De La Canal pa allá
2009 / 09 / 15 - La Nueva España
De pequeño también estaba prohibido jugar en los patios de los colegios. Como ahora durante las vacaciones. El periodo en el que los críos tienen más tiempo para dar patadas al balón, los patios cerrados. De aquella dejábamos a uno vigilando en el portón del Liceo. En el momento que se acercaban las fuerzas del orden (?) todos corríamos y saltábamos por el lado contrario. Sólo tengo recuerdo de que nos hayan pillado una vez. Nos llevaron como criminales al despacho que tenían donde ahora está Registro del Ayuntamiento. Los otros guajes nos vieron pasar al lado de los policías. Nos convertimos en héroes locales. En diez minutos se presentó mi padre a buscarnos. Era maestro del Liceo. Dijo que sabía que estábamos allí mientras él corregía exámenes en el interior. Era una verdad a medias. Era cierto que estaba corrigiendo exámenes. Pero también lo era que habíamos saltado, como siempre, el portón. Las mentiras a medias se llaman metáforas.
Por eso, para los guajes de entonces, el paraíso era Santa Marina. Mi padre había sido maestro allí. Mis amigos seguían siendo los compañeros de escuela de entonces. La Canal marcaba una línea divisoria. Nada más pasarla se podía jugar a fútbol en cualquier parte. Incluido el patio del colegio. Una barrera de vías de tren, escombreras, huertas y un par de naves industriales, separaba el territorio libre de Santa Marina del Mieres centro.
Con el tiempo se pretendió que Santa Marina perdiera sus señas de identidad. Derribaron el bulevar de la entrada. Una avenida arbolada que te mostraba de un solo golpe de vista que entrabas en otro país. Santa Marina era Francia. Mieres era España. Cuando ser español era un insulto. Después taparon La Canal. La verdadera frontera. Santa Marina era Venecia. Mieres era un pueblón por el pasábamos camino de León. Por último, urbanizaron todo aquel inmenso territorio salvaje que nos separaba de la barbarie. El Vasco-Mayacina.
Un espacio perfecto para construir un campo de fútbol que uniera Mieres y Santa Marina. Un terreno de juego que mostrara a los guajes de Mieres el espacio de libertad que sigue representando Santa Marina. Pero se optó por lo contrario. Por mostrar a los críos de Santa Marina el espacio de tristeza que representa Mieres. En vez de Mieres del Camín: Mieres del Prohibido Jugar.
Pero, al desaparecer las barreras que separaban Mieres de Santa Marina, aparecieron cosas positivas. La principal: los guajes de Mieres descubrieron aquel espacio de libertad. Y que podían de alguna forman ser de Santa Marina siendo del Santa Marina. Mieres es Sevilla. Y los del barrio seguimos siendo del Betis. Aunque esté en segunda.