(Resumen
en castellano del libro L’Asturianada, Premio de Ensayo "Máximo
Fuertes Acevedo" del Principado de Asturias 1998)
Dentro
de la relativa uniformidad de la música europea, en general,
y de la española, en particular, la tonada es el género
más identificativo y singular de la música asturiana.
La particular manera de interpretar de los cantadores de tonada
hizo que, al iniciarse el siglo XX, algunos músicos cultos estudiosos
del folklore, influenciados por las ideas regionalistas en la política
y nacionalistas en la música, hallaran en ella los rasgos más
calificativos y diferenciales de la personalidad asturiana.
La
especialización que nace de la dificultad técnica y el
carácter lúdico de la propia tonada, es lo que
permite que actualmente sea ésta la única expresión
no anacrónica de nuestro folklore. Es decir, la tonada
es una manifestación actual de la cultura musical asturiana,
con abundantes raíces en el pasado, pero indiscutiblemente viva
en el presente. La danza alrededor de la hoguera en la noche
de San Juan, cualquiera de los pericotes que se danzan en Llanes
o los saltos de un fandangu como el xiringüelu, son
manifestaciones recreadas por los intérpretes, al gusto de una
época y con el deseo de mantener la pureza de dicha manifestación,
tanto en el canto como en la música, como en la propia vestimenta
de los danzantes y bailadores. La tonada, por el contrario, es
una manifestación de ayer, de hoy y seguramente de mañana.
Atraviesa, como la mayor parte de las manifestaciones populares, momentos
peligrosos. Pero, en el presente, no puede decirse que se trate de un
género muerto, ni tan siguiera en vías de desaparición.
La
asturianada –la manera más generalizada de denominar las
canciones de tonada- es quizás el elemento musical más
identificativo de Asturias. Y, en general, junto con la lengua asturiana,
en la que se encuentran escritas la mayor parte de sus letras, es el
elemento más propio de Asturias. El término asturianada
existe porque existe Asturias. Es, pues, a partir de una visión
romántica, regionalista, nacionalista... una parte claramente
identificativa de este pueblo. Tiene un lenguaje musical propio, se
da en un ámbito cultural muy concreto y se convierte, a lo largo
de este siglo, en una seña de identidad única y clara,
propia y diferente.
Cuando
se pretende hacer un estudio histórico de la evolución
de esta particular manera de cantar, se encuentran dos importantes obstáculos:
el desconocimiento de la situación de la canción anterior
a los años finales del siglo XIX y la incertidumbre sobre sus
orígenes. Los documentos o referencias anteriores al año
1885 son escasos, tónica general a todo lo que refiere a la música
asturiana. En este año se publica en Madrid el cancionero de
Rufino G. Nuevo y Miranda Todo por Asturias. Primer capricho pot-pourrístico
sobre cantos populares de Asturias, una suite al gusto de la época
sobre dieciséis temas populares, quince de los cuales van acompañados
de su texto y una denominada "Zarabanda asturiana al son de gaita
y tambor". El segundo de los temas que aparece en la suite es el
popular "Soi de Pravia", tonada muy renombrada en la
época, como lo demuestra su incorporación a otros cancioneros
y dando nombre a una de las más populares y exitosas obras del
dramaturgo Vital Aza.
El
tema de los orígenes, como suele suceder en estos casos, es complejo.
Los pocos estudios hechos hasta la fecha no van más allá
de las suposiciones, en buena medida inverosímiles. La búsqueda
de las fuentes en las que se nutre la tradición cambia con las
modas y gustos del momento, por lo que son entendibles las fáciles
adscripciones a orígenes celtas, mozárabes, cantos gregorianos,
parentesco flamenco...
Lo
cierto es que la tonada y las variaciones actuales que sobre
su estructura se hacen, tienen una historia constatada de algo más
de un siglo y una historia oculta anterior difícil de averiguar.
Así, esta manera de cantar pasa completamente desapercibida para
los escritores y estudiosos de los años anteriores a 1885 y queda
por vez primera reflejada en la obra del avilesino Nuevo y Miranda.
Hasta este momento, parece que los cantos populares, incorporados mediante
su transcripción pianística al gusto de los salones de
la época, no hayan merecido la atención de nadie.
La
serie de características que definen la tonada son lo
suficientemente significativas como para extenderse, en la voz de los
cantadores, hacia otros géneros de la canción asturiana.
Así, géneros como la vaqueira, la añada,
la xiraldilla, etc., propios de otros ámbitos y relacionados
con otras actividades, pasan a integrar el repertorio normal de los
cantadores de tonada.
De
este modo, a los largo del siglo XX fue extendiéndose el término
asturianada para definir esta manera de cantar a la asturiana,
o sea, con las características propias de la tonada tradicional.
Aunque se utilicen los términos tonada y asturianada
indistintamente no podemos olvidar este matiz diferenciador. Los
términos de tonada y tonada de la tierra (como
recogen Bemunt y Canella), han podido ser los más extendidos
el siglo pasado para diferenciar este modo de cantar. A lo largo del
presente siglo es el término asturianada el que viene
a tomar su relevo. Igualmente, el término que identifica de hecho
a la persona que interpreta tonada o asturianada es el
de cantador o cantadora.
Como
comentaba anteriormente, los estudios sobre la canción asturiana
son escasos. Este hecho queda aún más patente si se compara
con la abundante bibliografía que han generado otros apartados
de la cultura asturiana. Eduardo Martínez Torner llevó
a cabo una serie de interesantes aproximaciones que, en el presente,
se ven necesitadas de una ampliación. No obstante, la tonada
en concreto no aparece, ni siquiera en los estudios de Torner, como
género diferenciado.
La
tonada continúa siendo en la actualidad el género
más identificativo de la música asturiana. Su ductilidad
le permite afrontar el futuro con grandes expectativas. Pero sus intérpretes
actuales se encuentran en la encrucijada del desconocimiento y de la
reiteración.
El
desconocimiento que los cantadores de tonada tienen del género
origina una repetición reiterativa de los canciones de los considerados
clásicos. Olvidando que estos mismos clásicos, en su tiempo,
fueron transmisores de unos estilos y a su vez creadores en ellos. La
limitación de la creatividad es, en el momento presente, el principal
obstáculo con el que se encuentra el desarrollo futuro de la
tonada. Esta limitación de la creatividad se viene fomentando
desde hace años por medio de los concursos de canción
asturiana, en los que se premia, por encima de otros valores, la fidelidad
de la interpretación de una canción al modelo conocido
en la voz de alguno de los cantadores clásicos. En el
presente, ni uno sólo de los concursos existentes –y son varios-
cuanta entre sus bases con una que especifique el fomento de la creación
de nuevas tonaes.
Sin
creatividad la tonada se acabará convirtiendo, en poco
tiempo, en un género a conservar, anacrónico igualmente,
pero no vivo. Imitar a los clásicos puede ser un buen ejercicio
de estilo. Los cásicos lo fueron porque lograron imprimir el
so sellu a una serie de tonaes que hoy los representan. Este
continúa siendo el mejor camino a seguir por los cantadores
actuales.
Traducción:
Ana G. Cano.
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