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Yo de mayor quiero ser interventor

2010 / 02 / 02 - La Nueva España

Yo de mayor quiero ser interventor

Desde que tuve uso de razón siempre quise ser un gánster. Así empieza la película Uno de los nuestros. Es de Martin Scorsese y de 1990. La vi cinco veces seguidas cuando salió. Luego me pasó lo mismo con Gangs of New York, del 2002. Era, a lo bestia, la historia de Santa Marina. Insisto: a lo bestia. Pero, sin duda, la historia de Santa Marina.

Nueva York hizo maravillas y las sigue haciendo para perder su conciencia de barrio. A Mieres le pasa lo mismo. Pero en pequeñín. El Bronx era un sitio ideal, con ambiente, con encanto, con historias que contar en cada esquina. Los diferentes planes de urbanismo lo acabaron convirtiendo en una zona residencial pija, descafeinada y de moda.

A Santa Marina les pasó lo mismo. Sólo así se entiende que nadie atienda la necesidad de un campo de fútbol. En otro tiempo, ya se hubiese ido directamente a quemar el ayuntamiento. Sólo así se entiende que tengamos un cura como el que tenemos. No hace mucho, también en otro tiempo, ya hubiese ido de cabeza a La Canal. Pero, claro, desde que nos quitaron La Canal, ¿a dónde podemos tirar de cabeza a un cura, con lo entretenido que era? Desde que podaron todo el bosque de ribera, ¿dónde podremos encontrar madera para quemar Las Consistoriales, con la guapa danza prima que podría bailarse alrededor?

En fin, que el tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos. El Bronx ya no es lo que era y Santa Marina, menos. Ni siquiera nosotros mismos conseguimos nuestro objetivo de hacernos gánsteres. Bueno, sí, reconozco que algunos un poco. Pero, sin duda, más elegantes que para vendernos por un traje como simples políticos valencianos.

Las cosas han cambiado tanto que, cuando me preguntan qué quiero ser de mayor, digo que interventor. Y mira que en Mieres lo fácil sería querer ser prejubilado. Pero ni eso. Siempre te queda la vena macarra, la esencia de barrio. Y mira que vivo bien, que nunca me quejo. Pero siempre se aspira a hacer menos de lo que se hace, a vivir como un marqués, a morir panza arriba… ¿Por qué me gusta entonces lo de ser interventor? Porque miré la definición en el diccionario y es genial: empleado que fiscaliza ciertas actividades para que se hagan con legalidad. Me encanta. De mayor quiero dedicarme a eso: a promover quemas de ayuntamientos y aventamientos de curas a La Canal, pero cumpliendo la legalidad.

Aunque, la verdad, para lo que me queda para ser mayor, igual me va apatecer más ser asesor. No sé de qué, pero asesor. También lo miré en el diccionario. Asesor: que asesora. Y me da la sensación que eso de asesorar va a ser menos cansado. Porque siendo interventor igual tengo que intervenir. Mientras que lo de asesor seguro que puedo hacerlo sentado.




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