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Solo en mitad de la plaza

2012 / 09 / 08 - El Comercio

Solo en mitad de la plaza

En conversación mantenida con Juan Menéndez Muñiz, Juanín de Mieres, en 1997, durante la elaboración del trabajo L’asturianada: ensayu sobre la vitalidá d’un xéneru, me habló del tiempo en que se cantaba sin micrófono en los escenarios. Añadía además que su compañero de dúos, José Crespo Bobes, Gasparina, interpretaba “Dime xilguerín parleru” a la manera de El Raitán y que él mismo le hacía la segunda voz en esas ocasiones. En Mieres se sigue llamando a este cantador Juanín el Grillu.

En los tiempos en que Goya pintaba las hazañas del torero Martincho vivió en Madrid un personaje asturiano muy curioso conocido como El Raitán. Las corridas de toros de entonces tenían poco que ver con la fiesta reglamentada que conocemos hoy. De hecho, El Raitán alcanzó renombre por esperar inmóvil en el centro de la plaza a que el toro lo acometiese, apoyando su mano en el tronco de un árbol plantado en la suerte de banderas. Cuando el toro le embestía daba un salto prodigioso hasta quedar suspendido en una rama. Con las astas del toro clavadas en el tronco, el público rompía en vítores y aplausos. En ese momento, El Raitán descendía por la otra parte y repetía la jugada hasta que, cansado de no conseguir nada, el toro desistía y se quedaba mirando al torero.

En ese momento –y de ahí le viene el sobrenombre-, imitaba a un “raitán” (petirrojo) cantando una tonada a la manera que aún se sigue advirtiendo en ciertas melodías que imitan un pájaro (“Dime xilguerín parleru”) o un instrumento musical (“Cuando oigo sonar la gaita”). La voz de El Raitán era tan soberbia que, en medio del silencio contenido de la plaza, se le escuchaba. Lo que en estos tiempos en los que existe la megafonía puede considerarse toda una hazaña, pero que, hasta bien entrado el siglo XX, era el modo habitual de cantar.

Así, el 17 de septiembre de 1922, en la plaza de toros de Uviéu, el concurso de tonada que organizaron, entre otros, Eduardo Martínez Torner, Juan Uría Ríu y Baldomero Fernández, no contó con ningún medio de megafonía. La magnífica voz de Vicente Miranda se alzó con el primer premio, seguido de Carlos Cano Artamendi, Esperanza Fernández y Enrique Cienfuegos, Quin el Pescador.

Me viene esta historia en este momento porque un grupo de aficionados a la canción asturiana pretende recuperar la esencia de los antiguos concursos de tonada volviendo a sentir a los intérpretes sin megafonía. Como se sigue haciendo en los concursos de canto y en buena parte de los concursos de jotas. Será interesante ver cómo evoluciona esta idea.




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