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La voz neta

2009 / 12 / 19 - El Comercio

La voz neta

Algunas de las principales características que definen la tonada asturiana se expresan a través de términos populares muy difundidos en su ámbito y con los que de manera tradicional los cantadores y entendidos del tema se expresaron con propiedad sobre ella. Así, pueden escucharse términos y giros como al altu la lleva, poner la voz, dir arriba, empatar, revolver, cantar por o tener la voz neta. Cada uno de ellos se corresponde, de manera bastante natural, con una definición lógica referida al canto.

Un vocabulario que es preciso conocer cuando se habla de una voz como la de Lolo de Cabranes, José Manuel Robledo. Un joven –podríamos decir a pesar de sus 55 años- que apenas lleva 10 participando en concursos de tonada. Se apunta en el de Amieva en 1998 en la modalidad de aficionados y lo gana. Para dar al año siguiente el salto a la modalidad profesional y quedar cuarto en el de Xixón y segundo en el de Amieva, en la modalidad de cantar a la gaita, una modalidad en la que es un verdadero especialista y que ganaría en la siguiente edición.

Para denominar ese tipo de voz no maleado por los concursos, los festivales y las actuaciones en directo, se habla de la voz neta de tal o cual cantador. Uno de los mejores ejemplos lo seguimos teniendo en Lolo de Cabranes, quizás en buena medida debido al hecho de haberse acercado a los escenarios cuando ya tenía la voz formada.

Se trata de un término muy claro. Así, a la hora de referirse a determinadas figuras, como puede ser el caso de Josefina Fernández, sus seguidores emplean el término diciendo que “Josefina tenía la voz neta”, indicando con ello que, a pesar de haber participado en concursos, cuando lo hizo aportó a ellos la pureza de una interpretación en toda regla sin los adornos propios de quien a por todas sobre un escenario o las estridencias de quién mueve al público a un aplauso fácil.

Después de aquel número uno en el concurso de Amieva sus primeros premios no dejaron de sucederse en los años siguientes en otras importantes citas como el Ciudá d’Uviéu, el concurso de La Nueva de Llangréu o el Cuenca del Caudal de Returbiu de Mieres. En el 2004 es nombrado como una de las diez mejores voces del año en el Memorial Silvino Argüelles, un premio que obtiene a partir de entonces tres veces más, en los años 2006, 2008 y 2009.

De ahí la importancia de contar en el mercado con este trabajo, Sabor Asturianu. Había una pequeña cantidad de tonadas suyas grabadas y desperdigadas por diferentes recopilatorios, como los de los concursos de Amieva, La Nueva o Uviéu. Pero llevaba tiempo necesitándose un disco propio como éste, en el que va acompañado de la gaita de Óscar Fernández, cuenta con los arreglos del teclista Fernando Malva y la producción de Narciso Fernández.

El acompañamiento de gaita tiene una especial importancia. Lolo de Cabranes es en este momento una de las principales voces a la gaita y, sin duda, es con Óscar Fernández con quien mejor trabaja. Y, la mejor prueba de ello, la tenemos en las dos tonadas que hacen a dúo: Xunci les vaques Ramona y Que vivan los asturianos, donde las voces empatan a la perfección.

Empatar se denomina, en este sentido, el perfecto ajuste entre una voz femenina y otra masculina en este tipo de cantares, pero también la correcta afinación entre dos voces cuando interpretan al unísono. Un empate que vuelve a brillar en la canción dialogada que interpreta con su hija, Almudena Robledo, otro de los mejores momentos del disco, Esta nueche fui de ronda.

Para quien pueda tener alguna duda sobre la belleza de este disco y de esta voz, le recomiendo su versión de clásicas como L’aire m’apagó la vela, Hermosa villa de Mieres o Pidí-ylo a la mio morena, todas ellas a la gaita, o como Para castañes Tremañes y Baxaba Barrial de Casu, sin ella. Una buena manera de volver a encontrarse con esa voz neta tan necesaria. La de un maestro del que se puede aprender mucho. La de una gran voz de ahora mismo con sabor a los clásicos.




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