Experiencia política
2011 / 05 / 18 - La Nueva España
Cuando yo iba al Instituto el canciller Willy Brandt visitó Israel. Hace una temporadina. Por si a alguien le interesa, calculo que a primeros de los setenta. Salió en toda la prensa. Los profesores nos mandaron montones de trabajos. El de Historia sobre la Guerra de los Siete Días, que acababa de pasar hacía tres o cuatro años y no nos habíamos enterado. El de Literatura, aprovechando, como siempre, que el Pisuerga pasaba por Valladolid, sobre Alfonso X el Sabio, que no recuerdo nada que hubiese hecho en política, aparte de escribir un libro de ajedrez. El de Religión sobre los Mandamientos que bajó Moisés escritos del Sinaí, que tan poco tenían que ver con los del catecismo (“Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo expulso de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo” y, cuatro o cinco mil años más tarde, seguimos igual). El de Física, que era muy raro, ejercicios alegóricos del tipo: “Si un judío sale de Jerusalén en burro a 12 km/h y un palestino sale de Haifa a pie a 4 km/h…” Y el de Formación del Espíritu Nacional sobre figuras relevantes del pensamiento judío y a la vez masónico que hubiesen socavado los cimientos gloriosos de nuestra patria. En resumen, que iba diciendo que Willy Brandt visitó Israel y pronunció un discurso en el Auditorio Mann de Jerusalén, costeado por un financiero judío llamado así. Durante sus palabras, agradeció a los israelíes que le hubiesen puesto al Auditorio el nombre de un escritor alemán. Al final del acto, el director del Auditorio, muy discreto y correcto, se le acercó y le dijo:
-El nombre de este Auditorio no hace referencia a vuestro escritor Thomas Mann, sino al del judío Frederick Mann.
-¿Y qué escribió este señor? –pregunto Willy Brandt, entre sorprendido y medio queriendo hacer una gracia.
-Solamente un cheque –respondió el director.
Estamos en periodo electoral y lo último que me apetecía era escribir algo más sobre el derroche de inteligencia y locuacidad de nuestros alcaldables. Por eso me acordé de Willy Brandt que, con todo y ser un poco memo, acabó siendo uno de los políticos mejor valorados de Alemania. Durante una campaña les dijo a sus oponentes, que ocupaban el poder: “Los dos órganos más inútiles que conozco son la próstata y la presidencia de la República”. Estuvo muchos años en política. Y, ya se sabe, la experiencia es un grado. Bueno, también, para algunos, la experiencia es un peine que se adquiere cuando se han quedado calvos.