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Colombianas que no son de colombia

2011 / 06 / 04 - El Comercio

Colombianas que no son de colombia

El Concurso de Cante Jondo de Granada, organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca en 1921, se llevó la última esperanza de los intelectuales de propiciar un retorno a la pureza del cante. Más bien al contrario, el proceso de cambios y mestizajes promovido por las grandes voces del momento y por las necesidades de un público ávido de innovaciones, los espectáculos de El Tenazas y el niño Manolo Caracol sentaron las bases de lo que con el tiempo se llamaría la ópera flamenca.

En 1920 debuta en Madrid José Tejada Martín, “Niño de Marchena”, en el restaurante La Bombilla. Su capacidad para simplificar los cantes para hacerlos más asequibles a los oídos de un público con ganas de fiesta y flamenco, convirtió su arte en una verdadera revolución.

Marchena suavizó el cante flamenco, lo dulcificó y se convirtió en la gran estrella de referencia. Fue el primero que cantó con orquesta y acabó convirtiendo los géneros de mayor dificultad en un mero recuerdo de sí mismos. Carente de una gran voz, se dedicó principalmente a los géneros menores, como el fandango y el fandanguillo, los cantes indianos, los malagueñeros y los levantinos. Impulsó el cante “bonito”, a base de gorgoritos, falsetes y filigranas, y llevó el concepto de creación personal a su máxima expresión dentro del flamenco.

Su cante, no por ser tan personal, fue intransferible. Rápidamente una pléyade de imitadores se apuntan a su estilo, a sus innovaciones y, sobre todo, a su derecho a hacer algo absolutamente personal. El marchenismo, dentro de la cultura flamenca, significa un punto y aparte. Los cantes puros siguieron su historia por otros derroteros, mientras Marchena se convertía en la primera gran estrella de un género del que en verdad estaba haciendo simplemente uso.

En el año 1931 Pepe Marchena creó un nuevo palo flamenco, la colombiana. Su éxito fue espectacular. Existe una impresionante grabación suya de una colombiana acompañado a la guitarra por Ramón Montoya.

La colombiana se convierte con él en un nuevo palo, en absoluto vinculado a la música de Colombia, ya que recibe su nombre del título de la primera canción que da origen al género. Las colombianas se caracterizan por constar de seis versos de ocho sílabas y un ritmo que suena más a aires cubanos, también de gran influencia en la época, convenientemente aflamencados en su voz.

Las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX están llenos de grandes colombianas, enormes éxitos de público, en las voces de Angelillo, La Niña de los Peines, El Guerrita, La Niña de la Puebla, Juanito Valderrama y Carmen Amaya, hasta llegar a modernas versiones a guitarra de Paco de Lucía o a la voz de Rocío Jurado o Ana Reverte.

Este éxito se extendió por todo España. En Asturies cantaron colombianas grandes voces como las Josefina Fernández y El Presi, y grabó una de ellas Orestes Menéndez que se convirtió en una de las más radiadas del momento. Una colombiana que, modificada a las características de su voz, mezclaba inflexiones típicas del flamenco y de la asturianada.

Fue esta colombiana la que el pasado domingo 15 de mayo, en la voz de la vencedora absoluta de la modalidad femenina del Concurso y Muestra de Folclore “Ciudá d’Uviéu”, Marisa Valle Roso, puso en pie al patio de butacas del Teatro Filarmónica. Un aplauso unánime que avalaba el deseo de la ganadora indiscutible del momento de, por un lado, homenajear a Orestes Menéndez, de quien ya había tomado prestada su versión de “Para castañes Tremañes”, y por otra, defender su derecho a hacer cosas diferentes.

Durante algo más de dos décadas en España sólo se oyó cantar por Marchena. Fue, como indicaba, la estrella del momento. Hoy son escasas las personas que lo recuerdan y menos las voces que cantan por él. Es en buena medida la historia que en Asturies se dio con los citados Orestes Menéndez o El Presi.

Algunas personas no entendieron que la campeona por excelencia de la canción asturiana cantara en la gala de entrega de premios una colombiana. Es normal. Suele no entender esas cosas gente que no se da cuenta que la asturianada es un género híbrido y que buena parte de las canciones interpretadas en la fase de concurso tienen poco que ver con la tradición. Hay ejemplos a dar y tomar: “Anda y señálame un sitiu” es una jota aragonesa; “Soi asturianina” es un cuplé; “Caminito del puertu” es una seguidilla; “La mariñana” es un bolero; “Debaxo d’una panera” es una habanera camuflada bajo la forma de una añada; “A la Pipiona” es un lied lírico; “Al pasar por el puertu” esconde en su seno un viejo pasodoble; y tantas otras.




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