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El padre de la tonada d'autor

2009 / 11 / 07 - El Comercio

El padre de la tonada d'autor

La nota necrológica que publicó Benito Álvarez-Buylla con motivo de la muerte del compositor Baldomero Fernández es suficientee para acercarse a este personaje:

“Pudo haber sido el músico asturiano. Pero fue pobre y tuvo que ganarse el pan cotidiano saciando la codicia de empresarios de teatros y cines, que exigían demasiado ruido por muy poco dinero. Y necesitó también para malvivir adular a la bambolla burguesa, desasnando muchachos a los que sus progenitores daban por futuros astros del piano. Y entre aquella tarea destructora y esta ingrata labor docente se fue diluyendo el optimismo del, quizás, más inspirado y fácil de nuestros compositores”.

Así lo recoge el libro de Fidela Uría, Música asturiana entre 1860 y 1934, imprescindible para conocer la obra de los grandes músicos asturianos de primeros de siglo XX, entre los que ocupa un lugar destacado Baldomero Fernández.

Había nacido en Uviéu el 27 de febrero de 1871, hijo de una inspector de policía, con su mismo nombre, y de Evarista Casielles. Como indica la nota necrológica, sus múltiples trabajos le valieron para malvivir y apenas un año antes de su muerte consiguió el único empleo fijo que hasta entonces había tenido, el de profesor de música en las Escuelas Municipales de la capital asturiana. Apenas finalizada la revolución de octubre del 34, el 2 de diciembre, a los 63 años de edad, moría en la misma ciudad que lo había visto nacer.

La mayor parte de su obra sinfónica permanece inédita. Y, aún la más conocida, no es interpretada con regularidad. Con todo y que siga siendo Asturies la comunidad autónoma con mayor número de formaciones sinfónicas y de cámara por número de habitante.

Con todo, lo realmente importante de Baldomero Fernández es su legado en la música vocal que se sigue considerando asturiana por excelencia, la tonada asturiana. En cualquier final de uno de los principales concursos de canción asturiana siempre se está interpretando algún tema de los llamados clásicos, famosos en su momento porque los interpretaron El Maragatu o La Busdonga. Y luego, a partir de ellos, vueltos a reinterpretar por un ciento de nuevas voces, generación tras generación. En su mayoría se trata de temas compuestos directamente por Baldomero Fernández o fueron arreglos suyos de temas tradicionales perfectamente adecuados a las cualidades vocales de los dos citados intérpretes, dos de las mejores voces del momento.

Estoy hablando de tonadas que todo el mundo conoce: “La portillera, María”, “Soi de Llangréu”, “Caminito del puertu”, “Caminito d’Avilés”, “Tengo de subir al puertu”, “Fuisti a la siega y golviesti”, “Cantar bien neña”, “Carretera de Colloto”, “Carromateros”, “Pasé’l puertu de Payares”, “En el roncón traigo Asturies”, “Tienes casa tienes horru”, “Al pasar per el puertu”… y tantas otras.

Hace apenas dos meses un campeón actual de tonada comentaba en la radio que él era muy clásico y que no le gustaba nada la tonada renovada o tonada de autor que, una nueva generación más joven de cantantes de tonada, está introduciendo en sus conciertos. Citaba como temas clásicos, de toda la vida, composiciones y arreglos de Baldomero Fernández, al lado de otras piezas conocidas de autores como Martínez Abades, Víctor Sáenz, Manuel del Fresno, Maya y Lavandera, o Eduardo Martínez Torner.

Los cuarenta cantares que integran su trabajo Canciones asturianas son una mínima muestra de su enorme talento y la mejor forma de acercarse a un repertorio tradicional que, tras haber pasado por su mano, acabó convirtiéndose en clásico. Por estas canciones las grandes voces de aquella época hoy se los considera y se les llama clásicos. Baldomero Fernández y Eduardo Martínez Torner fueron los primeros que se pusieron a trabajar con estos intérpretes de manera consciente. Sabedores de que en ellos había materia prima suficiente como para que la tonada tradicional se convirtiera en un género que perdurara en el tiempo: estaba naciendo lo que hoy conocemos como asturianada.

A la tonada asturiana le tocó vivir durante aquellos años de primeros de siglo XX una profunda trasformación. Salía de los chigres y las romerías, su marco habitual, y se trasladaba a los locales de concierto. Baldomero Fernández trabajó principalmente con El Maragatu y La Busdonga, pero la mayor parte de su composiciones y reelaboraciones comenzaron a escucharse en boca de Cuchichi, Xuacu’l de Sama, Claverol, Miranda, Emilia Benito, Botón.

Las características fundamentales del Nacionalismo Musical, el movimiento musical predominante en la época, comienzan a hacerse notar en la obra más temprana de Baldomero Fernández. Pero sobresalen de manera especial en sus Canciones asturianas y en su trabajo inédito De la tierrina. Álbum de canciones asturianas. Trabajos ambos que parten de un profundo respeto por la línea musical pero, como señala Fidela Uría en su trabajo, “el autor no se limita a realizar meras trascripciones, ya que tanto la armonización como el uso del piano están pensados para crear determinados ambientes o climas”.

Comentaba hace un par de semanas que una nueva generación de cantantes de tonada está en estos momentos dando el relevo a las voces que los precedieron. Nuevas composiciones vienen a querer ocupar el lugar de las clásicas. El sueño de Baldomero Fernández a primeros del siglo XX vuelve a repetirse a primeros del siglo XXI.




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