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Marketing sindical

2009 / 05 / 05 - La Nueva España

Marketing sindical

Durante el master de marketing, mientras la mitad nos volvíamos locos por desarrollar un concepto de imagen ligado al desarrollo económico de una empresa, un compañero catalán centró su trabajo en la importancia económica que tenía para Mataró que se la vinculara como el centro de la lucha sindical catalana. El punto clave de esta vinculación era la celebración del Primero de Mayo. Las calles de Mataró se llenaban de gente reivindicando lo que tocara reivindicar en el momento. Eso en concreto no tenía ninguna importancia. Lo realmente importante era el número de asistentes. Y, una vez comprobado hasta el extremo de minuciosidad este número, establecer una serie de ratios de ese día en relación con otros festivos similares: aumento del número de repostajes de gasolina en las gasolineras de entorno; aumento del número de ventas de periódicos, revistas, tabacos y otros artículos de kiosco; aumento de la consumición de vinos, vermuts, refrescos y demás consumiciones típicas de la hora del aperitivo; aumento del número de menús del día consumidos y de ocupación general en restaurantes de comidas; aumento de la venta de preservativos en las farmacias y de servicios en los puticlubs …

Los resultados para una ciudad mediana como Mataró de que en sus calles se llevara a cabo la manifestación del Primero de Mayo eran impresionantes: los repostajes habían aumentado un 12%; los de ventas de kiosco un 18 %; los de consumiciones mañaneras un 29 %; idéntica cantidad que la del aumento de menús del día, mientras que subió al 42 % la de ocupación general de restaurantes; los preservativos apenas subieron un 8 %, mientras que los responsables de puticlubs reconocían un aumento considerable de servicios difícil de cuantificar numéricamente ya que eran reacios a dar datos a mi compañero de marketing por la cara que tenía de policía secreta en prácticas.

Este sábado fue el Primero de Mayo por las calles de Mieres. A pesar del paro, de la crisis y de la precariedad del empleo, la reivindicación cada vez tiene más aspecto folklórico. Mucho globo, mucho pito, mucha gorra, mucha pegatina, una banda de gaitas, otra de música, pancartas con eslóganes estándar y poco más. Al final, lo que importaba: un día de sol espléndido, las terrazas llenas, las sidrerías a tope, los aparcamientos imposibles, la farmacia de guardia llena… y de más. Y todo esto sin gastar un duro del erario público municipal. Esto sí que es una Folixa que merece la pena.




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