Leer flamenco
2011 / 06 / 11 - El Comercio
A primeros de este mismo año le dediqué un artículo a la segunda edición de Alegato contra la pureza, de José Luis Ortiz Nuevo, investigador flamenco que había recopilado de mediados de los setenta a mediados de los ochenta las memorias de cantaores ilustres como Pepe el de la Matrona, Pericón de Cádiz o la Tía Anica la Periñaca y que, con este libro, venía a desarmar todas las tesis de los puristas de un arte como el flamenco tan poco dado a purismos y que absorbe cuanto toca.
Me servía este alegato para llamar la atención sobre posturas similares entre entendidos y practicantes de nuestra asturianada. Y, con ello, mostrar como de las tesis de un libro centrado en el flamenco puede hacerse una lectura de nuestro propio ámbito musical y, sobre todo, reirnos de la intransigencia. De un ejemplo de esta intransigencia en Asturies todavía daba cuenta la semana pasada en estas mismas páginas en el artículo dedicado a las colombianas que no se cantan en Colombia.
De entre la ingente producción de libros sobre diferentes aspectos del flamenco que salen anualmente, resalto -en el mismo sentido del citado- el interés de dos editados el pasado año: Historia social del flamenco, de Alfredo Crimaldos, y El flamenco y los derechos de autor, de varios autores coordinados por Margarita Castilla.
Este último pretende aproximarse al flamenco desde una perspectiva jurídica, partiendo de su consideración como objeto de propiedad intelectual y analizando cuestiones tales como qué elementos de la obra musical o coreográfica flamenca determinan su consideración como obra protegida por la Ley de Propiedad Intelectual.
En este sentido, abarca el flamenco en su triple manifestación de cante, toque y baile, partiendo del hecho de que se trata ante todo de una obra del intelecto humano y que por ello le resultan aplicables las reglas que disciplinan cualquier obra objeto de propiedad intelectual.
En Asturies, donde no hay nada escrito al respecto y la SGAE local procura recaudar y no terciar sobre estos temas, ya se han dado casos de conflicto entre la canción y la música asturiana, el derecho a la propiedad intelectual de los artistas y compositores y el registro de obras tradicionales como que lo son de autor. De ahí que, un análisis en profundidad de un trabajo como el llevado a cabo por estos profesionales del derecho civil, puede darnos las claves para entender la propiedad intelectual de nuestra propia música y canción.
Ajeno temáticamente al anterior –por más que ambos hablen sobre el flamenco-, la Historia social del flamenco viene prologada por José Manuel Caballero Bonald y con una cita en portada de Rancapino: “El flamenco se canta con faltas de ortografía”. Toda una declaración de intenciones.
Analiza este libro el hecho de que estamos delante de un arte de transmisión oral que, durante muchos años, se ha preservado, fundamentalmente, en el seno de grandes dinastías gitanas de la baja Andalucía, trasmitiéndose de generación en generación en el ámbito familiar y el barrio. En sus letras queda constancia de su rebeldía, fruto de años de persecución y de marginación.
Desde la dureza del trabajo en el campo y las noches en vela cantándoles a los señoritos, se analiza el paso del flamenco por los tablaos, las fiestas y festivales, hasta llegar a los teatros, cuando en este momento el género es reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y sus profesionales gozan de mayor consideración social que nunca.
Crónica periodística contada en clave de tragicomedia, por sus páginas vemos el tránsito de esta evolución a lo largo de los últimos años en la boca de sus protagonistas: Antonio Mairena, El Sordera, Farruco, Juan Habichuela, Juan Varea, Rancapino, Fernando de Utrera, Chano Lobato, José Menese, Enrique Morente, Paco de Lucía… todos ellos figuras incuestionables de este arte.
Uno de da cuenta leyendo sus páginas de lo necesitada que está nuestra asturianada de una historia social, que analice los orígenes de los que proceden sus grandes maestros y que descubra a través de las letras de sus canciones la realidad de nuestro entorno y de este arte.
Como para una comunidad pequeña como la nuestra es bastante difícil poder contar con trabajos de la magnitud de los citados, no está nada mal darles un repaso para encontrar en ellos las huellas de nosotros mismos.