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La vuelta de Paco

2010 / 03 / 10 - La Nueva España

La vuelta de Paco

Si hay que venir se viene; pero, la verdad, venir pa ná. Que es lo que me dice una prima carnal hablando de Paco. Para casi el resto de los mortales es Cascos, pero para la familia y amigos es Paco. Que si vuelve, que si no vuelve, que si no se atreve a volver o que para que vuelva hay que pedírselo. Es el resumen de prensa del mes. Cumple el principal requisito para volver: estar fuera. El que vuelve siempre tiene más posibilidades de triunfar. Por una suerte de paletismo a la inversa que se da en Asturies. Uno emigra y se planta con su cara de pueblo en los madriles. Y regresa en olor de multitud cuando los cara de pueblo que se quedaron aquí necesitan de un salvador de patrias.

La cosa viene de antiguo. El que llamamos ahora Don Pelayo se llamaba Belai cuando estudiaba en Córdoba y salía de picos pardos. Imagínate la diferencia. La familia pastoreando por Picos d’Europa. El guaje estudiando por Córdoba con la de moras solteras y cristianas viudas que rondaban por la zona. El padre tuvo un rifirrafe de impuestos y pijadas de ésas con el moro de Hacienda. La hermana, por su parte, se fugó con el moro que gobernaba en Xixón. Ya estaba armada. Un problema de crisis económica y un asunto de faldes: Tienes que volver para restituir el honor de la familia y, de paso, el de todos los asturianos. Y volvió como Don Pelayo. Un nieto de él encargó una biografía y ahora todos a estudiar sus glorias y hazañas.

Con el ilustre Xovellanos pasó dos pares de los mismo. Cómo sería de espantoso Xixón que aprobó unas oposiciones con menos de veinte años y marchó para Sevilla. La familia encantada. Menudo cante tener a Gasparín con calzas rosa a la moda francesa paseando el palmito por Cimavilla. Antes que el escándalo, el exilio glorioso. Y en Sevilla, como es natural, disfrutó como un verderón. Y después en Madrid. En Mallorca un poco menos. Pero luego, en Cádiz, imagínatelo. Con la fama que sigue teniendo Cádiz todavía ahora. Hasta que lo llamaron de casa que había que venir para salvar a la patria. Y vino. Duró cuatro días porque pilló una pulmonía escapando de los franceses. Normal, ¿a quién se le ocurre cambiar Cádiz por esto? Pero ahí lo seguimos teniendo: en Mieres, que estuvo de paso un cuarto de hora, le pusieron su nombre al parque.

Con todas estas historias a nuestras espaldas históricas, no me extraña que ahora llamen a Paco para que vuelva. Hicieron lo mismo antes con Rafael Fernández. Pero tuvo la desgracia de no morirse a tiempo para acabar convirtiéndolo en héroe. A ver si Paco tiene más suerte. Por una parte, venir y tener suerte de morirse pronto para subirlo a los altares. O la suerte de no venir y que te sigan echando de menos.




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