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En vivo y en directo

2010 / 01 / 02 - El Comercio

En vivo y en directo

El Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, dependiente del Ministerio de Cultura, acaba de aprobar de cara al 2010 una línea de subvención a los conciertos en directo. La idea, por el momento, cuenta con el apoyo unánime de las asociaciones profesionales de músicos, de la Asociación Estatal de Salas de Música en Vivo y, como no podía ser menos, de la Sociedad General de Autores de España. La partida destinada en los Presupuestos Generales del Estado es de medio millón de euros. No se trata de una cantidad importante. Pero, tampoco, desdeñable.

Este línea de subvenciones a la música en directo que ahora proyecta el Ministerio de Cultura ha venido funcionando, con mayor o menor acierto, en diferentes comunidades autónomas. En Asturies, por problemas presupuestarios, según alguna opinión, o por el propio fracaso del programa, desapareció de la programación de la Consejería de Cultura hace algo más de dos años.

Aparte de los problemas presupuestarios, ¿qué otros surgieron en nuestra comunidad como para que fracasara esta línea de subvención a la música en directo que ahora plantea como la panacea el Ministerio de Cultura? Fundamentalmente dos: se subvencionó exclusivamente a los locales públicos (auditorios y salas de los ayuntamientos) y se dejó la gestión del programa de conciertos en manos de una empresa privada que no contó con la aprobación de los propios músicos ni de los gestores de los locales municipales.

La crítica más generalizada surgió cuando empezó a darse el caso de conciertos programados en un ayuntamiento que no habían sido publicitados. La publicidad elaborada por la empresa privada no servía como fuente de información para los posibles espectadores (mal diseño y peor distribución). La mala comunicación entre empresa y local de actuación llevó a que se dieran casos de conciertos en los que faltaban sonido o instrumentos. Cuando no el propio técnico del local.

Las críticas al programa arreciaron en la última legislatura, de forma que la siguiente, la actual, no se vio con fuerzas para afrontarlo. Dando esperanzas año tras año a los ayuntamientos de llevarlo a cabo, pero no concretando nada –ni siquiera en este momento en que apenas queda poco más de un año para el final de la legislatura.

Y la solución, aunque no perfecta –nunca puede serlo-, la tiene la propia Conseyería de Cultura en su programa de Circuitu Asturianu de Teatru Profesional. Un programa en el que, desde hace años, vienen participando un buen número de ayuntamientos asturianos y que abarca prácticamente todas las salas importantes de nuestra comunidad. El ayuntamiento tiene que contar con una reserva de crédito a primeros de año y las obras se escogen haciendo cuadrar el propio presupuesto y el que proviene de la subvención de la Consejería. Los propios grupos están suficientemente implicados como para hacer que el programa funcione. Y la gestión se lleva a cabo, directamente y a través de reuniones periódicas, entre los responsables de gestión de la Conseyería y de los ayuntamientos.

Hace apenas un mes se ha dado un paso más en este sentido y se ha organizado la I Muestra de les Artes Escéniques del Principáu d’Asturies, en diferentes locales de la Laboral Ciudad de la Cultura. Un total aproximado de veinte espectáculos teatrales producidos por otras tantas compañías asturianas y que, a lo largo de tres días, se mostraron no solamente a los programadores asturianos sino también a un buen número llegados de fuera.

Una Muestra que ha tenido críticas. Normales en una primera edición. Típicas de los grupos de teatro contra los programadores. Evidentes de los programadores contra la administración. Pero, también, una Muestra en la que se volvió a hacer constar, entre todos los programadores, la absoluta necesidad de que exista algo similar en el abandonado campo de la producciones musicales.

Es año de crisis y, por ello, difícil para plantear cualquier innovación. Más en este terreno de las producciones y espectáculos musicales en el que ya se lleva tanto sin hacer nada. Por una lado, la falta de profesionalidad de buena parte de los músicos hace que sea bastante complicado crear un Circuitu Asturianu de Música Profesional. Pero, por otra, el simple hecho de haber tan pocos profesionales, hace que sea más fácil de llevarlo a cabo que en el caso de las compañías de teatro. Económicamente incluso.

Los conciertos, en este momento, están siendo la tabla de salvación de los grupos profesionales. De los pocos grupos que se han tenido que buscar la vida más allá de escasísimo ámbito de los conciertos gratuitos municipales. Una gratuidad que contribuyó, más que ningún otro concepto, a acabar con la propia red de conciertos. Lo que se da gratis no tiene valor: es una de las reglas más elementales del marketing. Una regla que los ayuntamientos dejaron de lado en aras del populismo ramplón del todo gratis que, a la larga, sólo ha contribuido a que el público no valore en nada la música –y, en buen número de ayuntamientos, tampoco el teatro.

Por ello, ahora que el Ministerio de Cultura plantea un programa de estas características como la panacea, esperemos que cumpla una pequeña serie de requisitos. El primero, que prohiba que los conciertos subvencionados sean gratuitos. El segundo, que abarque la programación a locales privados. El tercero, que sean los propios programadores locales quienes programen y no les vengan impuestos determinados artistas. Y, como no, cuarto, que la administración realice un control rígido de cómo se gasta ese dinero público (no sólo porque vayan a participar locales privados, sino porque lo van a hacer locales públicos y esto, en periodos electorales, es francamente peligroso).

Idénticas indicaciones que las que se podrían hacer a la Conseyería de Cultura y Turismu del Principáu d’Asturies con relación a un programa relacionado con la músicas asturiana profesional.




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