Banderas
2010 / 06 / 29 - La Nueva España
Madrid entero está lleno de banderas de Santander colgadas de los balcones y de las ventanas. Lo de la bandera de Santander es un recuerdo de crío. Cruzando la provincia hace muchos años con ocasión de las fiestas de algo, a unos primos míos que venían de fuera les llamó la atención la cantidad de banderas roja y gualda desplegadas por todas partes. Les dije que era la de Santander y se lo creyeron. Ahora que la esencia del sentimiento patriótico reside en el fútbol, vuelven a verse. En Aravaca mezcladas de vez en cuando con alguna de Argentina y de Honduras y alguna más de colores poco reconocibles que me dijeron era de Eslovaquia. Llegando a Denia, las banderas de Santander disminuyen y las fachadas de las casas y los porches de los chalets aparecen salpicados por las de Alemania, Inglaterra, Suiza Holanda y Dinamarca. Al parecer las de Francia ya fueron retiradas. Italianas nunca las hubo, pero de haberlas habido seguro que a estas alturas de la semana ya estarían también retiradas. Cuando el patriotismo depende de los goles, pasan estas cosas. En Mieres colocaron una bandera de Santander en el Yaracuy para el partido contra Suiza. No les duró mucho. Yo llevé un crespón negro para colocárselo al día siguiente a la hora del café, pero ya había sido convenientemente arriada.
La noche de San Xuan, que aquí es Sant Joan, nos acercamos a la playa de L’Almadrava. Cada familia lleva su mesa, sus sillas y su cena, y enciende una pequeña foguera. Todo el ancho de la playa de piedra está lleno de ellas. A las doce en punto todos a una se levantan y se acercan al borde del agua a mojar los pies. El camarero de la terraza de enfrente nos sirve la copa del brindis de medianoche enfundado en una camiseta de la selección nacional con el moderno escudo no constitucional de un toro de Orborne. Desde Mieres me llama al teléfono Laude Martínez para comentarme algo de la retransmisión por la TPA de la danza prima. Por detrás de su voz parece que suena la danza del Señor San Xuan. Sólo lo parece. La megafonía hace que pierda todo su sabor tradicional.
El fin de semana en Valencia capital, para mi sorpresa, además de banderas de Santander encuentro unas cuantas banderas de Asturies y bastantes más de Ferrari. En esta ocasión la esencia de la patria deja de ser el fútbol para ser la Fórmula 1. No obstante, llama la atención el poco público asistente. La prensa no hace más que reflejar los asientos vacíos en las gradas. Y eso que el Ayuntamiento regaló entradas. Pero el jubilado de aquí es como el de Uviéu, más de zarzuela y chunda chunda que de Fernando Alonso. En las terrazas de los bares nadie habla de la carrera. El fútbol vuelve a ocuparlo todo. Sobre todo ahora que vuelven a poder mostrarse con orgullo las banderas de Santander. Con toro incluido.