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Curso de inglés

2009 / 08 / 04 - La Nueva España

Curso de inglés

La primera profesora que tuvimos de inglés en el Instituto no sabía inglés. Pero nosotros no sabíamos que no lo sabía. La dirección del centro, sí. Pero, por aquel especial empeño de la época de abrirse al exterior, la inspección educativa de entonces decidió incrementar la oferta educativa de idiomas. Hasta entonces habíamos vivido la mentira educativa de que el francés era la lengua de la cultura y del futuro. Todos lo de mi quinta, para defender nuestro inglés macarrónico o nuestro total desconocimiento, seguimos alegando en nuestra defensa ser de la época del francés.

La profesora entró en clase. Aún no sabiendo inglés se atrevió a decirnos Good morning! A continuación, en correcto español de entonces, nos señaló cuántos ilustres asturianos y españoles hablaban inglés. Entre los asturianos, citó a Jovellanos. Entre los españoles, a Manuel Fraga, de aquella ministro o embajador por fuera. Después nos dio una hoja de vocabulario que contenía los días de la semana, los meses, las estaciones, los colores y las fórmulas de saludo. Pensé que se trataba de la hoja de trabajo del día. Me equivoqué. Era el esquema de todo lo que íbamos a dar en el año.

Sigo encontrándome de vez en cuando con esta profesora. Ya no está dando clase en Mieres, pero continúa en la enseñanza. Aunque de pequeños nos parecía tan mayor, apenas tenía una docena de años más que nosotros. Con lo que todavía no se jubiló. Una vez que me la encontré en la cola de un concierto, hacia finales de los noventa, me animé a recordar viejos tiempos. Moderadamente. Como soy muy educado, sólo hablamos del viejo Instituto. No le recordé que una vez que me pilló mascando chicle me lo pegó en el pelo. Ni que otra vez que me hizo llorar por pegarme con una regla cuadrada, comentó dirigiéndose a toda la clase, con absoluto desprecio: “Ahora nos toca soportar a esta niña llorando”. Y no lo dijo en inglés. No sabría, claro. Es una frase complicada.

Me comentó que seguía de profesora. De francés. Pero que ahora, por los nuevos programas de enseñanza, apenas tenía alumnos. Con cara de resignación cristiana me dijo que ahora la lengua de la cultura y del futuro era el inglés. Le recordé entonces que yo había sido alumno suyo de este idioma. Su hija, que estaba haciendo cola con ella, casi se atraganta de risa. Ella no comentó nada. Yo no me atreví a añadir más. La cola avanzó hacia la taquilla. Mientras su hija, a mis espaldas, seguía riéndose.




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