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El espíritu de Camarón

2011 / 08 / 13 - El Comercio

El espíritu de Camarón

Diego el Cigala se subió de nuevo al escenario del antiguo mercado de abastos de La Unión tras su paso hace apenas dos meses para participar en la gala solidaria que se llevó a cabo por los afectados del terremoto de Lorca y lo hizo con una selección de cantes que tituló simplemente “Flamenco”. De este modo, en una de las catedrales más reputadas del cante jondo, el cantaor que se había acercado estos últimos años a géneros como el jazz, el bolero, el tango o la música cubana, regresaba a sus orígenes.

La pasada semana había dado comienzo la 51º edición, exactamente con un homenaje a las víctimas del tsunami de Japón, nación galardonada con el II Premio Catedral del Cante. Luego, por la tarde, tras el pregón del periodista Carlos Herrera, vinieron las actuaciones de dos de los ganadores de la pasada edición, el guitarrista Francisco Moncayo (Bordón Minero 2010) y el pianista Abdón Alcaraz (Filón 2010), además de la cantaora Encarnación Fernández, natural de La Unión y ganadora de dos Lámparas Mineras.

Y todo ello sin olvidarse nunca de sus propios orígenes como localidad minera, ya que en paralelo se inauguró también la exposición Eco de Cíclopes, del artista Ángel Haro, que apostó por resituar en las antiguas galerías la memoria de los hombres que trabajaron en ellas y del esfuerzo que aún rezuman sus hastiales. Una exposición que me recordó el poema del langreano Alberto Vega:

Aquí vivieron días gigantescos hombres color de viento y de montaña que dieron a sus hijos un pedazo de tierra, alguna bella superstición que ellos mismos heredaron y un coraje capaz de hacer temblar el siglo.

Llamo siempre la atención a los organizadores de concursos de canción asturiana de la importancia de conocer actividades del mismo tipo que se celebran en otros ámbitos de la música y la canción. Sin duda, uno de los más importantes de cuantos se llevan a cabo en España es este Festival del Cante de la Minas. Un buen punto para aprender, sino de la propia música, sí del modelo de organización, de las técnicas de marketing del producto cultural y de las políticas de acercamiento a nuevos públicos, sin olvidarse nunca del público más fiel, el que se mueve alrededor del prestigio de las grandes voces premiadas en este festival.

Esta misma semana, la cuarta gala flamenca del Festival comenzó con la actuación de Tomatito, que regresaba así a este escenario donde tantas veces había triunfado, en una suerte de homenaje a la voz que sigue siendo un referente de estos últimos años, la de Camarón. Unos días antes un homenaje de similares características se llevó a cabo con Enrique Morente, del que se proyectó una película y un documental y del que se dio nombre a una plaza.

Tomatito comenzó su espectáculo por tarantas y jaleos, pasando luego por alegrías hasta llegar a una versión de “Two much”. Al poco se arrancó con una minera, acompañado a la flauta travesera por Jorge Pardo, que levantó una verdadera avalancha de olés entre el público presente.

Cerró el día la bailaora cordobesa Blanca del Rey y lo hizo con una impresionante bata de cola roja realizada en piel de ángel, de 20 kilos de peso. Tras unas alegrías y unas bulerías, dio paso a su conocida “Soleá del mantón”, en la que hizo gala del arte que más la caracterizó a lo largo de los últimos años, con su mantón negro y oro de 120 años de antigüedad, una de las joyas de su impresionante colección integrada por más de cuarenta piezas.

El espíritu de Camarón se sintió sobre el escenario, no sólo en este día en que intervino Tomatito, sino en todos cuantos se llevan a cabo en este mercado de La Unión. Un espíritu que me lleva a llamar la atención sobre la capacidad que tiene el flamenco para reinventarse a sí mismo, para estar volviendo siempre a sus orígenes y para ser capaz de sorprendernos siempre con algo nuevo. Insisto: un buen lugar para aprender.




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