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El arte de ser funcionario

2009 / 02 / 17 - La Nueva España

El arte de ser funcionario

¿Por qué los funcionarios no creen en el paraíso? Seguro que sabes el chiste. Cuando digo que trabajo en un Ayuntamiento es lo primero que me cuentan. La respuesta: porque no se creen que exista otra vida mejor que esta.

Al que me cuenta el chiste le hace gracia. Espero que termine de reírse. Y le digo la verdad: pues, aunque no te lo creas, tenemos representantes sindicales para reivindicar vivir mejor. Ponen cara de incrédulos. Les digo que en el Ayuntamiento ocurre como en todas parte: los hay que viven bien, los hay que viven mejor y los hay como yo.

Un piropo de este Ayuntamiento: ¡Vives mejor que el Interventor! Con el Interventor que teníamos era un objetivo casi inalcanzable. Pero sé lograba. Por eso nos reímos del convenio. No nos suben el sueldo. ¡Será por perres! Engañar engañaránnos coles perres, pero col trabayu… Para los representantes sindicales somos un modelo a seguir. Los sindicatos municipales subsisten rozando el chiste. Los de toda la vida salvan el pellejo por ser de toda la vida. Pero, luego, hay sindicatos de clase. De clase funcionarial. El colmo del esperpento es Uviéu. Donde hay un sindicato específico de tiralevitas y aplaudidores. En Mieres, parecido. Todavía no tiran de levitas. Pero van ensayando.

Este es un ejemplo de semana de vivir bien. El jueves trabajé. El miércoles tenía que resolver un asuntillo fuera. En una ciudad que sigue moviendo mucho dinero negro. Por más que el juez Garzón esté a la que salte. El arte sigue moviendo pasta. Por los alrededores de Madrid sigue habiendo alcaldes a los que engañas como nada diciéndoles que se trata de arte moderno. Y les vendes unos cuadros que son una tomadura de pelo. En política sigue funcionando el cuento del rey al que vistieron con un traje transparente. Siempre va a tener lameculos al lado que le digan que lleva un traje precioso. Con el arte moderno pasa lo mismo. Hay subastas todo el año. Pero hay una feria en febrero en la que se hace el agosto. Por semana es para profesionales. El fin de semana vienen los paganinis: los únicos a los que se cobra entrada. Alguien tiene que costear los pinchos. Los cuadros de broma ya lucen en algún despacho de alcaldía. Cuando no en el chalecín de la sierra.

Comiendo pinchos nos reímos del alcalde de Boadilla del Monte. No cuento de qué. No se desvelan secretos profesionales. Un tema relacionado con el arte moderno. Es de lo que más risa dan. Y más pasta mueven.




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