Los viejos candangueros nunca mueren
2011 / 03 / 26 - El Comercio
Se trata de una aventura en la que se embarcaron hace un tiempo Rosa Fernández Delgado, directora de la Escuela de Música de Tinéu y componente de formaciones musicales como Los Concetsones y Muyeres, y el poeta Elías Veiga. Un proyecto que tendrá uno de sus colofones esta tarde, con el concierto que reunirá en Tinéu a miembros de formaciones que elaboraron la banda sonora del recuerdo de decenas de generaciones.
Términos tradicionales como “dir a fiesta”, “tarde folixa” o, como ocurre en Tinéu y en buena parte del occidente de Asturies, “andar de candanga”, reflejan el sentimiento de un tiempo duro, la larga posguerra, en el que los escasos momentos de diversión venían de la mano de formaciones musicales de baile que, en la mayoría de las ocasiones, no traspasaban los límites del propio concejo.
Músicos de formación autodidacta que, junto a las piezas que se ponían de moda a través de la radio, desarrollaban un repertorio completo tradicional, integrado por jotas, saltones y muñeiras, y al que a lo largo del siglo se habían incorporando otros ritmos más recientes, como las rumbas, las polkas y los pasodobles, integrando el conjunto de bailes conocidos como “agarraos”.
Hace unos meses el flautista Pepín de Muñalén, componente de bandas como Tuenda o la Bandina’l Tombo, me hizo llegar una grabación casera de la Orquesta de Sanfrichosu. Un par de temas que reflejaban el gran conocimiento que tenían los músicos de los cincuenta y sesenta de lo que estaba ocurriendo en música al otro lado del océano. Música de baile, a la manera que reflejaban las bandas sonoras de Gershwin o de Bernstein, o que llegaban a través de las ondas de la radio tras las voces de Nat King Cole o de Machín.
Por toda Asturies podrán encontrarse historias similares de estas bandas. Pero es en Tinéu donde Rosa Delgado y Elías Veiga se han atrevido con la empresa. Un trabajo que, más adelante, se completará con una publicación que reflejará, en sus propias palabras, “la historia d’una xente que, con unos medios humildes y una voluntá enorme, allegraron la vida a xeneraciones enteres”.
La Orquesta Iberia, del pueblo de Caeras, existió entre los años cuarenta y cincuenta y estuvo compuesta por seis miembros, de los que dos aún viven: Costante, el batería, de 90 años, y Fito, el bombardino y trombón. de 84. Una de sus anécdotas da cuenta perfectamente del tiempo en que les tocó vivir: los instrumentos con los que empezaron tocando habían pertenecido a los miembros de otra orquesta del pueblo de Faedo a los que habían fusilado por interpretar en una fiesta el Himno de Riego.
El Bandín La Armonía, de La Oteda, también de los años cuarenta, acabó disolviéndose tras el servicio militar de sus miembros. La Orquesta de Sanfrichosu, de la que hablaba más arriba. duró desde los cuarenta hasta finales de los setenta y Rosendo, el saxofonista, aún siguió tocando unos cuantos años más.
Los años cincuenta vieron crecer a formaciones como la Orquesta Urbis y la Orquesta Iris, que también llegó hasta la década de los setenta. Como también la Orquesta Horizonte, primera formación de lo que empezó a denominarse “música ligera” y la primera tambiém que contó en el concejo con una voz solista, la de Pepe Colinas.
En la década de los sesenta surgieron formaciones como la Orquesta Maracaibo, Los Alienígenos y Los Jekes. Con la primera de ellas es la primera vez que se tiene constancia de un guitarrista y un contrabajista en una orquesta. Con los Alienígenos comienza la influencia de la televisión y de las formaciones modernas como Los Brincos o Los Sirex. Los mayores éxitos llegarían de la mano de Los Jekes, traspasando las fronteras de Tinéu, llegando a dar giras por todo España. Se había iniciado otra época.
Todos los miembros de estas formaciones atesoran la vida musical de un tiempo. Por eso, un encuentro de las características del que tendrá lugar esta tarde servirá para mostrar a los más jóvenes los primeros pasos de lo que fue nuestra cultura musical globalizada. La música de una época que fue capaz de combinar los sones tradicionales con los nuevos ritmos. Un esfuerzo que debe agradecerse, junto a los propios músicos, a sus organizadores, Rosa Delgado y Elías Veiga.