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El Camín de Santiago

2010 / 01 / 30 - El Comercio

El Camín de Santiago

Estamos en Año Santo y los lugares del Camino se preparan para llevar a cabo una amplia programación relacionada con el folklore musical de sus respectivas regiones y de las vecinas. Navarra, Galicia y Castilla-León amplían en este sentido una oferta que ya vienen realizando año tras año, sin necesidad de que la festividad del apóstol Santiago caiga en domingo. Muchos otros lugares de Francia, Alemania o Italia cuentan con programaciones similares. Asturies, que carece de ellas en circunstancias normales, no parece que tenga nada programado por el momento (por más que los medios de comunicación recogieran estos días atrás que el stand del Principado en FITUR iría dedicado a este hecho).

¿Existe un folklore musical asturiano propio relacionado con el Camín de Santiago? A la vista de la ausencia de este repertorio en las diferentes formaciones musicales asturianas, podría decirse que no. Apenas algún tema suelto y un disco conmemorativo de hace muchos años de la formación Boides que se notaba muy de circunstancias. Con todo, el simple hecho de la existencia de una danza como el corri-corri, acompañada en su interpretación por el romance de “La Virxen pelegrina”, lleva a considerar lo contrario.

Podríamos agrupar el folklore musical europeo dedicado a esta ruta en dos grandes bloques. Por una parte, las canciones del repertorio litúrgico: cantos gregoriano, canciones polifónicas del Códice Calixtino y otras cantiga e himnos con texto latino o gallego, por lo general. Y un segundo grupo integrado por canciones estróficas de carácter lírico que conservan leyendas y pasajes relacionados con la peregrinación o los lugares de paso. Este último repertorio cuenta con canciones en todas las lenguas europeas: castellano, gallego, portugués, vasco, catalán, occitano, francés, alemán, holandés, inglés, esloveno… y, como no, también en asturianu. El mejor ejemplo lo tenemos sin duda en el citado romance que acompaña al corri-corri:

“Vi que baxaba d’un cerru cuandu a las tres de la tarde vi que baxaba d’un cerru una hermosa pelegrina con un infante pequeñu. ¡Válgame Nuestra Señora válgame la Madre Santa!”

Uno de los libros más famosos sobre este repertorio es Les chansons des pèlerins de Saint Jacques, de primeros del siglo XVIII, que carece de anotaciones musicales. Una de las canciones más conocidas se titula “Quand nous partîmes de France en grand dèsir” y describe las costumbres de los diferentes pueblos y villas por los que el camino transcurre, desde Bayona hasta Santiago. Así cuenta que en Bayona cambió los “luises” por “doblones”, que en Vizcaya los campesinos hablaban un lenguaje ininteligible, que Vitoria olía a romero y a lavanda, que en Santo Domingo cantaba el gallo en la catedral, que sudaba el Cristo de la iglesia de los Agustinos de Burgos, que las mujeres de León salían engalanadas a saludar a los peregrinos… Otro cantar, “Lorsque nous partîme de France”, describe el camino inverso, de regreso.

El Camín de Santiago, aparte de una ruta de intercambio de culturas y económico, era un punto de encuentro de todo tipo de personas. No todo era religiosidad, también había momentos para la burla, como recuerda otra canción francesa que dice:

“Cuando volvía de Compostela el cojo bailaba sobre una cuerda y el tullido se balanceaba en un trapecio. ¡Oh, gran Santiago, cuidame!

Cuando volvía de Compostela el marido que nunca tuvo hijos por poco que tardara en regresar se encontraba a la vuelta con dos. ¡Oh, gran Santiago, cuidame!”

Este repertorio jocoso es el que más perduró en el folklore musical asturiano, como pasa en el canto de ánimas que dice:

“Ánimes del Purgatoriu ¿cuála ye la vuestra pena? El nun haber dío en vida a Santiagu Compostela. ¡Ai, ai, ai, qu’equí m’abraso! ¡Ai, ai, ai, qu’equí me quemo! ¡Ai, ai , ai, Señor Benditu llíbranos de los infiernos!”.

Por más que pueda ser que nos resulte simpático en este momento y, en el tiempo de su interpretación, formara parte de un repertorio serio. En Asturies perdió su carácter al quedar arrinconado en el folklore musical infantil.

Por más que el repertorio parece arrinconado a un peregrinaje antiguo, la existencia de canciones como “La pelerina” denota que su importancia llegó hasta el siglo XIX. En su origen, esta canción posiblemente haya sido un cuplé o cualquier otro tipo de canción de cafés-cantante de época. La descripción de la peregrina es minuciosa y por la ropa que describe se sabe que es propia de dicho final de siglo:

“Diba la pelerina cola esclavina la so cartera y el so bordón lleva zapatu blancu de mediu zancu sombreru finu que ye un primor.

Tien roxos los cabellos llargos y bellos que l’alma nellos m’enguedeyó cola fina guedeya d’oru bermeya el amor d’ella m’aprisionó”.

El cantante vallisoletano Paco Díez, responsable del Aula-Museo de Instrumentos Tradicionales de Mucientes, incorporó en su último disco una canción asturiana, también relacionada con el Camín de Santiago, magnífica. Todo lo contrario de la anterior, su historia narra un suceso del siglo XIV:

“Güei ye’l día de los Reis la primer fiesta del añu buenos Reis toles dames y doncelles al Rei piden aguilandu buenos Reis si nun fue Doña María que-y lu pidiera dobláu buenos Reis que-y pidiera la cabeza del Maestre de Santiagu buenos Reis”.

Y, de Asturies, tenemos la preciosa seguidilla cantada a la manera vaqueira que de vez en cuando Anabel Santiago incorpora a su repertorio, aunque no tiene grabada:

“Son cientu y doce les estrelles del cielu son cientu y doce y colos tos güeyinos cientu y catorce.

Cientu y catorce les legües que me queden cientu y catorce y si cuento la vuelta quédame el doble”.

Acabo de llegar de Santiago de Compostela. El frío y la lluvia son espantosos. La nieve en lugares como La Cruz de Fierro, entre La Maragatería y el Bierzo, supera el metro. Con todo, el volumen de peregrinos pasando por Astorga es impresionante. Y todavía estamos en enero. El Camín de Santiago vuelve a convertirse en la mayor ruta cultural europea. Asturies, por lo que se ve, vuelve a quedar al margen.




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