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Política municipal

2009 / 04 / 20 - La Nueva España

Política municipal

El miércoles santo cayeron cuatro gotas. En Mieres no pasarían de ser cuatro gotas. Todo lo más, un chaparronín. De esos que no te da tiempo a coger el paraguas. Te resguardas un momento en un portal. O, si te pilla cerca, te metes en una cafetería y te dura lo mismo que un café o un corto de cerveza.

Pero, no estoy en Mieres. Ni en ninguna otra parte de Asturies. Y es cuando un chaparronín te sirve para distinguir el primer mundo del tercero. Estoy panza arriba en ese país de pandereta que cuando estudiábamos se llamaba País Valenciano y ahora bajó de categoría a Comunitat. Cuatro gotas son suficientes para entender por qué Dénia es una ciudad investigada por los jueces. Los miembros de la Corporación tienen seis causas abiertas. En dos procesos está imputada la alcaldesa, Ana Kringe, del PP. En otros tres la socialista Paqui Viciano, su antecesora en el cargo.

Si miras el mapa, Dénia viene a ser como Avilés. Cuatro gotas son suficientes para saber que no. La entrada de la ciudad según vienes por la carretera de Oliva, inundada. Las anchas y nuevas avenidas que se dirigen hacia la zona de polígonos, inundadas. El patio del colegio -en esta Comunitat aún tienen clase en miércoles santo-, inundado. Una nueva zona de chalecinos todos iguales y piquiñinos a la entrada, inundada.

En Dénia la política municipal además de un chiste es un espectáculo. El año pasado, ya no recuerdo si por Semana Santa o por el verano, me tocó el golpe de estado de la Kringe a la Viciano. Todavía fucionaba el Clan del Ladrillo. Pero, ahora, medio año después, no hay una grúa en funcionamiento. Las urbanizaciones con el cartel de pronto inicio siguen sin iniciarse. Las que estaban a medias siguen a medias. Las que estaban para entregar siguen sin entregar.

El sábado de gloria subimos a Madrid. Noche de espera en una clínica de maternidad. Íbamos a ser tíos abuelos. Lo precelebramos, lo concelebramos y lo poscelebramos. Al final, nació. Los güelos maternos buscaban parecidos por su rama. Nosotros, ni palabra. La guaja, aún naciendo en Madrid, llevaba en la frente el sello de Santa Marina. De la canal p’allá. La raza paterna que tira mucho.

Echo en falta también las grúas en Madrid. Igual las quitaron por ser Semana Santa. No me extrañó ver de costaleros a inmigrantes. Cobrando, claro.




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