Entre la basura
2013 / 01 / 29 - La Nueva España
Salgo del cine. Está orbayando. No es tarde, apenas las diez de la noche. Llego al portal de casa y me encuentro a un chico hurgando en la basura del bar de al lado. Una chica lo espera y lo mira a apenas veinte metros. Son jóvenes los dos. Muy jóvenes. Ella lleva capucha y mira nerviosa. Él no encuentra nada y se dirige a la basura del bar de enfrente. Ella continúa en medio de la calle. Al final no parece encontrar nada y se giran calle arriba camino de la basura de otros cuatro bares más.
Salgo del cine. Decía. No salgo de ver Los Miserables, pero podría tratarse de una escena de la novela si la película no fuese un musical de Hollywood. He leído cosas así en Galdós, referidas también a España. No pensaba que me tocara verlas. Tan frecuentemente. Vivo en la calle Jerónimo Ibrán. No sé si es el centro, pero es céntrica. Como regreso tarde con frecuencia suelo ver escenas como ésta. Quizás porque miro hacia los lados cuando camino. Si fuese mandando whatsaap por el móvil o enviando twits, seguramente no lo vería.
En la esquina de la calle, camino del coche camino del cine, tocaban un acordeón. No sonaba especialmente bien, pero sonaba bastante mejor que esta tarde de lluvia de enero. A la puerta del Alimerka está pidiendo un chica sentada en el suelo. Cuando pasé por la mañana estaba de pie. Lleva más de doce horas, no me extraña que esté sentada. Frente al cajero, arrodillado, alguien extiende la mano. Todo ello en una distancia de menos de cien metros. Me recuerda una escena de la biografía del joven Carlos Marx en su barrio de mierda de Londres. Veo que sus reflexiones de entonces no sirvieron gran cosa. También lo encontré en los escritos del príncipe Kropotkin. Por menos su amigo Bakunin ya había puestos bombas por media Europa.
Como vivo en Mieres, sé además de la existencia de la cocina económica, de la labor de Cáritas, del trabajo de Cruz Roja, de la gente inscrita en el Banco de Alimentos y de tantos otros. Y, con todos, están las cosas como para seguir encontrando gente hurgando en la basura. Es la escena más indignante que existe. La imagen viva de nuestro fracaso. En plena zona de copas por excelencia. Con los bares vacíos, porque no están las cosas para excesos. Aunque el bar de la basura de al lado es nuevo, de los que se mantiene no pagando a nadie. Otro signo de los tiempos. Otro quinqui pequeñín que unir a los bárcenas engominados, urdangarines biencasados, nataliosgruesos antropomorfos, amymartines misteriosas y martasrenedos choriceras. Estamos rodeados. De basura. Por eso no es de extrañar la gente hurgando entre ella.