Un yate en Puerto Banús
2012 / 08 / 07 - La Nueva España
El economista Jean-Marie Martin-Amouroux escribía en 2008 el libro Charbon, les métamorphoses d’une industrie. La nouvelle géopolitique du XXI siècle (Editions Technip, París, 2008). Sus trabajos en el campo de la economía de la energía son una referencia a nivel mundial, desde la publicación en 1990 de L’Economie mondiale de l’énergie, por el que recibió el premio Sadi Carnot del año 1991.
Sus reflexiones sobre el futuro del carbón siguen llamando la atención. En 1913 el carbón representaba el 56 % del consumo mundial de energía. Este consumo cayó por debajo del 25% en la década de los 70, en beneficio del petróleo, principalmente, lo que llevó a algunos a pronosticar su desaparición en la primera mitad del XXI. No obstante, en 2007, el carbón aún representa el 27% del balance energético mundial, por detrás del petróleo (32%), pero por delante del gas (21%) y, evidentemente, por delante de todas las demás fuentes de energía no fósiles.
Según sus propias palabras, los informes de la Agencia Internacional de la Energía y de la Unión Europea convergen sobre el regreso del carbón en 2050 al frente del aprovisionamiento energético mundial, con un 32-34%. Por delante del petróleo (23-27%) y del gas natural (19-24%). Detrás de estas pertespectivas están presente dos realidades constatables: el consumo mundial de energía aumentará impulsado por Asia, pobre en hidrocarburos pero rica en carbón: y las tensiones mundiales del mercado del petróleo incitan a una constante búsqueda de sustitutivos.
Las cifras mundiales del mercado del carbón son tan impresionantes que el volumen de las explotaciones de Asturies y España apenas cuentan. De hecho, el dinero del que se está hablando para su rescate actual es bastante inferior al precio del yate A, anclado estos días en Motril y Puerto Banús, propiedad del multimillonario ruso Andréi Melnichenko, dueño a su vez de SUEK (Compañía Energética del Carbón de Siberia).
Por tan poco dinero no se discute. Ni éste, ni ningún otro gobierno. Si el carbón tiene futuro económico y la cuantía necesaria para salvar nuestra producción es irrisoria, el conflicto actual está sirviendo únicamente para esconder tras sus barricadas otros problemas mayores. Es preferible que se proteste por el carbón a que se haga por Bankia. Por poner un ejemplo. En el asunto de Bankia, para taparlo, están todos de acuerdo: sindicatos incluidos. En el del carbón, yá se ve, como siempre, los de verde por un lado y los de negro por otro. Lo de León que si esto, los de Asturies que si lo otro. Ni para esto se ponen de acuerdo los mentecatos. Perdón, quise decir los sindicatos.