Cantares de nuestros padres
2011 / 11 / 05 - El Comercio
Comenta Carlos A. Romo en la introducción del nuevo trabajo de Mayalde, Al buen tun-tun, que la conocida tocadora de pandero, “la más brava y la que más cojonis tieni de Peñaparda”, Maximina Ramos Sánchez (1908-1994), presentaba sus actuaciones con certeros argumentos, correcta educación y una garra que ya quisiéramos muchos: “Aquí mos tenéis, pa lo que sea menestel, pa bailal el charru de Peñaparda. Porque la genti vieja es la que sabe la función. Los nuevos ni anque queráis, nos sabéis como nosotrus, porque entoncis había güen tamborilero, güenas castañuelas, bien plantá la genti pa bailal, ahora na más saben… otras cosas… y no las digu… porque no”.
Los cuatro miembros de Mayalde, Pilar, Laura, Eusebio y Arturo, repetían actuación en Morea d’Ayer, con motivo de la quince edición del festival Tocando pelos Pueblos, con motivo del arranque de las fiestas de Los Humanitarios. Lleno completo en las nuevas instalaciones del teatro. La gente sabe responder a una buena programación musical. Salieron encantados de este concierto en el que se funde la magia de las antiguas noches de esfoyaza con la sonrisa de Les Luthiers y nos devuelve la alegría de sentirnos partícipes de un repertorio que es nuestro, de nuestros padres y también, gracias a gente con ellos, de nuestros hijos.
El público, por falta de práctica y muchas veces por desconocimiento del tipo de ritual en el que va a participar, es reacio a salirse de su función estática. Con Mayalde se consigue a partir de la tercera canción. La primera sorprende, pero, por inercia de lo que viene a ser un concierto normal, el aplauso es tímido. Una aplauso que se acaba animando al final de la segunda y que rompe en la tercera. A partir de ese momento formas parte del espectáculo: vas a ritmo, ríes los cantares, coreas los estribillos, participas de la coreografía, intervienes en primera persona…
A la salida te apetece comprar su último disco. Pero te das cuenta que ocurre como con el anterior, con el que celebraban sus veinticinco primeros años en el mundo de la música. Que le falta la pasión del directo. Esa parte en la que uno también participa. Ese momento en el que te sientes parte de lo que está ocurriendo sobre el escenario. Y, con todo, lo compras, porque escuchando su música puedes hacer el ejercicio de cerrar los ojos y por un momento volver a disfrutar.
En mis artículos de las últimas semanas en El Comercio he hablado de grupos impresionantes de música clásica, como los hermanos Zapico o el Ensemble Arts Mundi, de festivales como el Liet International que tiene lugar este mismo mes en Udine (Italia), del pop indie de Yolanda Camino o de las diez mejores voces de la canción asturiana del año galardonadas con el presente premio Silvino Argüelles. El escaso folk que podemos escuchar por estas tierras está excesivamente tocado por la tristeza y la falta de ideas, de ahí que no hable tanto de ellos. De ahí que me esfuerce en recomendar asistir a un concierto como éste de Mayalde. Por lo que tienen de diferentes. Por lo que tienen de soberbios.
Pero, más que nada, por la frescura. Algo muy de agradecer. Algo que te trasporta a un tiempo perdido. Al menos, al tiempo atrás de los que tienen mi edad o algo más y tuvieron la suerte de que la carretera no llegó a su pueblo hasta entrados los setenta. A los que tuvimos la suerte de sentir cantar un romance en la voz de alguien de casa. Y que no perdimos el hábito de seguir haciendo lo mismo, por más que parezca que los tiempos han cambiado tanto.
El nuevo trabajo de Mayalde está editado por Barlovento Músicas. Será difícil que lo encuentres si no asistes a un concierto de ellos. Aunque ahora mismo, a poco que controles algo de compras por internet, te haces con lo que quieras en menos tiempo que nunca. Y, sobre todo, con cosas que de otra forma nunca llegaban a tus oídos y, menos, a tu estante de música.
En la propia página web del grupo tienes toda la información que quieras. Historia, música, fotos. Pero, también, descargas de youtube de sus actuaciones en directo. La mejor manera de acercarte a la realidad de Mayalde. Son carne de escenario. Viven sobre él y te hacen vivir a ti al sentirlos.