ISMAEL:
...tengo una anotación en el diario referida al uno de enero del
98. Estamos a dos años de ella. Escribo que dedicaste la mañana
del primero de año, mientras los demás dormíamos
la mona, a recorrer de arriba abajo el Valle del Caudal, y buena parte
de sus afluentes, buscando ya exteriores para lo que año y medio
después sería ¡Pídele cuentas al Rey! El 1
de enero del 2000, cuando la celebración aún no había
finalizado, te encierras a ver reportajes y documentos en la Productora
de Programas del Principado. ¿Detrás de qué andas?
QUIRÓS:
Ando persiguiendo, en el poco tiempo de que dispongo cuando estoy aquí,
del mayor número posible de imágenes de la memoria de nuestra
tierra. Me centro en las décadas de los sesenta y setenta: los
últimos momentos, pero todavía intensos, del esplendor.
Es una idea que tengo ahí, la del tiempo del esplendor industrial
y de fondo todos los excesos que hubo en aquella época, que me
tocó vivir de pequeño...
I.:
¿Con qué destino: un documental, una ficción?
Q.:
Una película. Lo que pasa es que se trata de una historia cuyo
título provisional es ése: El esplendor. Una historia
que nace para tenerla aparcada para más adelante. La veo complicada.
Es preciso serle fiel a una época. Tengo que dejar reflejada en
ella muchas cosas. Por ahora la veo llena de canciones, mucha música
y muchos personajes. Antes de ponerme con una historia me gusta indagar
imágenes, descubrir personajes... aunque luego no lleguen a tener
nada que ver con lo que hago. Pero, sí, siempre queda alguna referencia:
como visten, como se mueven... Estoy pensando en una historia al estilo
de Boogie nights, pero sin hacerle ningún homenaje a ninguna
estrella del cine porno, sino homenajeando a indeterminados personajes
anónimos.
Paralelamente
ando detrás de la vida de un personaje al que quiero emplear como
referencia. Un mecenas de este país, del que no es necesario ni
decir el nombre, porque, insisto, lo tomo exclusivamente como referencia.
Quiero contar la vida de este tipo de gente, muy celosa de su privacidad,
en este mundo que estamos donde todo es público y con todo puede
la fama, el éxito, los medios de comunicación... Por ahora
sólo estoy indagando en ese sentido. Entonces, mientras todo el
mundo anda durmiendo la mona por estas fechas, a mí me gusta estar
mirando. Más que preparando, estar mirando.
I.:
¿Los dos temas relacionados o cada uno independiente?
Q.:
Son dos temas aparte. Dos películas posibles en perspectiva. La
del tipo ése, el mecenas a espaldas de la vida pública.
Una película de referencia: Martin, del 54, la historia
de un hombre solitario, poco comunicativo. Y, también, Una giornata
particulare, de Ettore Scola. Para la otra historia la referencia,
ya te he dicho, es Boogie nights, entre otras muchas más.
Estas
fechas son las idóneas para escarbar, mirar, estar tranquilo, descubrir
imágenes... Pienso que también hay un componente de superstición:
las cosas que preparo en estas fechas suelen salir.
I.:
Y, ¿cuándo descansas?
Q.:
De momento no tengo tiempo. Descansaré más adelante en algún
festival de cine. Me gustaría ir con ¡Pídele cuentas
al Rey! A algún festival como el de Puerto Rico, para donde
está seleccionada. Al productor no es algo que le apetezca mucho,
quiere dejar estas cosas para más adelante. Ya veremos. En el fondo
yo descanso viendo imágenes.
I.:
¿De manera que con las historias que estas preparando y buscando documentación
regresas a Asturies y las cuencas mineras?
Q.:
Con una concretamente, sí. En general, siempre va a haber referencias
a las cuencas, al entorno en el que yo viví. Lo que pasa es que
ahora va a ser otro punto de vista muy diferente y sobre todo si sigue
adelante la historia vinculada a las décadas de los sesenta y setenta.
Podría ser como una introducción o primera parte de ¡Pídele
cuentas al Rey! Es curioso, es como volver atrás. Con más
personajes.
I.:
Queda un mes para el estreno de la película, ¿qué queda
por hacer de aquí a entonces?
Q.:
Definitivamente, según me acaban de decir hace un momento por teléfono,
será el 11 de febrero. Se han sacado doscientos traylers.
Se va a trabajar el making off, que es algo a medias entre un making
off tradicional y un documental. Me parece así más interesante,
porque siempre me parecieron muy aburridos los making off, siempre
es lo mismo; no me interesan. Luego, también está pendiente
el CD con la música de la película. Bueno, tú sabes
más que yo de eso. También, corregir y maquetar las últimas
pruebas de este libro, de esta especie de diario de rodaje y algo más.
Y nada más, esperar el estreno y a hacer promoción con ella.
I.:
La película se vio por vez primera en público en el Festival
de Valladolid, ¿cómo se reacciona ante cinco minutos de aplausos
tras el pase oficial?
Q.:
Tú fuiste testigo. Lo mal que lo pasé poca gente lo sabe.
Hubo varios momentos. El pase de la mañana, para la prensa en general,
donde ya me encontré con una reacción positiva. Yo, para
variar, estaba muy pendiente de los críticos. Estamos esclavizados
ante ellos. Es normal. Hasta al mismísimo Vicente Aranda le preocupan
los críticos, aunque no lo quiera reconocer, veo homenajes a ellos
en sus últimas películas. Pero, lo que más me llenó
fue la reacción del público en el pase de la tarde. Al día
siguiente, no me lo creía todavía, y me metí a ver
el primer pase de la mañana. Igual. Yo creo que es la mayor satisfacción
que se puede esperar para una ópera prima. No digo para una tercera
o cuarta película, cuando posiblemente te preocupe más un
estilo, más libertad... Pero, en fin, conociendo ese Festival,
yo no me lo esperaba. O el público de Valladolid ha cambiado y
es un entusiasta de las películas españolas o, verdaderamente,
gustó. Pero, bueno, ya sabes como somos los asturianos: nos creemos
las cosas a medias. Hasta que no fui a la Muestra de Cuenca, donde me
previnieron contra un público distante y crítico, y descubrí
que en las tres sesiones se llenó. No sólo les gustó,
sino que al pase comentado más de la mitad de la sala se quedó
al coloquio, cuando yo sé perfectamente que a muy poca gente le
interesan los coloquios. Para mí, ya fue una especie de garantía.
I.:
Ante esa serie de respuestas del público del Valladolid y Cuenca,
¿qué importancia puede llegar a tener la crítica? ¿La lee
alguien? ¿Influye en algo?
Q.:
Tengo que reconocer que me encantaría que la película fuera
éxito de público y de crítica. No me atrevería
a suscribir lo que dijo Woody Allen: me preocupa que mis películas
gusten al público, porque yo precisamente lo que pretendía
era ser diferente al público. Es una reflexión muy curiosa.
A mí me dejó sorprendido cuando la leí. Contradictoria.
Pero, en general, en cuanto a ¡Pídele cuentas al Rey! Estoy
muy contento de que, por ahora, la mayor parte de las críticas
han sido muy buenas, con sus peros y con algunas que, bueno, también
tienen que estar ahí. Los críticos que a mí me gustan,
los que yo leo, me la han puesto bien: eso para mi ha sido importante.
A la hora de la verdad, siempre prefiero al público que a la crítica.
Creo que es algo general entre los cineastas. Pero, un poco de todo, mejor
que mejor.
Hace
unos días estuve hablando de este tema con Santiago Segura. Lo
hicimos delante del amplio dossier de prensa de Torrente, el brazo
tonto de la ley. Fueron muchas críticas y, en general, buenas.
Pero, es curioso, nos quedamos con las críticas puntillosas, donde
nos ponen peros o donde todo es negativo. Yo no las tuve por ahora tan
negativas ni tan radicales o viscerales como Torrente. Pero, nos
quedamos con esas, porque de las otras casi te avergüenzas. En fin,
el que manda es el público.
I.:
Es difícil que coincida crítica y público. Acabas
de ser presidente del jurado del Primer Festival de Cortometrajes de Mieres
y, sorprendentemente, ha ganado el primer premio del jurado y el del público
el mismo corto, Una luz encendida, de Alber Ponte.
Q.:
Ya, es curioso y me alegro. Me alegra por el público, denota inteligencia.
Creo que hemos coincido porque, habiendo buenos cortos, predominaban unos
géneros, como el thriller, el gore, la comedia... y ganó
el diferente, la historia de personajes. A mi personalmente son las historias
que más me gustas y las que más me interesan. Me encanta
haber coincido con el público.
No
ocurrió así en Valladolid. Es preocupante. La falta de entendimiento
entre los gustos del público y la opinión del jurado fue
total. Lo que más me dolió del tema en Valladolid fue que
el jurado no se hubiera mojado por una película española,
o por algún apartado de alguna película española.
Sobre todo la parte española del jurado. Es un modelo de comportamiento
que tiene que acabar. Que ya está acabando en todas partes, pero
que en Valladolid todavía no se enteraron.
I.:
Me hizo gracia también que la productora del cortometraje ganador
en Mieres se llamase Sierra Madre. Nos comentaba posteriormente Alber
Ponte que se trataba de un homenaje al Tesoro de Sierra Madre,
de John Huston, también una película de temática
minera.
Q.:
Claro. Unos personajes únicos en un entorno mágico. Menuda
película cita de referencia. En Una luz encendida los personajes
son normales, anónimos. Es curioso. Ése fue su mayor acierto.
I.:
Hablemos de personajes. Los de ¡Pídele cuentas al Rey!.
Una película que toca una temática social, pero también
una comedia.
Q.:
Bueno, ya sabes, para mi el humor es fundamental. El humor de las cuencas,
de Asturies, el nuestro. Para mí era necesario meterlo en la película.
Me daría mucho miedo hacer un melodrama. Creo que lo bueno de la
película ha sido alternar el humor con la tragedia. Siempre me
gustó. Recuerda ya en Solas en la tierra, cuando se tratan
los momentos más trágicos entra un personaje como Pepín
Sánchez y es capaz de hablarnos de la misma tragedia pero con un
toque humorístico.
I.:
Estamos también en un momento en que hay varias películas
que tocan temas sociales desde la perspectiva de la comedia. ¿En ¡Pídele
cuentas al Rey! Cuánto hay de deuda a películas como
Tocando el viento o Full monty?
Q.:
Claro que hay algo. Sobre todo de Tocando el viento, por el tratamiento
de sus momentos emotivos. En Full monty hay momentos más
crispantes. Me quedo de la primera con su emotividad y también
con su cierto carácter épico. En ¡Pídele cuentas
al Rey! He pretendido tocar los tres géneros: el drama, la
comedia y la epopeya. Visto ahora, el final me recuerda al de Tocando
el viento. De Full monty me quedo con el elemento cómico
que representa la exhibición de los personajes que concluye con
ese desnudo integral. Consigue hacerte reír en los momentos más
crudos y de una forma realmente cruda. Pero, con todo quiero remarcar
que me influye más directamente determinado cine italiano, ése
que en tantas películas ha sabido llevar situaciones amargas hasta
el borde de la sonrisa. Pero, el poso que deja Full monty es más
duro de lo que a simple vista puede parecer. Siempre digo qué pasaría
en este país si las familias necesitadas exhibieran públicamente
su necesidad, salieran a la calle a dar a conocer sus problemas laborales.
I.:
En algún momento comentamos alguna película más como
La camioneta, de Stefen Frears, o Lloviendo piedras, de
Ken Loach.
Q.:
Son dos películas impresionantes. De Lloviendo piedras me
gusta el llevar a los personajes al límite de las situaciones.
De La camioneta el planteamiento de la situación en que
tienen que desenvolverse los personajes. Fidel en ¡Pídele cuentas
al Rey! manda en determinado momento a paseo el cartel que lleva arrastrando
desde Asturies hasta las puertas de Madrid y en el que explica en una
línea su situación y su reivindicación. Ocurre algo
parecido con la camioneta de la película. Es el momento en que
se refleja como Fidel se rinde. Perfecto para retomar el personaje en
el momento que resurge y toma fuerzas para llegar hasta el final.
I.:
Pedro Costa, en su función de productor, comentóa a los
medios de comunicación asturianos que ¡Pódele cuentas
al Rey! venía a ser como una segunda parte de Las aguas
bajan negras, de Sáenz de Heredia.
Q.:
Yo diría más que es un epílogo. Las aguas bajan
negras me la pasó hace un año Pedro. "Revísala",
me dijo. Hacía tiempo que la había visto. Esta película
plantea el momento de la invasión de un valle dedicado a la agricultura
y la ganadería para dedicarlo a la explotación minera. Los
del lugar lo vieron como una tragedia tremenda. La mina representaba la
riqueza. Le gente se revelaba contra el progreso, dicha sea la palabra
progreso entre comillas. Ahora es Fidel el que se revela contra el pasado,
aún entendiendo como anacrónico trabajar en este momento
en la mina. Lo que quiere es seguir trabajando.
Pero,
también existe un componente testimonial en la película,
el testimonio visual de una época, la del cierre de las minas.
Hay una cosa de la que me siento muy orgulloso en la película y
es el corte de la jaula. Ahí lo estoy diciendo todo. No conozco
ninguna película que refleje un corte de jaula. Con ello, de un
golpe de vista, se advierte que el trabajo del minero queda enterrado.
Ya no hay futuro ahí dentro.
I.:
Hay una película intermedia entre Las aguas bajan negras y
¡Pídele cuentas al Rey!, se trata de Jandro, de Julio
Coll, una mitificación de la vida del minero. Un mito, el del minero,
que ha trascendido, como se advierte en todo momento cuando los medios
de comunicación tocan el tema de los accidentes mineros, por ejemplo.
Pero, un tema, que no tocas en la película, por más que
se trate de una imagen que se tiene en toda España de la vida del
minero.
Q.:
En Jandro nos encontramos con un actor asturiano impagable como
es Arturo Fernández. Juega con estrellas y, por tanto, con héroes.
Es el momento de esplendor de la minería, que a mí tanto
me interesa ahora. Los héroes eran los mineros. Pienso que era
una visión acertada para la época. No obstante, yo también
toco el tema de la heroicidad en la película. Me decían
hace poco en Madrid unos amigos tras ver la película, cómo
un minero se deja insultar como se deja Fidel por un camionero, y más
en presencia de su familia. Yo no quiero decir que con esto el minero
haya perdido su identidad, sino que ha cambiado con las circunstancias
y que ya es bastante héroe con lanzarse a la carretera a pedirle
cuentas a un rey. Es su punto de heroicidad, también rozando el
absurdo.
I.:
Un espectador, también presente en el Festival de Valladolid, me
decía que el había ido pensando que se iba a encontrar con
una visión actualizada de Germinal y que al final se encontró
con otra cosa. Los primeros veinte minutos de película pueden llevar
a pensar eso. ¿En algún momento te planteaste una visión
del tipo Germinal?
Q.:
No. Si existe un punto de relación: las protestas, las manifestaciones,
el encierro en una iglesia... todo en el arranque de la película.
Quise ser un poco fiel a la realidad, aunque hoy en día sea difícil
de explicar su razón de ser. Después de que cierran las
minas las alternativas son muy pocas, una radical puede ser el suicidio,
otra es la que plantea la película. Una manera de buscarse la vida,
individualista. Germinal nos queda demasiado lejos, aunque haya
sido una solución acertada para una época la que plantea.
En ¡Pídele cuentas al Rey! no podía plantearme nada
de eso, aunque en el arranque lo recuerde. Lo recuerda porque está
ahí, porque sigue existiendo aunque de un modo muy testimonial.
Por eso el arranque gusta, porque siempre fascina la lucha colectiva,
por más que las soluciones terminen siendo individuales. Es el
punto en que somos testigos de lo que ocurre y como testigos lo contamos.
I.:
Un comentario más a la salida del cine, el de aquellos que vieron
más que nada una comedia que les hizo reír. ¿Acabarás
catalogado dentro del género de la comedia española? ¿Cómo
prefieres, Colomo o Berlanga?
Q.:
Dejémoslo en tragicomedia, es una término que me gusta más.
En él caven muchos géneros. Es curioso porque también
en Valladolid hubo un grupo de gente que
me dijo "estuve viendo los primeros veinte minutos y ¡qué putada!
esto va camino de la tragedia social; respiré en el momento en
que comenzó la subida del Payares". Es un comentario real. Sin
duda hubiese sido una historia muy distinta de haberla conducido por esa
línea. Pero la mayoría coincide conmigo en que ha sido un
acierto haber compaginado lo cómico con lo trágico.
A
nivel de españoles yo siempre fui de los de Berlanga. Colomo está
más vinculado a un cierto tipo de comedia urbana y no me siento
muy próximo a ella, pero lo considero un director de gran talento
y que me cuenta historias que me interesan. Los años cincuenta
y sesenta de Berlanga son una referencia obligada, el apogeo del maestro.
Pero, vuelvo a Italia, de tener que citar una figura clave me quedo con
Fellini.
I.:
Cuatro años entre Solas en la tierra y ¡Pídele
cuentas al Rey! Cuatro años dándole vueltas a un guión.
Q.:
El punto de partida de esta película es mío, el argumento
original, los primeros borradores del guión. Pienso que es positiva
la vinculación del director con el guión, el que sea en
buena parte suya también la historia. Creo que el director debe
de firmar el guión siempre que sea en cierta medida culpable de
la historia que se cuenta y de que se lleve adelante. Pero, considero
también que en el guión deben de participar más personas,
siempre con la coordinación y bajo el punto de vista del director.
Sobre todo en casos como éste donde es el director quien conoce
el tema. En mi caso fue además muy importante que participasen
otros guionistas como Alicia Luna y Clara Pérez Escribá.
No sólo es importante conocer una historia para contarla, hay que
saber estructurarla, barajar diversas posibilidades. Sigo siendo muy amigo
de ir contando cosas y que tú, por ejemplo, me digas qué
te parece. De intercambios así me surgen otras ideas. Es importante
y muy necesario que no sólo el director esté detrás
del guión, es bueno el concurso de más gente. Eso sí,
también soy partidario de que si un director recibe un guión
y se plantea dirigirlo sin más quienes deben de firmar el guión
son exclusivamente los guionistas nada más.
I.:
Entonces, ¿cuánto le debe esta película a Alicia Luna?
Q.:
Mucho, muchísimo, no podría hablar en porcentajes...
I.:
¿Cómo se lleva la relación de elaborar un guión con
tu propia mujer?
Q.:
No lo sé, pero ahí está. Ella es muy buena dialoguista
y se nota porque en ¡Pídele cuentas al Rey! los diálogos
son muy realistas. También estructura muy bien y eso se advierte
en la película. En las conversaciones de los mineros utilicé
el asturiano y ella le dio soltura a su forma de expresarse. Además,
tiene gags muy brillantes. Recuerdo, parte a parte del guión, de
quién son unos y otros, y el peso de Alicia no tiene comparación.
Pero, también pienso que Alicia Luna no es sólo importante
como coguionista, sino que podría decir sin error que gracias a
ella en definitiva salieron adelante Solas en la tierra y ¡Pídele
cuentas al Rey! Yo tenía una idea en la cabeza, yo decía
esto y lo otro, y veía imágenes en un lado y en otro, y
ella es quién tiene claro qué es lo que hay que hacer. Esto
es lo que tienes que hacer, ¡adelante! Y así surge Solas en
la tierra. Y luego, en la película ella consideró que
era una historia especial. Estoy constantemente con historias en la cabeza
y es ella quién me dice que la mayoría no valen para nada.
Ahora tengo una historia y un guión que se titula El armario
y es Alicia quien lo rescata y quien le está dando un repaso y
potenciando. Se trata de una comedia de enredo, pura y dura. De enredo,
sin más, sin componentes sociales, nada que ver con esto. Es una
buena historia. O quizás lo sea después de que pase por
las manos de Alicia. Es una persona con grandes ideas. Pienso además
que la labor de una película es desde el inicio una labor de equipo.
I.:
¿Y para cuándo el documental sobre tu abuela? Una historia sobre
la que llevas dándole vueltas un montón de años y
sobre la que ya tienes muchas cosas adelantadas.
Q.:
Es una historia que me encanta. Como sabes, la tengo grabada en vídeo
doméstico. Pretendo ahora rescatar todo el documento y hacer un
montaje. Podría hacerlo con una pequeña subvención.
Creo que es un documento interesante aquí en Asturies. Se necesita
muy poco dinero. Tiene el interés de mostrar una forma de expresarse,
el empleo de su lengua, la manera en que cuenta las historias y las propias
historias. A nivel nacional tendría que incorporarle subtítulos.
Los testimonios de la abuela quieren reflejar como es un personaje
de principios de siglo, qué piensa de su entorno, del papel de
la mujer y, sobre todo, su forma de hablar. Su habla tiene el acento particular
del lugar donde yo nací. Es parte de mi memoria. Pero, también
es parte de la memoria de esta tierra.
I.:
También ¡Pídele cuentas al Rey! va a pasar a ser
parte de la memoria de esta tierra.
Q.:
Pienso que la película, además de gustar, va a satisfacer
en Asturies. No sé desde el punto de vista de la crítica
puntual y puntilloso. Algo dirán de determinadas situaciones y
determinados personajes. Pero, es cierto que hay que estar alerta a ese
tipo de críticas, porque puede resultar que están diciendo
que les gustaría estar viendo otra cosa, pero también pueden
estar apuntando algo interesante. Para aquellos no es ni siquiera mejor
haber hecho otra película. Tienen suficiente con ésta, incorporando
lo de que esto debería ser esto otro y aquello cualquier otra cosa.
Sería otra película. Una película que nunca va a
ser, realmente.
Una
crítica reciente que me gustó recordaba que el que quiera
ver una película de lucha, de compromiso social, de cine comprometido...
está equivocado si viene a ésta. Es una película
de emociones, de retratos sociales, de momentos... y eso creo que es lo
acertado. Pero, también pienso que si ¡Pídele cuentas
al Rey! funciona bien sí va a beneficiar a películas
y a guiones que tengan que ver con esta tierra y con la minería,
de hecho ya están en proyecto algunas en este sentido. Esto ocurre
siempre y es bueno aprovecharse de ello. Completamente aparte de lo interesante
que puedan ser por sí mismas. Es necesario abrir un camino y que
a este carro se apunten cuántas más historias mejor. Tenemos
muchas historias que contar en Asturies y desde Asturies. Historias que
son universales.
I.:
A lo largo de dos meses de rodaje he ido contando un montón de
cosas en el diario que fue publicando La Nueva España, pero tú
sabes que hubo otro montón de cosas que me fue quedando en el tintero.
Sobre todo los aspectos negativos, los momentos de tensión. Hay
que darse cuenta que se iba publicando semana a semana y los propios protagonistas
leían el día a día. Esto influía en el rodaje.
Yo lo notaba. Incidir excesivamente sobre aspectos negativos no creo que
hubiese aportado gran cosa al rodaje. Aunque algunas pinceladas fueron
suficientes como para que todo el mundo se diese cuenta que aquello no
era un camino de rosas. Hagamos un breve repaso, volvamos a la segunda
o tercera semana de rodaje, ¿cómo se llevan veinte días
de director novel frente a veinte años ante las cámaras
de un actor como Antonio Resines?
Q.:
Creo que tener un actor estrella, entre comillas, un actor de mucho oficio,
es un arma de doble filo, sobre todo para un nuevo realizador. Lo positivo
es que te aporta cosas que tú no esperas y te facilita la tarea.
Lo negativo es que no entiende ni se plantea entender tú forma
de ver las cosas. Esto se lo escuché decir a John Cassavettes.
También Gerard Gueguidian decía que no soportaba a los actores
famosos porque te vuelven loco. La opción que él tomó
fue la de rodar siempre con los mismos actores. En mi caso fue una experiencia
agridulce, muy positiva de cara al desarrollo de la historia y negativa
en la medida en que te lleva a una inseguridad, a dudar de lo que tú
consideras o tienes en la cabeza. De cualquier forma, con todo aprendí
muchísimo. He tenido en todo momento el consejo de personas y amigos
que habían pasado por esto y con un actor como éste, no
me pilló de sorpresa.
I.:
En cambio, no encontré ni un mal momento ni un mal gesto de una
actriz como Adriana Ozores a lo largo de todo el rodaje.
Q.:
Claro. Esto es algo que también decía John Cassavettes:
los buenos actores no necesitan en ningún momento ser dirigidos.
No es función del director decirles constantemente a los actores
qué es lo que tienen que hacer, sobre todo cuando ya te has pasado
dos meses hablando con él y revisando punto por punto su parte
del guión y las características de su personaje. Y lo ha
entendido. Para mí dirigir es corregir y avanzar, que te aporten
y aportar tú, incluso improvisar. Hay actores que no están
por la labor, que no saben hacerlo, que están limitados por su
propia inseguridad. Creo que el acierto de Adriana Ozores está
ahí: te aporta cosas constantemente, entendía a la perfección
su personaje, su seguridad era absoluta, es brillante. Y mira que era
muy difícil su personaje porque era muy ambiguo. Tiene un papel
protagonista pero sin tenerlo excesivamente. Antonio Resines tuvo problemas
con el personaje, pero acabó resolviéndolos. Adriana Ozores
tiene esa extraña magia de no sólo conocer el camino por
el que pretendes llevarla, sino de ir poniendo hojas y flores a cada paso
de ese camino.
I.:
No sólo eso, sino que tiene en la película un sorprendente
acento asturiano y, más concretamente, de Mieres.
Q.:
Bueno, en eso es magnífica, Sabes que estuvo un tiempo por aquí,
pero tampoco excesivamente. Pero rápidamente lo captó, los
giros, los modismos, la misma colocación de los pronombres, la
entonación. También el haberle presentado gente como vosotros,
sugiriendo cosas, una ventaja con la que pocos actores y directores cuentan
sobre la marcha. Adriana es, en este sentido, una esponja.
I.:
Y nos queda el tercer miembro de la familia, el hijo de Lina y Fidel,
de Adriana Ozores y Antonio Resines, que es tú propio hijo, vuestro
hijo, de Alicia Luna y José Antonio Quirós. Delante de Nicolás,
¿cuándo se está en función de padre y cuándo
de director?
Q.:
Date cuenta que esto fue así gracias a Luis San Narciso. Después
de haber visto muchísimos niños para este papel es él
quien me dice tienes que fijarte en tú hijo: es el ideal, habla
con la mirada, habla lo justo, no es pesado y creo que es muy disciplinado.
Y efectivamente, me tocó sobrellevar las dos facetas y eso es duro:
primero como padre, que no quería que el advirtiera los momentos
tensos y duros del rodaje, y como director que tiene que sacar adelante
la historia. Pero, ya viste que no tuve ni un solo problema con él.
Era hablarle, puntualizarle algunas cosas y lo sacaba adelante en las
primeras tomas. Lo que más me sorprendió de él fue
que todo lo asimilaba y fue testigo de todo lo que ocurría. Se
sintió muy bien a pesar de lo duro del rodaje. La clave de la buena
interpretación de Nicolás fue el haber hablado con él,
haberle dicho muy pocas cosas y haberlo puesto a prueba sin ser excesivo.
Y ya ves como ha quedado.
I.:
Sorprendente, sin duda. Me quedo, además, con una frase de Emma
Penella en relación con las tensiones de rodaje y que denota la
talla de artista que ella tiene. Un día de los peores de rodaje,
comiendo en Ujo, hablando con ella de cosas, para lo que es una conversadora
infatigable, y que te das cuenta que no perdía en ningún
momento el hilo de lo que estaba ocurriendo y lo que otras conversaciones
estaban tratando. En determinado momento impuso su voz de mando y cortó
unas críticas negativas del modo más claro que puede hacerse:
"oye, ya está bien de tocar los cojones a un director novel, sino
entendéis lo que pretende hacer, hacedlo y callaros, él
es el director, no lo olvidéis; bastante tiene con todo lo que
tiene encima como para andar por detrás criticando a la ligera".
Me pareció impresionante. El silencio se cortaba. Emma Penella
es lo que se dice una actriz de carácter. Da gusto haber contado
con ella.
Q.:
Y eso que no era la persona con la que se había contado para el
papel de madre de Resines. Pero, es curioso como las historias siempre
vuelven a su cauce. En un primer momento si se había hablado de
Emma Penella y al final resultó posible. Su personaje yo lo tenía
claro desde el principio, luego hubo otra propuesta y estoy encantado
con que al final terminase contando con ella. Me empeñé
en que ella hiciese el personaje y creo que ha sido muy positivo. No sólo
por lo que cuentas sino también por su propio papel en la película.
Es una mujer de carácter y me hubiese gustado mucho haber extendido
su personaje, pero en una película de estas características
donde casi se bordea lo coral esto resultaba difícil. Yo tenía
claro que no podía cambiar a Emma Penella, la quería como
es, con su oficio y su carácter. Fue una experiencia muy gratificante.
Me ha enseñado mucho.
I.:
Además, en Asturies Emma Penella sigue siendo Ana Ozores, el personaje
de La Regenta, de Gonzalo Suárez.
Q.:
Sin duda, a pesar de la serie de televisión que tuvo por protagonista
a Aitana Sánchez Gijón. Ya digo, insisto en que me gustó
de Emma Penella el enfrentarme a una actriz con un carácter muy
duro y muy marcado. Emma imprime ese carácter al personaje que
desarrolla. En la película es claro.
I.:
En Asturies hay otro personaje con unas características muy especiales,
el sindicalista que interpreta Jesús Bonilla. No sé si será
una imagen tan clara en otras partes, pero aquí, desde el mismo
arranque de la película, la referencia va a ser José Ángel
Fernández Villa, un sindicalista aún en activo, clave para
entender la historia reciente de Asturies.
Q.:
Lo cierto es que yo no busqué una relación tan directa entre
el personaje de Jesús Bonilla y la persona de José Ángel
Fernández Villa. Me interesaba la figura del sindicalista, tal
y como se entiende aquí en las cuencas mineras. Resulta obligado
que una referencia sea dicha persona. Pero no hay en ello ninguna crítica
ni ninguna significación ideológica. A Jesús Bonilla
le pedí que se dejase bigote por imprimir fuerza a su gesto. Buen
número de sindicalistas que conozco lo tiene. En concreto, Villa
también. Pero no es intencionado. Quizás esté más
en relación con darle un cambio de imagen a Bonilla, que interviene
con bigote en pocas películas. Y pienso que su personaje está
realmente conseguido. Se entiende aquí y se entiende fuera.
I.:
Tengo además que decirte que el libro La mina en el Cine,
recientemente publicado, lleva un prólogo de José Ángel
Fernández Villa y en él cita el reciente rodaje de ¡Pídele
cuentas al Rey!, comentando que éste y otros filmes merecen
apoyo porque, en suma, están contando y haciendo entender nuestra
historia.
Q.:
¿No me digas? No lo sabía. Sinceramente, a mí me gustaría
que viniese al estreno de la película. Pienso que entendería
la historia que se está contando, fuera de otras connotaciones.
Creo que el personaje del sindicalista interpretado por Bonilla es muy
humano, lleno de contradicciones. En ningún momento negativo. Si
es un personaje que me hubiese gustado desarrollar mucho más, pero
me hubiese metido en otra película o en una película mucho
más larga, y no era esa mi intención. Es un personaje dual
y creo que es algo que debe de ocurrirle a muchos sindicalistas, que tienen
que defender el derecho de los trabajadores en general y que ven que no
pueden defender el derecho que le exige un amigo. Está al lado
de su amigo y tiene que hacerle entender que no puede defenderle en todo.
Le promete una cosa pero tampoco puede llevarlo a la práctica.
Es también nuestra forma de ser y de actuar en nuestra sociedad,
no creo que sea algo exclusivo de la figura del sindicalista.
I.:
Más actores: Jesús Manquiña y Mercedes Castro, haciendo
de matrimonio portugués, y Farid Fatmi, de marroquí.
Q.:
A Manquiña lo tuve muy claro desde el principio, aunque también
se barajó un actor portugués. La familia portuguesa está
espléndida, no sólo el matrimonio, sino también sus
hijos, maravillosos. Creo que, en general, en la película hay una
apuesta por los personajes secundarios y de reparto. Me encantan.
I.:
¿No piensas que puede ser tachada de imagen estereotipada
de Portugal la que representa la familia de Manquiña y Mercedes?
Q.:
No, yo creo que los españoles seguimos teniendo muchos prejuicios.
Ese "vete a tú país" que le dice el personaje de Fidel al
padre portugués en un momento de la película, existe. Fidel
representa al trabajador español para el que las fronteras existen.
Algo que ya tiene superado el personaje de Manquiña, que ya se
siente europeo y que como tal se expresa. El ya traspasó la barrera
del localismo. Vi necesario plantear con ese enfrentamiento una reflexión
sobre este tema. Es un simple apunte, pero creo que ha quedado suficientemente
claro.
I.:
Un último personaje importante: el vagabundo que interpreta Santiago
Segura. Lo digo así y no sé si puedo siquiera decirlo: ¿qué
ocurre para que en los créditos de la película cuando sale
el vagabundo aparezca una X?
Q.:
Eso son problemas de producción. Santiago Segura es actualmente
uno de los actores más cotizados del cine europeo. Intervino en
mí película porque le interesó el personaje y porque
en todo momento había pensado en él como el vagabundo, la
persona que se encuentra al margen de la sociedad. Pero, también,
interviene en función de nuestra amistad y como colegas que somos
desde el tiempo en que hacíamos cortometrajes. Desee mi punto de
vista como director contar con Santiago Segura no es ningún reclamo
publicitario, por eso que entiendo que no quiera aparecer siquiera en
los créditos. Lo veía en ese papel y, una vez hecha, entiendo
que ha sido un acierto. La gente reacciona positivamente ante su personaje.
Una persona como Santiago Segura encaja en esta película como una
aparición, como un momento, como una pincelada. Para mi no es interesante
contar con Santiago Segura en la relación del reparto. Su interpretación
es lo bastante pequeña como para no estarlo. Si el productor quiere
ponerlo en los créditos tendrá sin duda que pagarle la cantidad
que pide. Por nuestra amistad intervino en la película por una
cantidad simbólica. Y cuando digo simbólica sé a
lo que me refiero. Eso es un detalle de amistad. Yo no quería explotar
su imagen. Creo que ya es acierto suficiente su intervención, el
darle alma a su personaje, el ponerlo a prueba.
I.:
No obstante, es un recurso muy bueno el de la X. Se va a correr la voz
y la gente se va a quedar a leer los créditos para comprobarlo.
Q.:
Claro que es un buen recurso. Él me pidió no aparecer en
los títulos de crédito. Yo le dije que su personaje iba
a aparecer, pero no así su nombre. El vagabundo representa algo
muy claro en la película y a través de él hago un
ejercicio de reflexión. Necesitaba sus dosis de transgresión,
de alguien a quien se la suda la misma sociedad. Sus diálogos son
parte de mis propias obsesiones. ¿Qué ocurriría si en este
país o en cualquier país falla la Bolsa o hay una quiebra
social y económica? Pues que sobrevivirían cuatro. Sin duda,
Santiago Segura sería uno de ellos.
I.:
Y también una larga serie de actores asturianos.
Q.:
A mi me hubiese gustado meter todavía alguno más. Creo que
tenemos una cantera cojonuda y que hay que tirar de ella: Fran Sariego,
Eduardo Antuña, Alfonso Vallejo, Rosa Merás, Ana Villa,
Trini Iglesias, Pedro Civera... Esos personajes le dan realismo a la película.
Es lo que ocurre con el hecho de que Fran, Antuña y Vallejo hagan
de compañeros de Resines. Hacen creíble al personaje de
Fidel. Le dan veracidad, le adornan. Resultaría difícil
de otra forma, tenemos demasiado ligado a Resines a series de televisión
y a papeles ligeros. Nos creemos su personaje a partir de que también
nos creemos a sus compañeros.
I.:
Cuando inicias el rodaje te encuentras con un equipo cerrado, ya hecho.
¿Cómo influye esto en la película y cómo te influye
a ti?
Q.:
El equipo técnico fue impuesto en su mayoría por el productor.
Alguna persona en la que yo había pensado no pudo ser, con lo que
el equipo final se fue organizando con las sugerencias de Pedro Costa.
Tiene la parte ventajosa desde mi punto de vista, que todo eso me llevó
a descubrir gente y a recibir un importante aporte de cosas. En contra
tiene el hecho de que no te conocen, no saben como eres y se establece
una lucha de fuerzas difícil. Es muy duro: no te entienden y tu
no los entiendes a ellos. Pero bueno, haber salido de esto y bien me parece
un logro importante.
I.:
Un pequeño héroe. Puedo decirlo yo que conocí los
espíritus más negativos del equipo. No sabían que
se las tenían que ver con un quirosano. Esa era mi ventaja con
respecto a ellos. Yo sí la sabía. Hubo algunos que tardaron
en darse cuenta. De todas formas, ¿qué trabajo es el que se hecha
más de menos como apoyo a la hora de dirigir una película?
Q.:
Sin duda, la figura del ayudante de dirección. Entiendo que tiene
que ser una persona que entienda en todo momento al director, con todas
sus manías, sus debilidades... es la figura que yo más eché
de menos, sin despreciar en ningún momento a la persona con la
que conté, a Nacho Gutiérrez, que en el aspecto laboral
realizó un trabajo espléndido. Lo que no quita que yo siga
reivindicando una relación más profunda. Sobre todo antes
del inicio del rodaje. Eso es una lección que aprendí. El
próximo ayudante de dirección con el que cuente tiene que
ser un amigo o una persona con la que me compenetre desde mucho tiempo
antes. Este tema me lo han comentado muchos compañeros realizadores
que pasaron antes que yo por ello.
I.:
Y se ve que muchos directores repiten con su ayudante de dirección,
se establece una relación muy de confianza.
Q.:
No obstante, a mí me gustaría repetir la experiencia con
algunos del equipo.
I.:
Pedro Costa comentó en los medios de comunicación que una
película es del productor. Se metía muy especialmente con
el llamado cine de autor. ¿Cómo se hace, pues, una película
con alguien que tiene las cosas tan claras como Pedro Costa?
Q.:
Pedro Costa es un enamorado del cine. Es una contradicción la suya,
porque en el fondo si está apoyando ese tipo de cine. Pedro en
todo momento se involucra en el proyecto. Yo tengo que decir que, con
todos los enfrentamientos que tuvimos, para una ópera prima como
la mía, la intervención de Pedro Costa como productor es
realmente buena. Tiene las obsesiones típicas de todo productor,
pero creo que en general contar con él es algo que interesa a un
nuevo realizador como yo porque sabes que te va a mimar la historia, que
la va a cuidar en todo momento. Al final puedo decir que no hay nada en
la película que se haya montado en contra de mi opinión.
Todo aquello que en rodaje no estuve conforme con ello fue desechado en
la mesa de montaje. Si hay cosas, no obstante, que se puede decir que
son un aporte del productor. Su consejo es bueno, en líneas generales.
Es interesante contar con su experiencia. Se establece entonces una colaboración,
sin duda tensa, pero positiva. Yo creo que él como productor tiene
que defender en todo momento la producción. Y sabe hacerlo. Le
interesa la película y tiene que hacerlo. No vería positivamente
la opción de un productor que no se involucrara en una película,
especialmente en una ópera prima. Hay cosas que te descartan, pero
pienso que eso es inevitable. Es algo general. Truffaut decía que
un cuarenta por ciento de una película son sueños realizados
y un sesenta por ciento son frustraciones. Yo soy bastante más
optimista. Pienso que un productor tiene que formar parte de la película,
desde el principio al fin. El director tiene que contar con libertad,
pero nunca está de más ese control necesario que debe de
ejercer la figura de un productor.
I.:
O sea que la película se rescribe de nuevo en la mesa de montaje.
Q.:
Bueno, si no hay materia prima es difícil. Pero si tienes la suerte
de contar, como yo, con un montador con cierta sensibilidad la película
gana muchísimo. Si además tienes un productor que cuida
la historia, que le interesa la historia y que te sugiere cosas positivas,
gana aún más. En la balanza de intervenciones en esta película
compruebo que el peso es positivo. Si la hubiese visto negativa hace tiempo
que me hubiese retirado. La película está ahí. Compruebo
que sus imágenes están muy próximas a lo que pretendí
contar desde el primer momento y a toda mi obra anterior, tanto en documentales
como en cortometrajes. En cambio, hay apuntes que son obra de la sugerencia
directa de Pedro Costa: el caso de las intervenciones de la guardia civil.
I.:
Una fijación suya que puede rastrearse en toda su filmografía.
Q.:
Sí. Decía: "A este tío hay que detenerlo, tienes
que llevarlo un poco más al límite". Se barajaron varias
situaciones y su sugerencia con respecto a la intervención de la
guardia civil ahí está. A Pedro Costa le hubiese gustado
ser todavía más agresivo. Yo planteé una guardia
civil de hoy en día, no de los tiempos de El caso Almería.
Fue una discusión enriquecedora. Prueba de que la historia tiene
poco que ver con las que le son propias a Pedro Costa es que no hay ningún
crimen en la película.
I.:
No sólo crímenes, sino ni siquiera ambientes sórdidos.
No sólo en sus películas, sino también en sus producciones.
Q.:
Es inevitable que un productor con personalidad ponga su sello en una
película. Pero, en general, y contra la opinión que antes
comentabas, la película es del director. Las sugerencias no son
sólo del productor. En este caso ha sido de un equipo amplio. Tú
estuviste en él y tú lo sabes porque lo viviste desde fuera
y desde dentro. Entendiendo también que el productor es el dueño
de la película.
I.:
Nos queda hablar de la música. Un tema al que continuamos dándole
vueltas estos días.
Q.:
Había un tema al que le daba vueltas desde el principio de la historia
y que lo traté muchas veces contigo: el de la música tradicional
en esta película. Yo veía una historia necesitada en muchos
momentos de música emotiva. Y tenía el sonido de la gaita
claro, como parte del sonido de la tierra. Ahora parece más evidente
con el auge de la gaita en este último año, pero entonces
no estaba tan claro. Y canciones, muchas canciones, las que nos cantaba
nuestra madre de pequeños y las que escuchábamos en los
bares cuando había tertulia y ganas de juerga. Creo que la música
compuesta por Juan Carlos Cuello ha quedado magnífica y el hilo
conductor que establece La trova del mineru de la Asturiana Mining
Company es excepcional. Es un comentario generalizado al final de la película:
todo el mundo se queda con algo de la melodía. Cuando inicio una
historia para mi es inevitable pensar ya en la música, alguna canción,
una referencia sonora. Esta música tiene que ver con la tierra,
el desarraigo, la aventura... y los momentos emotivos que necesitaba recalcar
se han visto recompensados con una banda sonora impresionante. No me gusta
utilizar la música subrayando la imagen, aunque en este caso era
tan buena la música que podía haber caído en ello.
Creo que se compenetran perfectamente, que se hacen necesarias la una
de la otra. Veremos como queda su resultado en el CD con la banda sonora,
donde podamos degustarla sin el soporte de las imágenes.
De
todas formas, hay momentos en que, sobre la mesa de montaje, vimos necesaria
la desaparición de la música, porque las imágenes
eran por sí solas suficientemente expresivas. Es el caso de la
salida del cadáver de la mina, cuando se avalanza sobre él
su viuda. El grito desgarrado de ¡puta mina! no necesita de ningún
elemento más. Para llegar a esto hay que saber mirar las imágenes
fríamente y entender que no
se necesitan más que por sí mismas. Existía una música
concreta para subrayar ese momento y al final no se utilizó. Por
eso es buena rescatar también en la banda original de la película
esos descartes. Porque no dejan también de ser parte de la
película.
I.:
Y nada más, seguro que nos quedan muchas más cosas, pero
prometí que sólo emplearía una cinta de una hora
de duración y apenas quedan unos segundos. No queda tiempo siquiera
para una reflexión final.
Q.:
Reflexionaremos comiendo.
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