Fama
2011 / 10 / 19 - La Nueva España
Resultados de una encuesta realizada a alumnos de bachiller en un instituto de Castilla-La Mancha. A la pregunta simple de ¿qué quieres ser de mayor? el número de los que querían ser médicos, abogados, empresarios, arquitectos, ingenieros y maestros descendió vertiginosamente a niveles de tantos por cientos ridículos. La mayoría absoluta la obtuvo la respuesta: famoso. Sin especificar por qué. Simplemente: de mayor quiero ser famoso.
En Asturies los resultados de una encuesta similar no daría resultados muy distintos. Es también algo que va muy relacionado con nuestra cultura, donde siempre se tuvo una especial admiración al personaje del célebre y del mundial, nuestros famosos particulares de casa. Ninguno de ellos solía destacar por su profesión o negocio. El célebre solía serlo por sus ocurrencias, por su saber vivir, por su forma particular de ver las cosas. Y el mundial por su capacidad para el asombro, para sorprenderte con algo único y muchas veces mágico.
El célebre más célebre que yo conocí era un asiduo de las barras de los chigres, más que tu y yo juntos. Bien temprano con un clarete en la mano o bien tarde comiéndole la oreja a alguna en la parte más oscura de un tugurio de última hora. Un día que me lo encontré muy bebido me acerqué y le pregunté si tomaba algo. Levantó la vista con su sonrisa medio condescendiente y me dijo: “No sé si voy a beber o si estoy bebiendo, que las dos expresiones son gramaticalmente correctas”. Prueba evidente de que aun no iba a caerse redondo.
Mundiales, lo que se dice mundiales, todos conocimos a muchos. Mundial era Kaniska que, cuando éramos pequeños, nos dejaba a todos con la boca tan abierta por sus juegos de magia. Mundial fue Zoilo que marchó a Madrid corriendo con un aro y una gancheta delante por una apuesta. Mundial fue un interventor del ayuntamiento que era capaz de estar en dos sitios a la vez, como el Padre Pío que sigue pudiendo dar dos misas a la misma hora.
Pero famosos, lo que se dice famosos, esta tierra da pocos. Lo más cercano a famosos podrían ser Víctor Manuel, el Padre Ángel o José Andrés el cocinero. Pero los resultados de la encuesta no apuntan a ese tipo de fama. Y, claro, esta tierra es mala para dar toreros que se casen con folclóricas o condesas, madres que maten por sus hijos de boca pa fuera y ex concursantes de concursos de mierda. Y, sobre todo, que después lo cuenten en la tele, el único lugar del mundo donde puedes acceder a ese tipo de fama sin ser nada o, a veces, siendo menos que nada. Es el signo de nuestros tiempos. Y de los que vienen. Y tu matándote por dar una educación a los hijos y ellos queriendo hacérselo simplemente de famosos. Para, de mayores, vivir de rentas y hacer lo menos posible. O sea, lo mismo que nosotros hicimos trabajando en Hunosa o liberados por el sindicato o en el ayuntamiento o en el alambre. Pero saliendo en la tele.