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El río enterrado

2010 / 09 / 05 - La Nueva España

El río enterrado

Me fui a Cabezón de la Sal a celebrar que habían desenterrado el río. Tampoco lo habían enterrado hace tanto. Con la disculpa de hacer un paseo. Al final resultó que habían hecho un criadero de ratas. Perfecto. Atravesando todo el centro de la villa. Los olores en verano, de espanto. En el entretiempo, el riesgo de inundaciones, tremendo. Ahora, de nuevo a la vista, vuelve a dar personalidad al lugar. El paseo es más paseable. Y la vista del río más agradable que la de las baldosas. La mierda de baldosas rojizas y blancas, haciendo damero, que inauguraron los paseos de todas las playas del Mediterráneo y que ahora se pusieron de moda entre los alcaldes del norte. Mieres incluido.

Subo con frecuencia a Returbiu, Tres Amigos y Polio por el camín del río San Xuan. El último que nos queda atravesando la villa. Si se baja por él hasta la desembocadura en el Caudal, un nuevo camín bordea la autopista y el lavadero de El Batán hasta La Peña. Las aguas están lo bastante limpias como para que se paseen por ella familias completas de patos. Los patos tienen mejor prensa e imagen que las ratas. El nuevo alcalde de Cabezón lo sabe. Es bueno rectificar los errores del pasado.

Sigo echando en falta la canal de Santa Marina. Bastante más que una seña de identidad para el barrio. Un alcalde vendrá que nos la devuelva a su antiguo recorrido. Al tiempo. Será la única forma posible de convertir en encantador el paisaje de nuevos edificios que están surgiendo en La Mayacina. Si el edificio negro era feo, además de negro, el que están levantando en la calle Asturias es igual de feo e igual de negro. Pero todavía los supera en feo y en negro el que levantan en la zona de la plaza del mercado. Debe de ser la moda. O que están las losetas negras de saldo. Otra cosa no se explica.

El nuevo ayuntamiento de Mieres se construirá frente al edificio en cuestión de chapas negras. Según los planos tendrá una cristalera impresionante. Perfecta: mires desde donde mires no verás otra cosa que chapas negras. Menudo ánimo para ponerse a trabajar. Menuda disculpa para coger una baja por depresión. De ahí que, más que nunca, echemos de menos la canal de Santa Marina. Por lo menos, bajo la cristalera del nuevo ayuntamiento, se vería pasar las bandadas de patos. No es una tochura imposible hablar de la recuperación del río. Si se atreven a volver hacer pasar por Mieres las vías de tren que tanto trabajo costó sacar fuera, lo del río es una pijada urbanística. Aunque igual lo del tren está hecho con cierto sentido lógico: con la depresión que nos va a dar mirar para las chapas negras va a resultar más factible tirarse al tren que intentar ahogarse en la canal.




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