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Mapi Quintana vuelva a casa

2009 / 06 / 20 - El Comercio

Mapi Quintana vuelva a casa

Oscuridad absoluta en el escenario. Por el rumor se pasos se intuye que los músicos van tomando posiciones. Un foco direccional se enciende y se escuchan los primeros sonidos de una extraña gaita. El gaitero toca sentado. Un par de minutos de intervención han sido suficientes para crear un ambiente. Luego, la voz de Mapi Quintana. A su lado, además del gaitero, un bajo, una batería y un piano. Más adelante, según va avanzando el concierto, se dejará sentir también un saxo.

Escucharla a ella te transporta a otros universos sonoros, sin dejar en ningún momento de seguir sonando a música asturiana. Se debe a su voz. Pero, también, al impresionante grupo de músicos, todos ellos de fuera de España, que la acompañan. Gente con la que lleva tiempo trabajando. Algo que se nota desde el primer momento. Hay más de una complicidad.

Resulta difícil quedarse con una canción sobre el resto. Pero, si la entrada ya te sorprende y te alucina, la versión del tema tradicional “Que m’escurez”, acompañada al saxofón, te da la seguridad que te encuentras delante de algo diferente, absolutamente diferente. Explora con su voz los recursos de la tonada asturiana, pero utiliza magistralmente los que tiene aprendidos del jazz. Una mezcla única. Siguiéndola a ella y a sus músicos estamos sintiendo a Ella Fitzgerald, a La Busdonga, a Billie Holliday, a Diamantina Rodríguez… pero también a Caetano Veloso o a Juanín de Mieres. Un sueño posible.

Porque, por encima de todo ello, Mapi Quintana sigue vindicando que su música es asturiana, que parte para ello de “les semeyes” que guardan su memoria y que nos muestra en el folleto de su CD y que nos transportan al mundo rural del que surge. Unas imágenes que nos muestran a alguien con los pies en la tierra después de haber estudiado en tantas otras partes y con tanta otra gente.

En dos días, Mapi Quintana apenas ha podido dar un mini concierto en Xixón, un concierto en Mieres (del que estoy hablando) y una session nocturna en Uviéu. Me cuentan que hubiesen deseado bastante más, pero resultó imposible. No es este el mejor momento económico para los pequeños establecimientos que programan jazz. Tampoco lo es para la administración central que suprimió este año de su agenda el programa Asturies Musical, por el que los pequeños y medianos ayuntamientos podían acceder a tener un mínimo calendario de conciertos sin que se vieran desangradas sus arcas.

No se de quién podrá depender directamente dentro de nuestra administración, pero es absolutamente necesario que una voz como la de Mapi Quintana, con el plantel de músicos que la acompañe, sea conocida en Asturies. Quizás para los actos del día 8 de septiembre. Quizás para mostrar simplemente que en esta tierra hay gente que hace música del mundo sin dejar de ser propia. Gente que no necesita cantar en otra lengua o importar ritmos extraños, sino que sabe traer todo un mundo de influencias a su propio campo, a su propia lengua, a su propio mundo de ritmos y melodías. De ahí que todo en ella suene tan natural. Aún en medio de tanta diversidad. Quizás gracias a ello.

Hasta el propio CD, El sonar de les semeyes, no debe de contar con una buena distribución. No son buenos tiempos para la venta de discos. Los asistentes a los conciertos pudieron hacerse con él en venta directa. Y, no es ninguna exageración decir que es de lo mejor que se puede escuchar en este momento.




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