Peatonal
2009 / 03 / 23 - La Nueva España
Lo guapo de Tetuán, lo realmente guapo, es su calle principal. La gente la llama El Paseo. A eso de las seis de la tarde la gente deja sus quehaceres y se dedica a dar una vueltina. Paseo arriba y abajo. Ver escaparates. Tomar una menta en una terraza. Jugar al parchís. Quedar con los amigos. Ver a otra gente pasar.
En Tetuán un cine se llama Novedades. Hay tiendas como la Innovación y El Mundo. Un café Español y una chocolatería El Progreso. La UNESCO declaró hace años Patrimonio de la Humanidad la medina. Pero lo guapo, lo realmente guapo, es esa calle peatonal que cruza de arriba abajo la ciudad nueva.
Toda la publicidad de Baden-Baden te habla del Casino. Allí perdía los cuartos “El jugador” de Dostoievsky. Está sobre una colina y sale en todas las fotos. Bajo ella hay un macro aparcamiento. No hay manera de entrar con el coche en la ciudad si no eres residente con cochera o repartidor antes de las once de la mañana. Todo es peatonal. Incluso el río.
En Baden-Baden no hay más parque que el que rodea el Casino porque toda la ciudad es un parque. Al no haber coches todas las tabernas, cafeterías, bares, restaurantes y bombonerías tienen terraza. Viendo a los niños jugar a la pelota te das cuenta que el futuro de la selección alemana de fútbol está asegurado.
Copenhague es un pueblón marinero con una estatua de una sirena mirando hacia una refinería de petróleo. Siempre hace frío. Siempre tira un nordés espantoso. Y, con todo, la gente va en bicicleta. Incluso el alcalde. Y la reina.
Copenhague tiene un calle peatonal que cruza todo el centro. Allí está todo. Va desde el muelle de casa coloreadas que sale en las fotos hasta la plaza del Ayuntamiento. Dos kilómetros de tiendas, terrazas y el Museo del Sexo. En un país que la gente habla una lengua que aspira la erre, los gritos de los críos jugando te recuerdan que está vivo.
En Mieres mi calle es peatonal. Con todo lo horribles que son las baldosas y lo feo y mal puesto que está el mobiliario urbano, los guajes la embellecen. Los partidos de fútbol no respetan ni las terrazas. Gritos de gol o de penalti. La villa es tan fea como Copenhague. Pero viva por los guajes. El letrero que acaban de poner de “Prohibido jugar” es genial. Les enseña a ser rebeldes. A luchar desde niños contra la estupidez. A reivindicar más calles peatonales. A reivindicar El Paseo, como en Tetuán. Mieres entero, como Baden-Baden.