campaña debe de desmoronarse por la vibración. El responsable de Renfe,
conectado por móvil con la central, avisa de la inminencia de la llegada.
Pasa el Talgo y la tienda cae mal. No vale. Se espera al siguiente. Se graba
el sonido del paso de un mercancías. Todos atentos a una señal. El ruido
de un camión los confunde. Calma de nuevo. "El tren", gritan. Es de viajeros.
"Acción". La tienda se desmorona. Es válida. Han pasado dos horas. Entre
una y otra toma se rueda una visión general del puertu. Los caminantes perdidos
en la inmensidad del paisaje. No son nada. No importan a nadie. Payares
resulta por sí solo un marco único. Un escenario grandioso.
Martes 29
de junio.
Manuel Alexandre es un monstruo. Sus palabras como Pepón, el viejo comunista,
dan título a la película cuando le dice a Resines que le pida cuentas al
Borbón ése de la carta de cierre de la tele. Estamos en el interior del
bar Ferroviario de Ujo. Una especie de camarote de los hermanos Marx. Es
un poema ver instalar, entre el mar de personas, mesas, grúas y cámaras,
los juegos de luces y sombras del equipo eléctrico. Sonia Mula, entre el
maremagnum, siempre encuentra un hueco donde instalar dos sillas, la mesa
y el combo. Miguel Puertas entra y sale, sale y entra. Problemas a primera
hora con el dueño del bar. Lo de siempre, o me pagan o no se rueda. Continúan
los problemas por la tarde. La máquina tragaperras tiene un ruido infernal.
Se llama a los técnicos. Cuando llegan viene con intención de llevarse la
máquina. Ahora es el dueño del bar el que les debe pasta a ellos. Ion Arretxe
negocia. Todo lo consigue con un cigarro, sonrisa apacible y buenas palabras.
Miércoles 30 de junio.
Hoy da la sensación de que está en el Ferroviario todo el mundo. La tertulia
en la terraza se llena con la presencia de Emma Penella. A la pareja protagonista
se incorpora el hermano pequeño de Nicolás, un Pelayín de tres años interpretado
entre llantos por Álvaro Cachero. Retumba la voz abroncada de Manuel Alexandre.
A los secundarios asturianos del rodaje en la mina, Alfonso Vallejo, Eduardo
Antuña y Fran Sariego, se les unen nuevos personajes. Pepo Oliva, como chigreru
que todo lo oye y sólo se cree la mitad. Adriano Prieto, como el cliente
fijo que tienen todos los bares, al que conocíamos por sus reportajes con
boina el verano pasado en LA NUEVA ESPAÑA. La actriz vasca Loli Astoreka,
en su papel de Lula, tan real que hasta los vecinos pensaban que era de
Ujo de toda la vida. Y, por fin, la esperada Covi, interpretada por la joven
Carmen Arche, como Lolita de pueblo, con un tatuaje alrededor del ombligo
que suscitó comentarios simpáticos y una falda tan corta que la obligó a
buscar las posturas más imposibles a la hora de sentarse.
Jueves 1 de julio.
Seguimos en el bar Ferroviario. Pero hoy más de terraza que de interior
de bar. El público lo agradece porque ve lo que se está haciendo. La terraza
es un escenario teatral y un gran camerino. Mar Bardavio y Ángeles Gil dan
los últimos retoques a la ropa. Gege Godoy y María Bullido a los pelos y
a las caras. José Ángel Cabañas, muy educadamente, ruega silencio. Por si
queda alguna duda, las voces de Jota Jota, insisten sobre el tema. Con acento
jerezano. Con su coña correspondiente. Silencio, se rueda. Comento con Jesús
Bonilla la trascendencia que está teniendo en Asturias su personaje. Todo
son comentarios sobre la película en la que Bonilla hace de sindicalista.
Entre el público unos dicen que tiene toda la pinta de serlo y el resto
se aventuran en pronosticar a quién se parece. Valen apuestas. Les regalo
a José Antonio Quirós y a Pedro Costa un CD recién salido del grupo de folk
Asturiana Mining Company. Les gusta la canción titulada La trova del mineru.
Le están buscando un hueco en la película. "Con qué coño nos quedamos /
tras dos siglos de carbón", canta el gaitero Alberto Varillas. Podría decírselo
perfectamente Resines al Rey. Si al final lo acaba recibiendo. Por el Rey
pienso que no habría problema. Pero todos sabemos como son los jefes de
protocolo. |
En
este momento continúa peleando con Pelayín. Nicolás no da nada de guerra.
Se dedica a preguntar quién es cada uno. Cuando es totalmente desconocido
le pregunta directamente: "Tú, ¿qué haces: ruedas o ves?" Para él todo lo
que gira alrededor de una película se divide en estas dos opciones. Cena
de despedida en Oviedo y me la pierdo. Es a su vez la despedida de los dos
asturianos de producción, Sonia Ordóñez y Alberto Carrizo. Dejan un buen
recuerdo y algún corazón roto. También se despide Jorge Rivero que regresa
a sus documentales. Sus figurantes han sido magníficos. Más que nada, creíbles.
Con sus más y sus menos, aquí todo fue un ¡Bienvenido, míster Quirós! El
lunes nos aguarda la estepa, el páramo, la recta interminable, el ocre y
el sol de julio.
Sábado
3 de julio.
Amanezco en Lluarca. Por teléfono me comentan que ya van todos camino de
Madrid. Pedro en moto. Es una cuestión de orgullo. Vino con ella y no quiere
empaquetarla en un furgón. Espero que lleve algo más que la cazadora tejana
y una camiseta cuando cruce el Negrón. Jornada de reflexión. Nora Ephron,
comentando el rodaje de This is my life (1992), dijo: "A veces, alguien
trabaja en una película dirigida por un director primerizo y se cree que
el que manda allí es él". Pongo al día mis notas sobre el terror de un director
al primer rodaje. El llamado síndrome del director novato. Es duro. A Quirós
le ha tocado sufrirlo. Con tranquilidad quirosana. Pesa mucho, todo junto,
una película, un equipo profesional como éste y un plantel de actores de
primera categoría. |
Es preciso utilizar lo mejor de cada uno: la fuerza de Nacho Gutiérrez,
la experiencia de Pedro Costa, la visión de Julio Madurga, la sensatez de
Ion Arretxe, la angustia de Martín Cabañas. Quién tenga alguna duda que
vea La noche americana, de Truffaut. La realidad, no obstante, siempre supera
a la ficción. |
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