El Xovellanos nuestro de cada día
2012 / 01 / 11 - La Nueva España
La prueba más evidente del ateísmo de los asturianos no es que hayan degradado a la Virgen a la categoría de Santina sino que tengan en su panteón un santo laico que no está ni siquiera reconocido como santo ni hace milagros ni tiene siquiera una fiesta declarada oficial: Xovellanos. Para muchos ya San Xovellanos a estas alturas del bicentenario.
Cuando salió la primera noticia de que había escrito el libro En busca de Xovellanos, y dada mi afición a meterme con la gente, me llamó un descendiente del ilustre prócer asturiano para preguntarme sin tapujos: “Oye, Ismael, ¿es verdad que escribiste un libro sobre Xovellanos?” Le expliqué que no trataba directamente de él, sino que se hablaba mucho sobre él y sobre una serie de personas que, a lo largo de la trama, iban en su busca. “Y, ¿hablas en algún momento de que Xovellanos es homosexual?”
La pregunta no me sorprendió. De Xovellanos puede decirse que es un gran patriota cuando ni siquiera está de moda ser patriota. También que fue un gran asturianista ahora que son asturianistas los del Foro, los de IU y los del PP (los del PSOE continúan tan perdidos tras las elecciones que siguen sin ser nada). O se puede decir que Xovellanos defendió la Constitución de Cádiz ahora que estamos a tres meses de gritar ¡Viva la Pepa! O que fue un político multiusos porque igual lo reivindicaba un ex alcalde como Tini Areces que un ex concejal como Cascos. También se puede decir que fue un cristiano peculiar (y dedicar hojas y contrahojas de La Nueva España para batir y rebatir). O hasta insinuar que tuvo una querida, no se sabe exactamente dónde ni exactamente para qué, pero que sirve de referencia mítica para darle una coherencia políticamente correcta a sus poemas de amor. Pero, ni por lo más remoto, insinuar que haya sido homosexual, aunque este hecho hoy en día también pueda hasta estar de moda y ser compatible con ser patriota, asturianista, constitucionalista, político multiusos y buen cristiano.
En fin, que llevan todo el año paseando en volandas a nuestro ilustre (o llevan un siglo o siglo y medio), haciendo seminarios, jornadas enteras, artículos más artículos, boletines, ensayos, conferencias, rutas turísticas, procesiones laicas… para al final no darse cuenta que este buen asturiano era como era, echaba de menos Asturies como todos los que están fuera y más en sus circunstancias, se dedicó a escribir poemas de amor (“Sentir de una pasión viva ardiente / todo el afán, zozobra y agonía”) y romances heroicos a la patria (“A las armas, valientes astures /empuñadlas con nuevo vigor / que otra vez el Tirano de Europa / el solar de Pelayo insultó…”) y no fue feliz porque era difícil serlo siendo como era. Con lo que, los próximos cien años, nos tocará seguir sufriendo de xovellanismo. Perdón, seguir sufriendo a los que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molín xovellanista. El que quiera saber de Xovellanos que lo lea. Simplemente.