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Botellón celta

2008 / 08 / 06 - La Nueva España

Botellón celta

Intercéltico en Avilés y botellón en Lluanco. Vuelve la guerra entre celtas y romanos. Los romanos son los del Ayuntamiento. Una guerra tonta. Los romanos, la historia nos lo dice, ganan siempre. El botellón es menos celta y más guarro. Una montonera de gordas y feas junto a un montón de escuchimizados y caras de acné vomitando por las esquinas. Las guapas y los guapos ni son celtas ni van de botellón.

Como en Las Delicias de Lluanco con amigos de La Nueva España de Avilés. Conspiramos un rato. De cómo se van a cargar entre todos el intercéltico. De cómo este año hay sitio para aparcar en todas partes. De cómo es el último chiste del concejal de Mieres del que son todos los chistes. De cómo el Niemeyer se va a tragar la Laboral y, de paso, lo poco que queda de Uviéu. De cómo quedar como ruín y miserable aún ganando un juicio a la alcaldesa de Avilés… De las mismas cosas que seguimos hablando al día siguiente de cena en el Entreplazas de Xixón con otros amigos de Avilés y Lluanco. Esta noche hay botellón. Que lo aguante el alcalde. Nosotros marchamos fuera.

Mi hijo pequeño está encantado en Lluanco. Se lo cuenta a todo el mundo. En Mieres ya está prohibido jugar en todas partes. La pelota y la bicicleta están vedadas. En cambio los perros siguen cagando en todas parte. Y la empresa Fernández cogiendo pasajeros donde le da la gana. Con estos no se mete nadie.

Vi en cambio a Anabel Santiago en el Intercéltico. Desde su casa en Peroño se ve la playa de Aramar. Y la isla del Carmen. Al atardecer, la isla está soberbia. Xavier Arbesú me regaló el proyecto de restauración de la capilla. Cumplo treinta de mi primera visita a Lluanco. Como siempre ocurre, detrás de una mujer. Sigo detrás de ella. Algún día de estos igual la convenzo y nos casamos.

Lluanco cambió bastante en treinta años. Entonces había chicas con cofia –al gusto de las señoras- y falda cortita –al disfrute de los señores-, tirando de los carricoches de los niños. Ahora sigue habiendo igual de gente rica y pija. Pero los constructores se están volviendo locos para vender los pisos. Como aquí. Que no hubieran construído tanto y mal. En Mieres les va a pasar lo mismo con los de La Mayacina. Unos arquitectos que no sabían donde estaba Mieres los diseñaron. Muy modernos. Muy vanguardistas. En fin, horribles. Los que construyen ya saben lo que les espera.




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