Domingo 20 de junio.

Seguimos en el Pozo Tres Amigos. Se está procediendo al corte del cable de la jaula. La mina cierra. Un cordón de fuerzas antidisturbios custodia las instalaciones. Un grupo de mineros se enfrenta a ellos con piedras y cohetes. Las escenas son tan reales
que la tensión se palpa en el ambiente. Gerardo Iglesias llegó, vio, saludó y se fue. Después de un rato encuentro paseando a María Casanova, actriz cotidiana de las primeras películas de Garci y presente ahora como periodista. Se notaba nerviosa por las escenas de violencia, el sonido de los disparos retumbando en el valle, el golpe de las pedradas contra los escudos de protección, las voces, los gritos, los insultos. Nos quitamos la tensión de encima con sidra y Cabrales a media mañana. Más efectivo que el Prozac. Me comentó que le daba buen rollo la película y que, para casos como éste, sería conveniente crear un Goya a la figuración. Idéntico comentario al llevado a cabo el día anterior por Margarita Taibo. A última hora de la tarde un minero me decía que estaba agotado. Formaba parte del grupo que descendía por la rampa de los cuartos de aseo con un contenedor de basura. La escena se repitió no menos de cuatro tomas. Tras cada una, rampa arriba, el contenedor era devuelto a su punto de partida. El grupo de mineros se echaba a temblar cada vez que escuchaba el grito de Nacho Gutiérrez: "¡Volvemos a primera!". A punto estuvieron de ponerle el contenedor de sombrero. La colaboración fue tan buena que se cerró con una foto conjunta con el equipo. Eso sí, cada uno en su sitio. Primero, la foto con los policías. Después, la foto con los mineros. No era conveniente tentar la suerte juntándolos. Un ejemplo. Dice un policía: "Me suena tu cara". "Claro", contesta un minero, "me la partiste en la última manifestación". Esto es medio de un ambiente distendido. Menos mal. El rodaje se cerró con un momento épico. El cable se corta. Los mineros entienden este hecho como irreversible y finalizan los enfrentamientos. Uno de ellos avanza hacia cámara y entona el Santa Bárbara bendita. Es José Ramón Ordóñez, cantante de los Stukas a la vez que minero. El resto de mineros se le van uniendo. En la última toma, exclusiva de sonido, varios miembros del equipo están entre el grupo que canta. Pedro Costa entre ellos. Daba un toque ácrata a la nube de puños en alto. José Antonio Quirós los había dirigido en plan coral minutos antes de la primera toma. Al final, aquel coro casi improvisado, tenía la marcialidad del coro de Reds, de Warren Beuaty, y la presencia de los manifestantes de Novecento, de Bertolucci.

Lunes 21 de junio.

Primer día de descanso. Una semana agotadora. Siete días de nueve a nueve. Como mínimo. El cansancio acumulado se deja notar en las caras. Descanso relativo. Los de decoración están trabajando desde por la mañana para poner a punto el bar de Ujo donde se rueda la próxima semana. Cuando al final de la tarde llamo al móvil a Iñaqui Rubio lo pillo en la cola del supermercado. Es un oficio curioso este de regidor en una película. Siempre de compras o de camino a comprar algo. Le toma el pelo Ion Arretxe llamándole el rey de las tiendas de veinte duros. Sólo Aurora Martínez puede ganarles en paraderos desconocidos y en sitios insospechados.

Martes 22 de junio.

Invitados por el Alcalde de Oviedo nos acercamos al Auditorio al concierto de la Sinfónica de Viena. Strauss, padre e hijo, nos trajeron el recuerdo de muchas películas. En el entreacto presento a Jaime Reinares, concejal de economía del ayuntamiento y exjugador del Barça, a Pedro, concejal de economía de la película y forofo del Español. Mientras, al lado, Quirós, preguntaba a José Mª del Viso, concejal de cultura, en qué recóndito lugar de los sótanos del teatro Campoamor se encontraría su corto Comamos y bebamos todos de él, extraviado desde su estreno. Alicia Luna y yo, con cara de tráganos tierra, escuchábamos rodeados de un buen número de canónigos, también invitados al palco. En él, Adriana ejerció de reina. Nosotros de corte. Los canónigos daban el punto medieval a la escena.

Miércoles 23 de junio.

Comienza el rodaje en el Puertu Payares. Un camionero de voz cazallosa piropea groseramente a Adriana Ozores. Un fittipaldi hace trompos con un descapotable de figuración, mientras la guardia civil corta el tráfico. Para mañana se cambia el plan de rodaje. Jorge Rivero tiene que encontrar a los manifestantes que mañana detendrán al ALSA en Ujo. Tarea complicada. Esta noche es San Xuan en Mieres. Los figurantes se van a presentar de doblete. Por la noche, reunión de Pedro y Quirós. Producción versus dirección. A Quirós le faltan planos y a Pedro le sobran. La eterna historia. La dejo para el diario B, al lado de tantas otras. Este rodaje está dando mucho de sí en este sentido.
Jueves 24 de junio.

La periodista y escritora Beatrice Sartori, presente desde hoy en el rodaje, me regala su libro Antonio Resines: de Yucatán a Berlín, recién publicado por el Festival de Cine Español de Málaga. Me dio un repaso a la hoguera de las vanidades del cine.
Sobre mis fotos, Resines advierte un problema de racord por su barba. Cuando se rueda la salida en Figareo es de un día. Hoy es de tres y estamos en Puente los Fierros. Pide consejo al niño del bar donde tomamos el café: "¿Un señor que tenga esta barba por la mañana puede tener esta otra por la tarde?". El niño, muy serio, contempla la foto y su cara. "¡Sí!", dice muy seguro. "¡Nos ha jodío!", añade Resines, "si un niño se lo cree, se lo cree todo el mundo".

Viernes 25 de junio.

Las rampas del 17% de Payares se hacen duras. Hace un sol de justicia. Julio Madurga pregunta por la fama inmerecida de esta tierra. El verde sigue siendo la prueba de que aquí sigue lloviendo. Pero este rodaje se está librando del agua. El viento arrecia. El equipo técnico está literalmente colgado del precipicio. Gege Godoy retoca los pelos al viento. María Bullido aplica en spray dosis adicionales de sudor. Eva Díaz y el equipo eléctrico se cuelgan del trípode de la cámara para que no lo venza el aire. Gustavo de la Fuente hace equilibrios con la claqueta desde el quitamiedos de la carretera. Sonia Mula sujeta como puede el tenderete del combo, donde se ven las imágenes rodadas. Urko Garai hace de la percha de sonido un mástil sin bandera. Al fondo, desde el mirador del Parador, un grupo de hinchas del Caudal Deportivo de Mieres, vestidos como ultras del Sporting de Gijón, contempla la escena, preparados para recibir a los caminantes en la cima. Adriana Ozores, espléndida en su esfuerzo, no tiene fuerzas ni para reñir a Nicolás.

Sábado 26 de junio.

Volvemos a Tres Amigos. Resines y Adriana ven una tolva en tierras de León. En apariencia la instalación está cerrada. Resines tira de una palanca. Una pequeña nube de polvo negro cae sobre ellos. Apenas se enteran. En la segunda toma el equipo de efectos especiales
carga la tolva. Poco más y quedan sepultados. "¡Esta me la pagáis!", gritaba de un Resines más negro que el blanco camuflado de El cantor de jazz. Sólo a él se le ocurre, en plena escena, mirar para arriba. La sonrisa blanca de Adriana, enmarcada en negro, da cuenta de ello. El que no se ríe hacia fuera lo hace para adentro.