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Décimo aniversario del último trabajo de Manolo Quirós

2010 / 03 / 06 - El Comercio

Décimo aniversario del último trabajo de Manolo Quirós

Para dar con la clave de la profunda transformación del ámbito de la gaita asturiana podrían barajarse muchos nombres. Quizás los de Alberto Velasco, como artesano gaitero que tempera el instrumento según los cánones, y José Ángel Hevia, como el instrumentista más afamado de la quinta del biberón, nombre que recibieron los instrumentistas del relevo generacional de los años ochenta.

Pero, sin duda, la referencia en Asturies para enlazar la tradición y las nuevas generaciones continúa siendo Manuel Rodríguez Osorio, más conocido como Manolo Quirós. Estos días se cumplen diez años de su última grabación, el disco Latidos de la tierra, uno de sus más elaborados trabajos, preseleccionado en su momento entre los candidatos a los Grammys Latinos en dos categorías.

Manolo Quirós había nacido en Ricao, concejo de Quirós, en 1949. Su primer contacto con la música lo realiza durante sus estudios en la Universidad Laboral de Xixón, donde recibe clases de canto y piano, siendo miembro de la tuna del centro. En 1967 marcha a Madrid a estudiar Telecomunicaciones, integrándose igualmente como miembro de la tuna de Alcalá de Henares y gaitero del grupo folklórico del Centru Asturianu de Madrid.

En 1974 regresa a Asturies y, mientras trabaja como gaitero en el Muséu del Pueblu d’Asturies, comienza a relacionarse musicalmente con otras propuestas. La que tiene mayor trascendencia, la que establece en 1977 con Chus Pedro y Manolo Peñayos. Los presenta el Che de Cabaños y, al año siguiente, cuando los dos primeros crean Nuberu, se convierte en su primer gaitero. En el seno de esa formación deja de ser Manolín el de Quirós para adquirir el nombre por el que lo conocemos.

El éxito del primer disco de Nuberu fue enorme. Muchas de las canciones de aquel Asturies: ayeri y güei siguen formando parte de la memoria colectiva de la época: “La mula torda”, “Dame tira”, “Aida de la Fuente”, “El chamiceru”… Pero la banda sonora de aquellos años no estaría completa sin la gaita de Manolo Quirós en el tema “Céltica” que abría y cerraba Vívese d’oyíes, su siguiente disco.

Por más que la gaita ya había sonado en otras canciones de Nuberu y en otras formaciones (como en Lamento de gaitas de Los Archiduques), esta versión de una de las melodías de la misa tradicional acabó triunfando, hasta el extremo de pasar a conocerse desde entonces como “Marcha celta” y generar desde el primer momento una viva polémica sobre su origen, ya que en Galicia se la conoce como “Marcha do antigo Reino de Galicia”.

En los años siguientes Manolo Quirós creó un grupo propio, fue titular de gaita de la Universidad Popular de Xixón, grabó con los Virtuosos de Moscú y la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, fundó en L’Entregu la Escuela Municipal de Gaita y Música Popular y en Quirós el Grupu de Gaites Teixo, además de escribir el Libro de la gaita (1993), su personal manual para su aprendizaje. Pero, sobre todo, quedó la constancia de sus ocho discos propios: Alborá (1982), Manolo Quirós 2 (1984), En un país del Norte (1986), Viento de ciudad (1988), Un hombre, una gaita (1989), Cantos, danzas y lamentos (1993), Vaqueiros (1996) y Latidos de la tierra (2000).

En el escaso margen de veinte años desarrolló un impresionante trabajo a través del cual puede seguirse no sólo su evolución personal sino también la evolución de la gaita y de la música asturiana a través de esos años claves, las modas y las influencias, y sobre todo su apuesta por un sonido identificativo. Un esfuerzo que culmina en Latidos de la tierra, que cumple ahora diez años de su publicación, y que merece la pena volver a revisar para redescubrir la importancia de su figura.




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