Chigre, gaita, tonada y sidra

2014 / 10 / 18 - El Comercio

Dentro del ámbito de la tonada existe el concepto del “magisterio del chigre”. Finales del siglo XIX, principios del XX. La industrialización de Asturies es imparable. La economía crece. Los chigres proliferan. Las grandes voces de tonada, que hasta entonces sólo tenían como espacio de lucimiento el “práu” de la romería, cuentan ahora con el ámbito del chigre. Un espacio más cerrado, más cercano. Un cantador se anima escuchando a otro. Allí mismo se dan las primeras clases. El magisterio del chigre. El número de cantadores crece exponencialmente en aquellos años. De allí surge la primera generación de clásicos: los padres de La Busdonga tiene un chigre en la plaza Requexu de Mieres; Santos Bandera y los de Felechosa paran siempre en el Ferroviario de Gascona; en El Español de Uviéu cantan noche tras noche El Mochuelo canta flamenco y tonadas como “De Santander a Xixón”; por el Transporte de Pumarín, La Caleyina del Fontán y Casa Marica Uría (actual Dólar) de Porlier se junta a veces con Cuchichi, El Maragatu y Xuacu’l de Sama; en Xixón eran catedrales del cante El Planeta y El Liberal, que siempre frecuentaban Pachín de Melás y Francisco Maya.

Esa tradición de cantar por los chigres nunca se perdió, como quedó reflejado en el cancionero de Mieres “Les cuarenta principales”, del año 1999. A pesar de las prohibiciones. Para recuperar estos espacios se crearon los concursos de cantares de chigre. Una idea excelente, en aquellos sitios en que se supo ir distinguiendo la diferencia entre una tonada, una canción de coro y un cantar de chigre. O, lo que es lo mismo, la diferencia entre “A la salida del Sella”, “Axuntábense” y “Fuisti al Carmín de La Pola”. Para cantar la primera hay que ser cantador de tonada. Para la segunda, haber ensayado en un coro. Con la tercera podemos todos a poco que la sidra esté buena y la compañía sea agradable. Como ocurre estos días por Gascona, donde arranca la III edición de sus “Cantares de chigre”.