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Prevaricando

2009 / 02 / 12 - La Nueva España

Prevaricando

La vacaciones de verano del año pasado me las pasé enteras prevaricando. Sobre todo tempranín. Cuando menos casca el sol. Si eres de pueblo seguro que entiendes lo de andar escondiéndote del sol. Lo guapo de madrugar para prevaricar un poco.

Si eres de ciudad seguro que estás pensando mal. Seguro que te vienen a la cabeza la imágenes de los invitados a la boda de la hija de Aznar. Para los que somos de pueblo, prevaricar es simplemente preparar la lana de los colchones para varicarlos después.

Ser de pueblo es como saber idiomas. Conoces dos maneras de prevaricar. Como también dos maneras de fornicar. De pequeños nos decía el cura: el quinto, no fornicarás. Y güelita en casa, todo el día fornicando. Y, peor, enseñándonos a nosotros lo entretenido que era fornicar. O sea: andar con el fornicu en la cocina de carbón. Jerónimo Granda lo cuenta por los escenarios desde hace cuarenta años. Lo bueno de tener güeles que fornicaron y prevaricaron toda la vida.

Siendo de pueblo todas las cosas tienen dos significados. Como nación. Insistía nuestro profesor de Formación del Espíritu Nacional: España es una nación. Y se mosqueaba porque nosotros nos reíamos. Una nación, en el pueblo, es un xatu recién nacido. Como para no reirse de alguien que nos decía que España era un xatu recién nacido.

Como España mismo. Aquel pobre profesor nos daba clase por un libro de la editorial Doncel que había escrito un tal Manuel Fraga Iribarne. No era conocido de aquella. Tampoco cambió tanto. Ahora no se le entiende hablando. Antes tampoco escribiendo. España era muchas cosas. Una unidad de destino en lo universal de la que todavía hablaba el profesor. Un estado soberano que parecía querer decir Fraga. Y un playa que hay cerca de Villaviciosa, para nosotros.

De mayor el conocimiento de idiomas por ser de pueblo me valió para mucho. Nunca hice más. Cuando me preguntaban: ¿qué estudiaste? Contestaba: idiomas. ¡Ah! todo el mundo se sorprendía muy gratamente. En las entrevistas de trabajo: ¿en qué trabajaste? Contestación: cosas de idiomas. ¡Ah! aprobación general. En las tertulias, presentaciones y cócteles: ¿a qué te dedicas? Sigo contestando: temas de idiomas. ¡Ah! sigue siendo la tónica general. Y ya ves lo que es saber idiomas: saber prevaricar, saber fornicar y saber lo que es una nación.




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