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0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144...

2011 / 04 / 09 - El Comercio

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Supe del compositor Guillermo Martínez a partir de la grabación del disco Lux Aurunque del Coro El León de Oro, dirigido por Marco Antonio García de Paz. Composición suya era la canción “No llores, paloma mía”, que precedía a la que daba título al disco. Se trataba de un pieza especial. Quién la componía era miembro del Coro, de apenas veinte años, un ejemplo de madurez compositiva sorprendente. La pieza está basada muy lejanamente en temas tradicionales cántabros, dividido en cuatro partes que van creando ambientes y sensaciones diferentes. El disco fue, en su momento, un verdadero descubrimiento. Esta pieza, en concreto, una pequeña joya.

Sin mayores conocimientos de la trayectoria compositiva de Guillermo Martínez, volví a encontrármelo en el siguiente disco de El León de Oro, Paxarines. Esta vez con tres piezas. Dos interpretadas por el propio Coro, una segunda versión de “No llores, paloma mía” y la pieza para coro, metales y órgano “…Muchos ecos, pocas voces…”, un título que parte de un verso de Malinovski e hilvana un juego poético que conjuga el Apocalipsis de San Juan, en la versión Vulgata, un verso del Hamlet de Shakespeare, un haiku de Chora y una pregunta del poema “El ajedrez” de Borges. Y una pieza más, interpretada en esta ocasión por el Coro Los Peques de El León de Oro, su particular versión del tradicional “Noche de paz”.

Este ejercicio de conjugación de elementos diversos vuelvo a encontrarlo en Monumentum pro Mathematica “Quadrivium Somniat”, fantasía para orquesta de cámara y soprano, encargo de la Real Sociedad Matemática Española en conmemoración del primer centenario de esta institución y que fue estrenada por la soprano Elisabeth Expósito Muras y el Ensemble Ars Mundi, dirigido por Yuri Nasushkin, el 1 de marzo de 2011, en el acto inaugural de su Congreso en el Auditorio del Palacio de Congresos de Ávila. Previamente había sido grabada, durante el periodo de ensayos previos, en el Auditoriu Teodoro Cuesta de Mieres del Camín.

Como sucedía en “…Muchos ecos, pocas voces…”, parte de textos dispersos hacia un fin común, todos ellos vinculados con la matemática: unos versos tradicionales hinduistas (“el cero respira por si mismo, sin aliento”), el verso de Rafael Alberti dedicado a la divina proporción, la secuencia de Fibonacci (0, 1, 1, 2, 3, 5, 8…) y una célebre frase de Albert Einstein (“las matemáticas puras son, a su manera, la poesía de las ideas lógicas”). Con ellos construye un universo sonoro diverso, que va desde un arranque en una melodía de aire oriental, al ambiente brillante con que arranca el pasaje que irá hacia la melodía del verso de Alberti, para llegar al pasaje más complejo sobre la secuencia matemática y el final de rentrée de todos los temas empleados.

La grabación fue llevada a cabo por un equipo móvil bajo la dirección de sonido de Fernando Arias. El tiempo apremiaba y los ensayos fueron mínimos, pero suficientes para obtener el buen resultado con que ahora nos encontramos en el disco recién editado.

Guillermo Martínez se licenció en 2009 en Composición y Teoría de la Música, realizando el Master in Music Composition en la Universidad de Manchester, donde continúa en la actualidad sus estudios de Doctorado bajo la dirección del profesor Richard Whalley. Composiciones suyas han sido presentadas en Estados Unidos, Cuba, Austria, Reino Unido, Alemania, Francia, Suecia, Lituania, Marruecos y España. Y entre los intérpretes que las han llevado a cabo cabe destacar la EuropaChorAkademie, la St Christopher Chamber Orchestra, la Joven Orquesta del Principado de Asturias, el Coro y Orquesta de la Universidad de Oviedo y el Coro Xenakis, aparte de los citados El León de Oro y el Ensemble Ars Mundi.

Va a seguir mereciendo la pena seguirle la pista a este joven compositor asturiano. Apenas han pasado seis años desde la primera de las obras que cito, “No llores, paloma mía”, hasta este Monumentum pro Mathematica. Es muy posible que la espera se nos haga corta.




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