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El arte de ser político

2009 / 02 / 22 - La Nueva España

El arte de ser político

Hace unos quince años lo conté en un artículo. Como éste. En este mismo periódico. Decía que de mayor quería ser político. Pues bien, ya soy mayor. Me apetece presentarme a las próximas elecciones. Llevo una temporada peinando canas. Son muy fotogénicas. Me falta un poco más de sentido común. Pero si con estos años no lo cogí, va a ser complicado que me llegue como no sea por intercesión del espíritu santo.

Para político se aprende. Llevo estudiando un mes. Y estableciendo contactos. Los hay muy listos que se creen que para esto vale cualquiera. Así les va luego. Yo me estoy asesorando. No sé gran cosa. Intento ir poco a poco. Hace una semana me enteré que lo primero que hay que hacer es postularse. Esto que estoy haciendo ahora. Dando a conocer mi futura candidatura. Diciendo lo bueno que soy y lo que valgo.

Una vez que estoy postulado tengo que dedicarme a “buscar soldaos”. En jerga se dice así. También currelas, machacas, pelotón, banderilleros, aguadores. Depende de la provincia. Aquí en la cuenca se habla de soldaos. Esto ye la guerra. Porque, una vez postulado, lo primero que te van a preguntar tus contrincante es: ¿Tú cuántos indios tienes? Suena a poco serio. Pero así es la guerra. Y en la guerra se habla de soldaos y de indios. Soldaos si los cuentas tu. Indios si te los tasa el enemigo.

En Mieres para las próximas elecciones van a quedar puestos vacantes. Tu que eres un mal pensando ya te supones a quién me estoy refiriendo. Pues, no. Esos no cuentan dentro de su propio partido, qué van a contar de cara al futuro en ningún sitio. Como no sea en una coalición de esas de nueva creación. Ya la tuvimos. Cero concejales. Seguro que a estos los convencen para lo mismo. Peor pa ellos. Cuando digo vacantes en los partidos, hablo de partidos serios. No de chistes.

Para ir haciéndome a ello, voy a ir disfrazado en Antroxu de político de capa caída. Dientes Pantoja, de aquí no está pasando nada. Paso firme y culo apretao para dar la sensación de mucha prisa y mucho trabajo. O, mejor, voy a disfrazarme de correveidile. Es más carnavalero. Más típico que la truchona. El Antroxu tradicional tenía zamarrones y personajes célebres. Un cura, un guardia civil, una madama, un americanu, un tontu y un arrastráu. La versión moderna de este arrastráu es el correveidile. Los hubo siempre. Mientras más tonto es el político más correveidiles tiene alrededor. Y más caso les hace.




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