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Administración

2012 / 10 / 22 - La Nueva España

Administración

Esta semana me tocaron trámites administrativos varios. De dos tipos. Unos con la administración central –un tema de subvenciones en el Principado, horror de los horrores en tiempos de no haber perres- y otro con una administración voluntarista –una asociación con muchas ganas de hacer cosas y muy poca idea de hacerlas.

En la administración pública –en este caso la del Principado, pero podría ser cualquier otra de ámbito público-, hay dos personajes inconfundibles: el que te dice a todo que no y el que te explica con todo lujo de detalles que esto no es de su departamento. La del no a todo es un personaje típico de ventanilla. Le digo: ¿Es aquí dónde se entrega la justificación de subvenciones? “No”, me contesta sin más, mientras sigue atenta a la pantalla del ordenador. Le digo: me indicó su compañera que era aquí. “No, no es aquí”, repite de nuevo, en el mismo tono de voz. Insisto: ¿Podría usted indicarme a dónde dirigirme? “No”, levanta la vista por vez primera del ordenador y completa el monosílabo, “no sé nada de justificación de subvenciones”. Dos ventanillas más allá encontré una puerta que indicaba: Jefe de Departamento. Y, a la pregunta: ¿Es aquí dónde se entrega la justificación de subvenciones? Me comenta que esto no es de su departamento, no sin antes decirme lo mal que está la administración, el peor momento por el que estamos pasando, la situación insostenible sindicalmente hablando, lo caro que se está poniendo todo, el poco interés que tiene la liga este año con el Barça a ocho puntos del Madrid, el coste del material escolar de los guajes pequeños, los problemas con las almorranas por estar tanto tiempo sentado…

Pero, aún peor, es la administración de quien no se cree administración y que en vez de funcionarios cuenta con voluntarios. Podría hablar de Villaviciosa, para disimular, pero todos sabrían que estoy hablando de les cuenques –aunque el caso que cuento sea de Villaviciosa-. Me llaman porque están preparando una semana cultural. Pretenden hacer un concurso literario, una exposición, un concierto solidario y una mesa redonda. En el fondo, cuando una asociación no sabe qué hacer organiza un concurso literario, una exposición, un concierto solidario o una mesa redonda. El concurso literario suele ser infantil e infumable. La exposición es de alguien infravalorado y que, nada más que ves un cuadro, sabes que va a seguir infravalorado muchos años más. Para el concierto solidario quisieron contar con la solidaridad de un montón de músicos y se encontraron con que la mayor parte de los músicos están de solidaridades por la cara hasta el gorro. Y, la mesa redonda, siempre es cuadrada o rectangular, llena de personajes cuadrados o rectangulares, presentada por un individuo de alto rango en la asociación que desconoce la virtud de la modestia y que no sabe que un buen presentador presenta, calla y deja hablar.

Entre la amargura de los primeros y los despropósitos de los segundos, el tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos. Ye lo que hay. Tampoco están los tiempos como para pedir milagros.




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