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Territorio libre de procesiones

2010 / 03 / 23 - La Nueva España

Territorio libre de procesiones

A mí me engañaron un año con la Semana Santa de Écija. Muy guapa y todo lo que quieras. Pero, una y no más, Santo Tomás. Unos amigos eran costaleros de la Virgen de la Victoria. Sacan la imagen de rodillas porque tropieza en el marco de la puerta. El suelo, de grijo. Calcula con el peso como les quedan las rodillas. Me decían que lo soportaban por fe. Que lo llamen como quieran, pero por menos hay alguno en salud mental. Después me llevaron a la del Cristo de los gitanos. La primera saeta que le dedican, guapa. Se hace un pelín larga, pero queda guapa. La segunda se lleva. Se hace más larga, pero se lleva. La tercera te parece eterna. A partir de la sexta te apetece a ti subir a quitarle los clavos a Cristo y a crucificar al próximo que cante. Después de una docena dejas de sentir y padecer, entras en éxtasis. Pero no místico, sino un éxtasis de mala leche que te apetece coger las cadenas del Cristo y empezar a cibiellazos con todos los gitanos, los payos y los mitad y mitad.

Y, por lo menos, en la Semana Santa de Écija (o en la de Sevilla, Carmona o Córdoba), por lo menos hace buen tiempoy hay buen vino, y ganas de disfrutar del tiempo y del vino después de tanto paso y tanto costalero. Que ni te cuento lo que es una Semana Santa en Zamora. Igual de patética que las otras pero con frío. Y con ese espíritu seco castellano que te hace que te caiga el alma a los pies. Menos mal que, para levantarla, también queda el refugio del vino. Estamos en plena Ribera del Duero y a la vera de Toro. No me extraña que el propio Jesús haya convertido el agua en vino. Menudo muermo aguantar una boda a agua. Pues imagínate una procesión.

Y los de turismo del sitio se piensan que esto atrae al turismo. Uviéu es el ejemplo más cercano que tenemos. Se sacaron de la manga hace unos pocos años unas cuantas procesiones. Como que era algo de toda la vida. Imágenes, las que hay. Devoción, la que queda. Sentimiento, el mismo que se pone para ir a la zarzuela. El resultado ya se ve. Alguno despistado que venía porque le habían dicho que era una ciudad tranquila, huye despavorido. Cornetines de la legión. Guajes machacando tambores. Una banda de gaitas –que como hecho diferencial queda hasta simpático-. Y los pocos que venían buscando pasión, comprueban que pasión ninguna. Mucha organziación municipal y mucho cuento, pero todo lo demás mucho ruido y pocas nueces.

Por eso que, aunque apetezca marchar por pillar mejor tiempo, hay pocos sitios más tranquilos que Mieres como para disfrutar de la Semana Santa. Esto tendría que fomentarse desde turismo: Mieres, territorio libre de procesiones. Gracias a Dios. Nunca mejor dicho.




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