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La noche en blanco

2010 / 09 / 21 - La Nueva España

La noche en blanco

Mientras el pastor Terry Jones saca de las casillas a medio mundo con su propuesta de quemar el Corán, un millón de personas, entre las que encuentro, paseamos por Madrid con motivo de su Noche en blanco. Es la noche del 11 de septiembre. Ni celebramos, ni conmemoramos nada. Sencillamente, paseamos por la Gran Vía sin coches. Escuchamos todo tipo de música en la zona antigua. Y, sobre todo, peregrinamos de terraza en terraza.

Terry Jones consiguió su cuarto de hora de gloria. Resulta difícil acordarse de él en esta noche madrileña en mangas de camisa, pantalón corto y chancletas. Los madrileños están históricamente acostumbrados a este tipo de tonterías. No porque tengan los políticos que tienen (y que seguramente se merecen, como todos nosotros), sino porque uno de los mayores quemadores de Coranes de la historia era madrileño. Ya casi nadie se acuerda de él, pero nos tocó estudiarlo como un gran personaje de época. Se llamaba Francisco Jiménez y era cura. Entró en Granada cuando los Reyes Católicos. Entre sus méritos para pasar a la historia está el haber recopilado cinco mil Coranes por todas las casa de Granada y mandarlos quemar. Como era un cura analfabeto, en árabe y en cultura general, se cree que quemó un montón de libros escritos en árabe que le dieron sus propietarios haciéndole creer que se trataba del sagrado Corán. Se rieron de él, como se ríen en cualquier parte de todos los tontos y los Terry Jones de este mundo. Pero, al final, los tontos en España acaban teniendo un lugar en la historia. A este cura pelotillero y quema Coranes acabó nombrándolo cardenal la muy católica reina Isabel. En los libros lo estudiamos como el cardenal Cisneros. Y en Madrid acabaron poniéndole una estatua como fundador de la Universidad de Alcalá. Como se entere Terry Jones....

Nuestros libros de historia están llenos de curas quema Coranes, de arrastrados que no pegaron ningún tiro en ninguna guerra pero que fueron los grandes chivatos de todas las posguerras, de tiralevitas, lameculos, soplones, pelotas, delatores, confidentes, mamporreros y acusones. Lo grave no es que nos haya tocado estudiarlos a nosotros, sino que sigamos enseñándolos a nuestros hijos. Por eso, cuando un crío viene con la asignatura de historia suspensa, habría que felicitarlo: por lo menos no se han tragado tanta mierda.

El pasado fue de los Terry Jones y los Cisneros. El futuro, desgraciadamente, también. Me los encuentro leyendo el periódico en Madrid. Me los encontraba ayer leyéndolo en Valencia. Me los encontraré mañana leyéndolo en Asturies. Por eso, aprovecho noches como ésta, en blanco, para disfrutar panza arriba con los amigos. Antes de que nos lo jodan los salvapatrias quema Coranes que también tenemos en casa.




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