Santa Hunosa
2008 / 12 / 05 - La Nueva España
El año pasado metí a unos amigos y a mi mujer en el concierto de inauguración del ciclo de música religiosa de Bilbao. Una misa barroca. Dos horas enteras. Casi me matan. No me lo perdonaron. Todavía a día de hoy se están vengando.
La venganza de mi mujer consistió en llevarme al Auditorio de Uviéu. Este miércoles. A ver la entrega de medallas de Hunosa. Como misa barroca y media. Tres horas enteras. Sin contar los pinchos. Contando el muermo de video de entrada. La formación de la mesa presidencial, que parecía el comité central del soviet supremo. Todo paisanos. Ejemplo de apuesta por la igualdad de cara al futuro. Un concejal de Uviéu habló de Santa Bárbara. Se creyó que era una reunión del Opus. Por la pinta del acto. El discursín del presidente, correcto: de lo bien que va todo, de lo bien que lo hacemos.
Y, después, el terror. Cuatrocientos y pico nombres de paisano y tres mujeres. Uno a uno. Subieron al escenario a recibir la medalla, el cheque, un reloj y un documento que certifica no sé qué. Se levantaban por orden alfabético. Una azafata los ponía en fila. Otra azafata miraba la placa de identificación. Lo leía y el presentador lo escuchaba por el pinganillo. Poco después, con parsimonia torera, lo repetía por la megafonía general. A cada uno le daba su medalla su jefe. Un apretón de manos y a la fila otra vez. Unos detenían el paseíllo para saludar al de su sindicato. Otros al del otro. Del presidente y de los demás de la mesa se acordaron pocos. Muy pocos.
Después, un quinteto de cuerda clásico. Las caras del público no salían de su asombro. Los comentarios a pie de asiento eran crueles. El año anterior había actuado el rapero Dark la Eme. Había gente este año que aún no se había repuesto de aquella actuación. Y para finalizar el Coro Minero de Turón. Menos mal. El “Santa Bárbara bendita” se agradece. En canción. No en discurso. Y después los pinchos. Que se agradecieron más. Y la cerveza. Y los saludos. Y el vinín. Y los besos y abrazos. Y el cacharru. Y las batallitas del pozu. Y etcétera, etcétera.
¡Cómo se nota que yo también fui de Hunosa! Aunque llevo prejubilado más de veinte años. Cholleando en alguna otra empresa. Pero con espíritu prejubilado. Siempre. Y al día siguiente, bollu preñáu y botella vino. Y barrenazos. Esto nun ye Jauja. Aunque lo parezca. Esto son Les Cuenques. ¡Viva Santa Bárbara! ¡Y Santa Hunosa!