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La nueces de Macadamia

2011 / 06 / 18 - El Comercio

La nueces de Macadamia

Hace poco más de un año hablaba con el pianista gijonés Eduardo García Salueña de los años del rock progresivo en España y de las actuaciones de determinados grupos emblemáticos de la época en Asturies. De Salueña comentaba en estas mismas páginas hace tan solo unas semanas su nuevo trabajo en un recopilatorio de pianista europeos sobre la Iliada. Algunos los conocerán por su trabajo en el grupo Senogul y otros por su participación en el último disco de Anabel Santiago.

Entonces, parte de nuestra conversación giró sobre Smash, una banda sevillana que hoy se estudia como pionera de lo que posteriormente se llamó rock andaluz, y que estuvo en activo entre 1968 y 1973. Su influencia, es cierto, puede rastrearse en la mayor parte de las formaciones posteriores, en buena medida por su sonido tan personal y, como no, por sus músicos que rápidamente pasaron a integrar otras formaciones que tuvieron mucho que ver en la historia del llamado rock andaluz.

Para el disco Desnuda, de Anabel Santiago, una de las canciones de referencia fue “El garrotín” de Smash. Mucho más que las versiones que de él hacían las bandas de gaitas asturianas o que inmortalizara Lola Flores. “El garrotín” de Smash sigue siendo una canción impresionante que muestra qué puede hacerse con la tradición sin desmerecerla. Simplemente haciendo buena músicas y pasándoselo bien.

Así comentaban su música los miembros de Smash en el texto Cosmogonía de la estética de lo borde: “No se trata de hacer flamenco pop ni blues aflamencados sino de corromperse por derecho, y sólo puede corromperse uno por el palo de la belleza… La diversión no es el cachondeo, sino la bronca que te pega la belleza. Imagínate a Bob Dylan en un cuarto, con una botella de Tío Pepe, Diego del Gastor a la guitarra y la Fernanda y la Bernarda de Utrera haciendo compás. Y dile a Bob Dylan que cante sus canciones. ¿Qué le entraría a Bob Dylan por ese cuerpecito? Pues lo mismo que a Manuel Molina cuando empieza a cantar por bulerías con sonido eléctrico: Aunque digan lo contrario / yo sé bien que esto es la guerra / puñalaítas de muerte / me darían si pudieran”.

El grupo asturiano Macadamia emplea los mismos elementos que Smash, y tantos otros grupos después de Smash, para corromper por derecho en este caso la música tradicional asturiana. No sé si desde el palo de la belleza. Eso debe decidirlo el oído de cada uno. Pero al menos su apuesta por la diferencia es clara. Sin hacer asturianada pop ni amagar blues asturianaos.

Smash apostó –y con ellos todos los grupos posteriores- por la voz flamenca. En toda su extensión. Así se cantara por bulerías que se hiciese un blues. Los grupos de rock y de folk-rock asturianos, principalmente a partir de formaciones como Trasgu y Dixebra, apostaron por la lengua asturiana antes que por la voz asturiana. Lo necesario era crear una identidad. La lengua puede parecer tan identitaria como la voz. El flamenco acabó demostrando que la voz acabó devorando las propias palabras. A nadie le importa lo que canta Camarón. Le importa la manera en que lo hace.

La historia del rock, del pop-rock y del folk-rock asturianos es larga pero muy escasa de nombres. Por más que en las enciclopedias se llenen de ellos. Al final, que hayan tenido una cierta importancia, pocos. Que haya tenido alguna trascendencia, apenas un par de nombres.

Macadamia insiste, no obstante, por este camino. Con un lenguaje universal. Desde una lengua propia. Un conjunto de músicos curtidos en otras formaciones y una voz, la de Otilia Méndez, que les da una cierta personalidad. Un repertorio propio interesante y una adecuación de piezas tradicionales muy particular y que llama a no quedarte indiferente. Un sabor propio, como el de las nueces de macadamia: no dejan de ser nueces, pero tienen algo más que las diferencia.




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