Volver a Gerardo Orviz
2012 / 05 / 26 - El Comercio
Se cumplen estos días cincuenta años de la primera grabación del maestro de tonada Gerardo Orviz y un cuarto de siglo de su regreso a Asturies tras vivir y trabajar en Barcelona desde el año 1962. Un buen momento para repasar la trayectoria de alguien que continúa en activo –hace unos meses presentaba su último disco, un doble CD, y sigue domingo a domingo interviniendo en el Concursu Ciudá d’Uviéu como jurado- y que representa perfectamente a la generación que aprendió de los clásicos pero también se atrevió a hacer cosas nuevas.
Gerardo Orviz había nació en Santa Bárbara, Samartín del Rei Aurelio, en el año 1929. Empezó a cantar desde bien joven y con diecinueve años se presentó por vez primera a un concurso, el de Sotrondio. Diez años más tarde, en 1958, se alzó con el primer premio del reputado concurso Rumbo a la Gloria, que revalidó al año siguiente. En 1960 fue campeón igualmente del festival Desfile de Estrellas.
Pasados los ochenta años, en la actualidad, su actividad como intérprete continúa integrando el Trío La Toná y la Coral de San Martín de Sotrondio. Pero, sobre todo, sorprendiendo a las nuevas generaciones de cantadores con discos como La caleya, agotado, y más recientemente como Tonaes y nueves canciones, con 28 nuevos temas.
Gerardo Orviz representa como pocos a la generación de cantadores a la que le tocó dar el relevo a los últimos clásicos, los miembros históricos que habían grabado las piezas tenidas como clásicos indiscutibles de la asturianada y que habían sobrevivido hasta los años cincuenta: La Busdonga, Miranda, Cuchichi, Juanín de Mieres…
Innovador y trasgresor, en el presente Gerardo Orviz es una referencia obligada a la hora de pretender explicar el relevo generacional que desde hace diez años se viene dando en la canción asturianada. Vivió una época en que se repitieron, sobre manera, los esquemas más clásicos, pero él supo introducir una temática más social en las letras de sus canciones, de manera que hablasen también del presente y, sobre todo, conservó hasta nuestros días ese espíritu joven que mantiene quien siempre tiene algo nuevo que ofrecer. Lo que hace que nunca esté de más volver a Gerardo Orviz.