Comprar música asturiana
2008 / 12 / 13 - El Comercio
Hace un par de semanas hacía referencia al buen momento por el que atraviesa la enseñanza musical en Asturies, en lo que toca a la calidad de sus profesores y el gran número de alumnos, y como la Administración ha ido poco a poco desentendiéndose del proyecto de Escuelas de Música que hizo, en buena medida, posible esta situación.
Pero merece un punto y aparte hablar del ámbito comercial. La crisis ha entrado a saco en el mundo discográfico y la culpa de este deterioro económico se achaca, principalmente, a la piratería y a las descargas ilegales. Lo que bien pude ser cierto para las resultados económicos de las grandes y medianas multinacionales del mundo del disco, pero resulta difícil de trasladar a mercados pequeños como el que se mueve en Asturies.
Se trata en líneas generales de un mercado muy endogámico donde difícilmente se da un fenómeno de superventas y donde desde hace años el disco viene cumpliendo la función de tarjeta de presentación del nuevo trabajo del grupo o cantante. Los conciertos son, en este sentido, la base de la pervivencia de un grupo y el mayor número de ventas se genera en estas actuaciones en directo. Un fenómeno que con el tiempo se ha ido extendiendo a otros ámbitos nacionales y que hace que productos relacionados con el concepto de “otras músicas” acaben teniendo una especial presencia que supera la meramente testimonial.
Para una población como la asturiana, la producción anual cercana a los cien discos se entiende como abultada. Pero, no deja de ser sino reflejo del buen momento musical del que se hablaba al principio y del enorme abaratamiento de los costes de producción. Hace quince años grabar un disco de vinilo necesitaba de una importante inversión económica que sólo podía ser rentable cuando se correspondía a un número considerable de ventas. En el presente, para una tirada de mil ejemplares, un disco de un grupo se pone en el mercado por el precio medio de dos o tres conciertos, lo que hace bastante rentable la producción continuada, dándose el caso de un importante aumento de las producciones propias.
En Asturies se da igualmente el caso de una importante línea de subvención a productos musicales asturianos, lo que permite que muchos de estos discos salgan al mercado con un margen de beneficio considerable. Lo que disminuye el riesgo de las compañías discográficas y fomenta de nuevo la autoproducción.
Esta política de subvenciones permite, pues, la renovación anual de productos, pero no consigue que estos se afiancen en el mercado porque apenas existe alguna política de promoción de estos productos y, aún menos, de defensa y visualización de ellos en el punto de venta. Las promociones se centran principalmente en el apoyo institucional a algún premio y el apartado de visualización queda a merced de la buena voluntad del vendedor. Los premios cuentan con el apoyo mediático del momento de su entrega, pero éste queda diluido en el cúmulo de información musical que llega diariamente a los medios y del que se hacen estos se hacen eco, dando carácter igualitario a una y otra realidad. La presencia de productos musicales asturianos en las grandes superficies comerciales es cada vez menor, siendo en otras meramente testimonial.
Y, con todo, cien productos diferentes surgen año tras año, mostrando la vitalidad y la enorme diversidad del panorama musical asturiano, abarcando la mayor parte de los géneros comerciales modernos y el ámbito de los productos de carácter más etnomusicales. Por lo que, llegando estas fechas de Navidad en las que los índices de mercado nos dicen que se generan más del cincuenta por ciento de las ventas anuales totales, se entiende que sería un buen momento para comprar música asturiana. Así como para, desde la Administración, llevar a cabo una campaña de promoción de estos productos, así como de fomento de su presencia en los puestos de venta.
Yo voy a contribuir directamente a ello y voy a hacerlo escogiendo mis diez discos preferidos del año. Muchos de ellos son inencontrables, por las razones expuestas y alguna más que no llego a entender. Seguramente me quedarán algunos en el tintero que no deberían quedarme. Seguramente, también, a partir de mis diez cualquiera podrá hacerse su propia lista, bastante más ampliada o mucho más reducida.
El mundo de la canción asturiana siempre nos depara gratas sorpresas. Este año tenemos un doble CD de Gerardo Orviz que, bajo el título de “Tonaes y nueves canciones”, nos muestra que con más de setenta aún hay capacidad para sorprendernos. Como lo hace Héctor Braga con “Trad.ye”, un ejemplo de cómo un músico de folk se pasa a la tonada sin abandonar sus orígenes. O como lo hace la mejor voz de la canción asturiana de este momento, Marisa Valle, junto a su hermano Fernando en el trabajo “Un pasu más”, un regalo para los sentidos.
Desde el ámbito del folk nos llegan este año más sorpresas que nunca. Tuenda, con la voz más que reconocible de Xose Ambás, nos trae en “Tuenda II” un nuevo recorrido por la tradición revisitada. Un esquema que también repasa a su manera Celia González en “Cantoras ya bordones”, con un plantel diverso de buenos músicos. La Banda de Gaites Llacín pubica un disco de folk bajo el título de “Xideces” sin dejar por ello de ser una banda de gaites. Llangres deja con “Entá” de ser simplemente un grupo de folk para arriesgar por los caminos del pop.
Y desde otros territorios musicales, Alfredo González presenta una oferta doble, siendo su última entrega “La nada y tu”, sobre poemas de poetas asturianos. El Cuarteto Torner se acerca a las Navidades con su libro-disco de celebración de sus veinticinco primeros años sobre los escenarios. Y los Pingüinos Asesinos, con “Malu” y con apenas una media de edad que ronda los catorce años, se convierten desde Campumanes en la mejor muestra de lo que puede depararnos el futuro.
Sé que me han quedado muchas más cosas que me gustan en el tintero, pero sé también que sus autores sabrán perdonármelo. Para muestra bien valen diez botones.