Martes 4 de enero.

Le había propuesto a Quirós una entrevista. El diario tiene que terminar de alguna forma y esta puede resultar buena, como resumen y como visión de conjunto. Enciendo la grabadora. Transcribo literalmente:

ISMAEL: ...tengo una anotación en el diario referida al uno de enero del 98. Estamos a dos años de ella. Escribo que dedicaste la mañana del primero de año, mientras los demás dormíamos la mona, a recorrer de arriba abajo el Valle del Caudal, y buena parte de sus afluentes, buscando ya exteriores para lo que año y medio después sería ¡Pídele cuentas al Rey! El 1 de enero del 2000, cuando la celebración aún no había finalizado, te encierras a ver reportajes y documentos en la Productora de Programas del Principado. ¿Detrás de qué andas?

QUIRÓS: Ando persiguiendo, en el poco tiempo de que dispongo cuando estoy aquí, del mayor número posible de imágenes de la memoria de nuestra tierra. Me centro en las décadas de los sesenta y setenta: los últimos momentos, pero todavía intensos, del esplendor. Es una idea que tengo ahí, la del tiempo del esplendor industrial y de fondo todos los excesos que hubo en aquella época, que me tocó vivir de pequeño...

I.: ¿Con qué destino: un documental, una ficción?

Q.: Una película. Lo que pasa es que se trata de una historia cuyo título provisional es ése: El esplendor. Una historia que nace para tenerla aparcada para más adelante. La veo complicada. Es preciso serle fiel a una época. Tengo que dejar reflejada en ella muchas cosas. Por ahora la veo llena de canciones, mucha música y muchos personajes. Antes de ponerme con una historia me gusta indagar imágenes, descubrir personajes... aunque luego no lleguen a tener nada que ver con lo que hago. Pero, sí, siempre queda alguna referencia: como visten, como se mueven... Estoy pensando en una historia al estilo de Boogie nights, pero sin hacerle ningún homenaje a ninguna estrella del cine porno, sino homenajeando a indeterminados personajes anónimos.

Paralelamente ando detrás de la vida de un personaje al que quiero emplear como referencia. Un mecenas de este país, del que no es necesario ni decir el nombre, porque, insisto, lo tomo exclusivamente como referencia. Quiero contar la vida de este tipo de gente, muy celosa de su privacidad, en este mundo que estamos donde todo es público y con todo puede la fama, el éxito, los medios de comunicación... Por ahora sólo estoy indagando en ese sentido. Entonces, mientras todo el mundo anda durmiendo la mona por estas fechas, a mí me gusta estar mirando. Más que preparando, estar mirando.

I.: ¿Los dos temas relacionados o cada uno independiente?

Q.: Son dos temas aparte. Dos películas posibles en perspectiva. La del tipo ése, el mecenas a espaldas de la vida pública. Una película de referencia: Martin, del 54, la historia de un hombre solitario, poco comunicativo. Y, también, Una giornata particulare, de Ettore Scola. Para la otra historia la referencia, ya te he dicho, es Boogie nights, entre otras muchas más.

Estas fechas son las idóneas para escarbar, mirar, estar tranquilo, descubrir imágenes... Pienso que también hay un componente de superstición: las cosas que preparo en estas fechas suelen salir.

I.: Y, ¿cuándo descansas?

Q.: De momento no tengo tiempo. Descansaré más adelante en algún festival de cine. Me gustaría ir con ¡Pídele cuentas al Rey! A algún festival como el de Puerto Rico, para donde está seleccionada. Al productor no es algo que le apetezca mucho, quiere dejar estas cosas para más adelante. Ya veremos. En el fondo yo descanso viendo imágenes.

I.: ¿De manera que con las historias que estas preparando y buscando documentación regresas a Asturies y las cuencas mineras?

Q.: Con una concretamente, sí. En general, siempre va a haber referencias a las cuencas, al entorno en el que yo viví. Lo que pasa es que ahora va a ser otro punto de vista muy diferente y sobre todo si sigue adelante la historia vinculada a las décadas de los sesenta y setenta. Podría ser como una introducción o primera parte de ¡Pídele cuentas al Rey! Es curioso, es como volver atrás. Con más personajes.

I.: Queda un mes para el estreno de la película, ¿qué queda por hacer de aquí a entonces?

Q.: Definitivamente, según me acaban de decir hace un momento por teléfono, será el 11 de febrero. Se han sacado doscientos traylers. Se va a trabajar el making off, que es algo a medias entre un making off tradicional y un documental. Me parece así más interesante, porque siempre me parecieron muy aburridos los making off, siempre es lo mismo; no me interesan. Luego, también está pendiente el CD con la música de la película. Bueno, tú sabes más que yo de eso. También, corregir y maquetar las últimas pruebas de este libro, de esta especie de diario de rodaje y algo más. Y nada más, esperar el estreno y a hacer promoción con ella.

I.: La película se vio por vez primera en público en el Festival de Valladolid, ¿cómo se reacciona ante cinco minutos de aplausos tras el pase oficial?

Q.: Tú fuiste testigo. Lo mal que lo pasé poca gente lo sabe. Hubo varios momentos. El pase de la mañana, para la prensa en general, donde ya me encontré con una reacción positiva. Yo, para variar, estaba muy pendiente de los críticos. Estamos esclavizados ante ellos. Es normal. Hasta al mismísimo Vicente Aranda le preocupan los críticos, aunque no lo quiera reconocer, veo homenajes a ellos en sus últimas películas. Pero, lo que más me llenó fue la reacción del público en el pase de la tarde. Al día siguiente, no me lo creía todavía, y me metí a ver el primer pase de la mañana. Igual. Yo creo que es la mayor satisfacción que se puede esperar para una ópera prima. No digo para una tercera o cuarta película, cuando posiblemente te preocupe más un estilo, más libertad... Pero, en fin, conociendo ese Festival, yo no me lo esperaba. O el público de Valladolid ha cambiado y es un entusiasta de las películas españolas o, verdaderamente, gustó. Pero, bueno, ya sabes como somos los asturianos: nos creemos las cosas a medias. Hasta que no fui a la Muestra de Cuenca, donde me previnieron contra un público distante y crítico, y descubrí que en las tres sesiones se llenó. No sólo les gustó, sino que al pase comentado más de la mitad de la sala se quedó al coloquio, cuando yo sé perfectamente que a muy poca gente le interesan los coloquios. Para mí, ya fue una especie de garantía.

I.: Ante esa serie de respuestas del público del Valladolid y Cuenca, ¿qué importancia puede llegar a tener la crítica? ¿La lee alguien? ¿Influye en algo?

Q.: Tengo que reconocer que me encantaría que la película fuera éxito de público y de crítica. No me atrevería a suscribir lo que dijo Woody Allen: me preocupa que mis películas gusten al público, porque yo precisamente lo que pretendía era ser diferente al público. Es una reflexión muy curiosa. A mí me dejó sorprendido cuando la leí. Contradictoria. Pero, en general, en cuanto a ¡Pídele cuentas al Rey! Estoy muy contento de que, por ahora, la mayor parte de las críticas han sido muy buenas, con sus peros y con algunas que, bueno, también tienen que estar ahí. Los críticos que a mí me gustan, los que yo leo, me la han puesto bien: eso para mi ha sido importante. A la hora de la verdad, siempre prefiero al público que a la crítica. Creo que es algo general entre los cineastas. Pero, un poco de todo, mejor que mejor.

Hace unos días estuve hablando de este tema con Santiago Segura. Lo hicimos delante del amplio dossier de prensa de Torrente, el brazo tonto de la ley. Fueron muchas críticas y, en general, buenas. Pero, es curioso, nos quedamos con las críticas puntillosas, donde nos ponen peros o donde todo es negativo. Yo no las tuve por ahora tan negativas ni tan radicales o viscerales como Torrente. Pero, nos quedamos con esas, porque de las otras casi te avergüenzas. En fin, el que manda es el público.

I.: Es difícil que coincida crítica y público. Acabas de ser presidente del jurado del Primer Festival de Cortometrajes de Mieres y, sorprendentemente, ha ganado el primer premio del jurado y el del público el mismo corto, Una luz encendida, de Alber Ponte.

Q.: Ya, es curioso y me alegro. Me alegra por el público, denota inteligencia. Creo que hemos coincido porque, habiendo buenos cortos, predominaban unos géneros, como el thriller, el gore, la comedia... y ganó el diferente, la historia de personajes. A mi personalmente son las historias que más me gustas y las que más me interesan. Me encanta haber coincido con el público.

No ocurrió así en Valladolid. Es preocupante. La falta de entendimiento entre los gustos del público y la opinión del jurado fue total. Lo que más me dolió del tema en Valladolid fue que el jurado no se hubiera mojado por una película española, o por algún apartado de alguna película española. Sobre todo la parte española del jurado. Es un modelo de comportamiento que tiene que acabar. Que ya está acabando en todas partes, pero que en Valladolid todavía no se enteraron.

I.: Me hizo gracia también que la productora del cortometraje ganador en Mieres se llamase Sierra Madre. Nos comentaba posteriormente Alber Ponte que se trataba de un homenaje al Tesoro de Sierra Madre, de John Huston, también una película de temática minera.

Q.: Claro. Unos personajes únicos en un entorno mágico. Menuda película cita de referencia. En Una luz encendida los personajes son normales, anónimos. Es curioso. Ése fue su mayor acierto.

I.: Hablemos de personajes. Los de ¡Pídele cuentas al Rey!. Una película que toca una temática social, pero también una comedia.

Q.: Bueno, ya sabes, para mi el humor es fundamental. El humor de las cuencas, de Asturies, el nuestro. Para mí era necesario meterlo en la película. Me daría mucho miedo hacer un melodrama. Creo que lo bueno de la película ha sido alternar el humor con la tragedia. Siempre me gustó. Recuerda ya en Solas en la tierra, cuando se tratan los momentos más trágicos entra un personaje como Pepín Sánchez y es capaz de hablarnos de la misma tragedia pero con un toque humorístico.

I.: Estamos también en un momento en que hay varias películas que tocan temas sociales desde la perspectiva de la comedia. ¿En ¡Pídele cuentas al Rey! Cuánto hay de deuda a películas como Tocando el viento o Full monty?

Q.: Claro que hay algo. Sobre todo de Tocando el viento, por el tratamiento de sus momentos emotivos. En Full monty hay momentos más crispantes. Me quedo de la primera con su emotividad y también con su cierto carácter épico. En ¡Pídele cuentas al Rey! He pretendido tocar los tres géneros: el drama, la comedia y la epopeya. Visto ahora, el final me recuerda al de Tocando el viento. De Full monty me quedo con el elemento cómico que representa la exhibición de los personajes que concluye con ese desnudo integral. Consigue hacerte reír en los momentos más crudos y de una forma realmente cruda. Pero, con todo quiero remarcar que me influye más directamente determinado cine italiano, ése que en tantas películas ha sabido llevar situaciones amargas hasta el borde de la sonrisa. Pero, el poso que deja Full monty es más duro de lo que a simple vista puede parecer. Siempre digo qué pasaría en este país si las familias necesitadas exhibieran públicamente su necesidad, salieran a la calle a dar a conocer sus problemas laborales.

I.: En algún momento comentamos alguna película más como La camioneta, de Stefen Frears, o Lloviendo piedras, de Ken Loach.

Q.: Son dos películas impresionantes. De Lloviendo piedras me gusta el llevar a los personajes al límite de las situaciones. De La camioneta el planteamiento de la situación en que tienen que desenvolverse los personajes. Fidel en ¡Pídele cuentas al Rey! manda en determinado momento a paseo el cartel que lleva arrastrando desde Asturies hasta las puertas de Madrid y en el que explica en una línea su situación y su reivindicación. Ocurre algo parecido con la camioneta de la película. Es el momento en que se refleja como Fidel se rinde. Perfecto para retomar el personaje en el momento que resurge y toma fuerzas para llegar hasta el final.

I.: Pedro Costa, en su función de productor, comentóa a los medios de comunicación asturianos que ¡Pódele cuentas al Rey! venía a ser como una segunda parte de Las aguas bajan negras, de Sáenz de Heredia.

Q.: Yo diría más que es un epílogo. Las aguas bajan negras me la pasó hace un año Pedro. "Revísala", me dijo. Hacía tiempo que la había visto. Esta película plantea el momento de la invasión de un valle dedicado a la agricultura y la ganadería para dedicarlo a la explotación minera. Los del lugar lo vieron como una tragedia tremenda. La mina representaba la riqueza. Le gente se revelaba contra el progreso, dicha sea la palabra progreso entre comillas. Ahora es Fidel el que se revela contra el pasado, aún entendiendo como anacrónico trabajar en este momento en la mina. Lo que quiere es seguir trabajando.

Pero, también existe un componente testimonial en la película, el testimonio visual de una época, la del cierre de las minas. Hay una cosa de la que me siento muy orgulloso en la película y es el corte de la jaula. Ahí lo estoy diciendo todo. No conozco ninguna película que refleje un corte de jaula. Con ello, de un golpe de vista, se advierte que el trabajo del minero queda enterrado. Ya no hay futuro ahí dentro.

I.: Hay una película intermedia entre Las aguas bajan negras y ¡Pídele cuentas al Rey!, se trata de Jandro, de Julio Coll, una mitificación de la vida del minero. Un mito, el del minero, que ha trascendido, como se advierte en todo momento cuando los medios de comunicación tocan el tema de los accidentes mineros, por ejemplo. Pero, un tema, que no tocas en la película, por más que se trate de una imagen que se tiene en toda España de la vida del minero.

Q.: En Jandro nos encontramos con un actor asturiano impagable como es Arturo Fernández. Juega con estrellas y, por tanto, con héroes. Es el momento de esplendor de la minería, que a mí tanto me interesa ahora. Los héroes eran los mineros. Pienso que era una visión acertada para la época. No obstante, yo también toco el tema de la heroicidad en la película. Me decían hace poco en Madrid unos amigos tras ver la película, cómo un minero se deja insultar como se deja Fidel por un camionero, y más en presencia de su familia. Yo no quiero decir que con esto el minero haya perdido su identidad, sino que ha cambiado con las circunstancias y que ya es bastante héroe con lanzarse a la carretera a pedirle cuentas a un rey. Es su punto de heroicidad, también rozando el absurdo.

I.: Un espectador, también presente en el Festival de Valladolid, me decía que el había ido pensando que se iba a encontrar con una visión actualizada de Germinal y que al final se encontró con otra cosa. Los primeros veinte minutos de película pueden llevar a pensar eso. ¿En algún momento te planteaste una visión del tipo Germinal?

Q.: No. Si existe un punto de relación: las protestas, las manifestaciones, el encierro en una iglesia... todo en el arranque de la película. Quise ser un poco fiel a la realidad, aunque hoy en día sea difícil de explicar su razón de ser. Después de que cierran las minas las alternativas son muy pocas, una radical puede ser el suicidio, otra es la que plantea la película. Una manera de buscarse la vida, individualista. Germinal nos queda demasiado lejos, aunque haya sido una solución acertada para una época la que plantea. En ¡Pídele cuentas al Rey! no podía plantearme nada de eso, aunque en el arranque lo recuerde. Lo recuerda porque está ahí, porque sigue existiendo aunque de un modo muy testimonial. Por eso el arranque gusta, porque siempre fascina la lucha colectiva, por más que las soluciones terminen siendo individuales. Es el punto en que somos testigos de lo que ocurre y como testigos lo contamos.

I.: Un comentario más a la salida del cine, el de aquellos que vieron más que nada una comedia que les hizo reír. ¿Acabarás catalogado dentro del género de la comedia española? ¿Cómo prefieres, Colomo o Berlanga?

Q.: Dejémoslo en tragicomedia, es una término que me gusta más. En él caven muchos géneros. Es curioso porque también en Valladolid hubo un grupo de gente que me dijo "estuve viendo los primeros veinte minutos y ¡qué putada! esto va camino de la tragedia social; respiré en el momento en que comenzó la subida del Payares". Es un comentario real. Sin duda hubiese sido una historia muy distinta de haberla conducido por esa línea. Pero la mayoría coincide conmigo en que ha sido un acierto haber compaginado lo cómico con lo trágico.

A nivel de españoles yo siempre fui de los de Berlanga. Colomo está más vinculado a un cierto tipo de comedia urbana y no me siento muy próximo a ella, pero lo considero un director de gran talento y que me cuenta historias que me interesan. Los años cincuenta y sesenta de Berlanga son una referencia obligada, el apogeo del maestro. Pero, vuelvo a Italia, de tener que citar una figura clave me quedo con Fellini.

I.: Cuatro años entre Solas en la tierra y ¡Pídele cuentas al Rey! Cuatro años dándole vueltas a un guión.

Q.: El punto de partida de esta película es mío, el argumento original, los primeros borradores del guión. Pienso que es positiva la vinculación del director con el guión, el que sea en buena parte suya también la historia. Creo que el director debe de firmar el guión siempre que sea en cierta medida culpable de la historia que se cuenta y de que se lleve adelante. Pero, considero también que en el guión deben de participar más personas, siempre con la coordinación y bajo el punto de vista del director. Sobre todo en casos como éste donde es el director quien conoce el tema. En mi caso fue además muy importante que participasen otros guionistas como Alicia Luna y Clara Pérez Escribá. No sólo es importante conocer una historia para contarla, hay que saber estructurarla, barajar diversas posibilidades. Sigo siendo muy amigo de ir contando cosas y que tú, por ejemplo, me digas qué te parece. De intercambios así me surgen otras ideas. Es importante y muy necesario que no sólo el director esté detrás del guión, es bueno el concurso de más gente. Eso sí, también soy partidario de que si un director recibe un guión y se plantea dirigirlo sin más quienes deben de firmar el guión son exclusivamente los guionistas nada más.

I.: Entonces, ¿cuánto le debe esta película a Alicia Luna?

Q.: Mucho, muchísimo, no podría hablar en porcentajes...

I.: ¿Cómo se lleva la relación de elaborar un guión con tu propia mujer?

Q.: No lo sé, pero ahí está. Ella es muy buena dialoguista y se nota porque en ¡Pídele cuentas al Rey! los diálogos son muy realistas. También estructura muy bien y eso se advierte en la película. En las conversaciones de los mineros utilicé el asturiano y ella le dio soltura a su forma de expresarse. Además, tiene gags muy brillantes. Recuerdo, parte a parte del guión, de quién son unos y otros, y el peso de Alicia no tiene comparación. Pero, también pienso que Alicia Luna no es sólo importante como coguionista, sino que podría decir sin error que gracias a ella en definitiva salieron adelante Solas en la tierra y ¡Pídele cuentas al Rey! Yo tenía una idea en la cabeza, yo decía esto y lo otro, y veía imágenes en un lado y en otro, y ella es quién tiene claro qué es lo que hay que hacer. Esto es lo que tienes que hacer, ¡adelante! Y así surge Solas en la tierra. Y luego, en la película ella consideró que era una historia especial. Estoy constantemente con historias en la cabeza y es ella quién me dice que la mayoría no valen para nada. Ahora tengo una historia y un guión que se titula El armario y es Alicia quien lo rescata y quien le está dando un repaso y potenciando. Se trata de una comedia de enredo, pura y dura. De enredo, sin más, sin componentes sociales, nada que ver con esto. Es una buena historia. O quizás lo sea después de que pase por las manos de Alicia. Es una persona con grandes ideas. Pienso además que la labor de una película es desde el inicio una labor de equipo.

I.: ¿Y para cuándo el documental sobre tu abuela? Una historia sobre la que llevas dándole vueltas un montón de años y sobre la que ya tienes muchas cosas adelantadas.

Q.: Es una historia que me encanta. Como sabes, la tengo grabada en vídeo doméstico. Pretendo ahora rescatar todo el documento y hacer un montaje. Podría hacerlo con una pequeña subvención. Creo que es un documento interesante aquí en Asturies. Se necesita muy poco dinero. Tiene el interés de mostrar una forma de expresarse, el empleo de su lengua, la manera en que cuenta las historias y las propias historias. A nivel nacional tendría que incorporarle subtítulos. Los testimonios de la abuela quieren reflejar como es un personaje de principios de siglo, qué piensa de su entorno, del papel de la mujer y, sobre todo, su forma de hablar. Su habla tiene el acento particular del lugar donde yo nací. Es parte de mi memoria. Pero, también es parte de la memoria de esta tierra.

I.: También ¡Pídele cuentas al Rey! va a pasar a ser parte de la memoria de esta tierra.

Q.: Pienso que la película, además de gustar, va a satisfacer en Asturies. No sé desde el punto de vista de la crítica puntual y puntilloso. Algo dirán de determinadas situaciones y determinados personajes. Pero, es cierto que hay que estar alerta a ese tipo de críticas, porque puede resultar que están diciendo que les gustaría estar viendo otra cosa, pero también pueden estar apuntando algo interesante. Para aquellos no es ni siquiera mejor haber hecho otra película. Tienen suficiente con ésta, incorporando lo de que esto debería ser esto otro y aquello cualquier otra cosa. Sería otra película. Una película que nunca va a ser, realmente.

Una crítica reciente que me gustó recordaba que el que quiera ver una película de lucha, de compromiso social, de cine comprometido... está equivocado si viene a ésta. Es una película de emociones, de retratos sociales, de momentos... y eso creo que es lo acertado. Pero, también pienso que si ¡Pídele cuentas al Rey! funciona bien sí va a beneficiar a películas y a guiones que tengan que ver con esta tierra y con la minería, de hecho ya están en proyecto algunas en este sentido. Esto ocurre siempre y es bueno aprovecharse de ello. Completamente aparte de lo interesante que puedan ser por sí mismas. Es necesario abrir un camino y que a este carro se apunten cuántas más historias mejor. Tenemos muchas historias que contar en Asturies y desde Asturies. Historias que son universales.

I.: A lo largo de dos meses de rodaje he ido contando un montón de cosas en el diario que fue publicando La Nueva España, pero tú sabes que hubo otro montón de cosas que me fue quedando en el tintero. Sobre todo los aspectos negativos, los momentos de tensión. Hay que darse cuenta que se iba publicando semana a semana y los propios protagonistas leían el día a día. Esto influía en el rodaje. Yo lo notaba. Incidir excesivamente sobre aspectos negativos no creo que hubiese aportado gran cosa al rodaje. Aunque algunas pinceladas fueron suficientes como para que todo el mundo se diese cuenta que aquello no era un camino de rosas. Hagamos un breve repaso, volvamos a la segunda o tercera semana de rodaje, ¿cómo se llevan veinte días de director novel frente a veinte años ante las cámaras de un actor como Antonio Resines?

Q.: Creo que tener un actor estrella, entre comillas, un actor de mucho oficio, es un arma de doble filo, sobre todo para un nuevo realizador. Lo positivo es que te aporta cosas que tú no esperas y te facilita la tarea. Lo negativo es que no entiende ni se plantea entender tú forma de ver las cosas. Esto se lo escuché decir a John Cassavettes. También Gerard Gueguidian decía que no soportaba a los actores famosos porque te vuelven loco. La opción que él tomó fue la de rodar siempre con los mismos actores. En mi caso fue una experiencia agridulce, muy positiva de cara al desarrollo de la historia y negativa en la medida en que te lleva a una inseguridad, a dudar de lo que tú consideras o tienes en la cabeza. De cualquier forma, con todo aprendí muchísimo. He tenido en todo momento el consejo de personas y amigos que habían pasado por esto y con un actor como éste, no me pilló de sorpresa.

I.: En cambio, no encontré ni un mal momento ni un mal gesto de una actriz como Adriana Ozores a lo largo de todo el rodaje.

Q.: Claro. Esto es algo que también decía John Cassavettes: los buenos actores no necesitan en ningún momento ser dirigidos. No es función del director decirles constantemente a los actores qué es lo que tienen que hacer, sobre todo cuando ya te has pasado dos meses hablando con él y revisando punto por punto su parte del guión y las características de su personaje. Y lo ha entendido. Para mí dirigir es corregir y avanzar, que te aporten y aportar tú, incluso improvisar. Hay actores que no están por la labor, que no saben hacerlo, que están limitados por su propia inseguridad. Creo que el acierto de Adriana Ozores está ahí: te aporta cosas constantemente, entendía a la perfección su personaje, su seguridad era absoluta, es brillante. Y mira que era muy difícil su personaje porque era muy ambiguo. Tiene un papel protagonista pero sin tenerlo excesivamente. Antonio Resines tuvo problemas con el personaje, pero acabó resolviéndolos. Adriana Ozores tiene esa extraña magia de no sólo conocer el camino por el que pretendes llevarla, sino de ir poniendo hojas y flores a cada paso de ese camino.

I.: No sólo eso, sino que tiene en la película un sorprendente acento asturiano y, más concretamente, de Mieres.

Q.: Bueno, en eso es magnífica, Sabes que estuvo un tiempo por aquí, pero tampoco excesivamente. Pero rápidamente lo captó, los giros, los modismos, la misma colocación de los pronombres, la entonación. También el haberle presentado gente como vosotros, sugiriendo cosas, una ventaja con la que pocos actores y directores cuentan sobre la marcha. Adriana es, en este sentido, una esponja.

I.: Y nos queda el tercer miembro de la familia, el hijo de Lina y Fidel, de Adriana Ozores y Antonio Resines, que es tú propio hijo, vuestro hijo, de Alicia Luna y José Antonio Quirós. Delante de Nicolás, ¿cuándo se está en función de padre y cuándo de director?

Q.: Date cuenta que esto fue así gracias a Luis San Narciso. Después de haber visto muchísimos niños para este papel es él quien me dice tienes que fijarte en tú hijo: es el ideal, habla con la mirada, habla lo justo, no es pesado y creo que es muy disciplinado. Y efectivamente, me tocó sobrellevar las dos facetas y eso es duro: primero como padre, que no quería que el advirtiera los momentos tensos y duros del rodaje, y como director que tiene que sacar adelante la historia. Pero, ya viste que no tuve ni un solo problema con él. Era hablarle, puntualizarle algunas cosas y lo sacaba adelante en las primeras tomas. Lo que más me sorprendió de él fue que todo lo asimilaba y fue testigo de todo lo que ocurría. Se sintió muy bien a pesar de lo duro del rodaje. La clave de la buena interpretación de Nicolás fue el haber hablado con él, haberle dicho muy pocas cosas y haberlo puesto a prueba sin ser excesivo. Y ya ves como ha quedado.

I.: Sorprendente, sin duda. Me quedo, además, con una frase de Emma Penella en relación con las tensiones de rodaje y que denota la talla de artista que ella tiene. Un día de los peores de rodaje, comiendo en Ujo, hablando con ella de cosas, para lo que es una conversadora infatigable, y que te das cuenta que no perdía en ningún momento el hilo de lo que estaba ocurriendo y lo que otras conversaciones estaban tratando. En determinado momento impuso su voz de mando y cortó unas críticas negativas del modo más claro que puede hacerse: "oye, ya está bien de tocar los cojones a un director novel, sino entendéis lo que pretende hacer, hacedlo y callaros, él es el director, no lo olvidéis; bastante tiene con todo lo que tiene encima como para andar por detrás criticando a la ligera". Me pareció impresionante. El silencio se cortaba. Emma Penella es lo que se dice una actriz de carácter. Da gusto haber contado con ella.

Q.: Y eso que no era la persona con la que se había contado para el papel de madre de Resines. Pero, es curioso como las historias siempre vuelven a su cauce. En un primer momento si se había hablado de Emma Penella y al final resultó posible. Su personaje yo lo tenía claro desde el principio, luego hubo otra propuesta y estoy encantado con que al final terminase contando con ella. Me empeñé en que ella hiciese el personaje y creo que ha sido muy positivo. No sólo por lo que cuentas sino también por su propio papel en la película. Es una mujer de carácter y me hubiese gustado mucho haber extendido su personaje, pero en una película de estas características donde casi se bordea lo coral esto resultaba difícil. Yo tenía claro que no podía cambiar a Emma Penella, la quería como es, con su oficio y su carácter. Fue una experiencia muy gratificante. Me ha enseñado mucho.

I.: Además, en Asturies Emma Penella sigue siendo Ana Ozores, el personaje de La Regenta, de Gonzalo Suárez.

Q.: Sin duda, a pesar de la serie de televisión que tuvo por protagonista a Aitana Sánchez Gijón. Ya digo, insisto en que me gustó de Emma Penella el enfrentarme a una actriz con un carácter muy duro y muy marcado. Emma imprime ese carácter al personaje que desarrolla. En la película es claro.

I.: En Asturies hay otro personaje con unas características muy especiales, el sindicalista que interpreta Jesús Bonilla. No sé si será una imagen tan clara en otras partes, pero aquí, desde el mismo arranque de la película, la referencia va a ser José Ángel Fernández Villa, un sindicalista aún en activo, clave para entender la historia reciente de Asturies.

Q.: Lo cierto es que yo no busqué una relación tan directa entre el personaje de Jesús Bonilla y la persona de José Ángel Fernández Villa. Me interesaba la figura del sindicalista, tal y como se entiende aquí en las cuencas mineras. Resulta obligado que una referencia sea dicha persona. Pero no hay en ello ninguna crítica ni ninguna significación ideológica. A Jesús Bonilla le pedí que se dejase bigote por imprimir fuerza a su gesto. Buen número de sindicalistas que conozco lo tiene. En concreto, Villa también. Pero no es intencionado. Quizás esté más en relación con darle un cambio de imagen a Bonilla, que interviene con bigote en pocas películas. Y pienso que su personaje está realmente conseguido. Se entiende aquí y se entiende fuera.

I.: Tengo además que decirte que el libro La mina en el Cine, recientemente publicado, lleva un prólogo de José Ángel Fernández Villa y en él cita el reciente rodaje de ¡Pídele cuentas al Rey!, comentando que éste y otros filmes merecen apoyo porque, en suma, están contando y haciendo entender nuestra historia.

Q.: ¿No me digas? No lo sabía. Sinceramente, a mí me gustaría que viniese al estreno de la película. Pienso que entendería la historia que se está contando, fuera de otras connotaciones. Creo que el personaje del sindicalista interpretado por Bonilla es muy humano, lleno de contradicciones. En ningún momento negativo. Si es un personaje que me hubiese gustado desarrollar mucho más, pero me hubiese metido en otra película o en una película mucho más larga, y no era esa mi intención. Es un personaje dual y creo que es algo que debe de ocurrirle a muchos sindicalistas, que tienen que defender el derecho de los trabajadores en general y que ven que no pueden defender el derecho que le exige un amigo. Está al lado de su amigo y tiene que hacerle entender que no puede defenderle en todo. Le promete una cosa pero tampoco puede llevarlo a la práctica. Es también nuestra forma de ser y de actuar en nuestra sociedad, no creo que sea algo exclusivo de la figura del sindicalista.

I.: Más actores: Jesús Manquiña y Mercedes Castro, haciendo de matrimonio portugués, y Farid Fatmi, de marroquí.

Q.: A Manquiña lo tuve muy claro desde el principio, aunque también se barajó un actor portugués. La familia portuguesa está espléndida, no sólo el matrimonio, sino también sus hijos, maravillosos. Creo que, en general, en la película hay una apuesta por los personajes secundarios y de reparto. Me encantan.

I.: ¿No piensas que puede ser tachada de imagen estereotipada de Portugal la que representa la familia de Manquiña y Mercedes?

Q.: No, yo creo que los españoles seguimos teniendo muchos prejuicios. Ese "vete a tú país" que le dice el personaje de Fidel al padre portugués en un momento de la película, existe. Fidel representa al trabajador español para el que las fronteras existen. Algo que ya tiene superado el personaje de Manquiña, que ya se siente europeo y que como tal se expresa. El ya traspasó la barrera del localismo. Vi necesario plantear con ese enfrentamiento una reflexión sobre este tema. Es un simple apunte, pero creo que ha quedado suficientemente claro.

I.: Un último personaje importante: el vagabundo que interpreta Santiago Segura. Lo digo así y no sé si puedo siquiera decirlo: ¿qué ocurre para que en los créditos de la película cuando sale el vagabundo aparezca una X?

Q.: Eso son problemas de producción. Santiago Segura es actualmente uno de los actores más cotizados del cine europeo. Intervino en mí película porque le interesó el personaje y porque en todo momento había pensado en él como el vagabundo, la persona que se encuentra al margen de la sociedad. Pero, también, interviene en función de nuestra amistad y como colegas que somos desde el tiempo en que hacíamos cortometrajes. Desee mi punto de vista como director contar con Santiago Segura no es ningún reclamo publicitario, por eso que entiendo que no quiera aparecer siquiera en los créditos. Lo veía en ese papel y, una vez hecha, entiendo que ha sido un acierto. La gente reacciona positivamente ante su personaje. Una persona como Santiago Segura encaja en esta película como una aparición, como un momento, como una pincelada. Para mi no es interesante contar con Santiago Segura en la relación del reparto. Su interpretación es lo bastante pequeña como para no estarlo. Si el productor quiere ponerlo en los créditos tendrá sin duda que pagarle la cantidad que pide. Por nuestra amistad intervino en la película por una cantidad simbólica. Y cuando digo simbólica sé a lo que me refiero. Eso es un detalle de amistad. Yo no quería explotar su imagen. Creo que ya es acierto suficiente su intervención, el darle alma a su personaje, el ponerlo a prueba.

I.: No obstante, es un recurso muy bueno el de la X. Se va a correr la voz y la gente se va a quedar a leer los créditos para comprobarlo.

Q.: Claro que es un buen recurso. Él me pidió no aparecer en los títulos de crédito. Yo le dije que su personaje iba a aparecer, pero no así su nombre. El vagabundo representa algo muy claro en la película y a través de él hago un ejercicio de reflexión. Necesitaba sus dosis de transgresión, de alguien a quien se la suda la misma sociedad. Sus diálogos son parte de mis propias obsesiones. ¿Qué ocurriría si en este país o en cualquier país falla la Bolsa o hay una quiebra social y económica? Pues que sobrevivirían cuatro. Sin duda, Santiago Segura sería uno de ellos.

I.: Y también una larga serie de actores asturianos.

Q.: A mi me hubiese gustado meter todavía alguno más. Creo que tenemos una cantera cojonuda y que hay que tirar de ella: Fran Sariego, Eduardo Antuña, Alfonso Vallejo, Rosa Merás, Ana Villa, Trini Iglesias, Pedro Civera... Esos personajes le dan realismo a la película. Es lo que ocurre con el hecho de que Fran, Antuña y Vallejo hagan de compañeros de Resines. Hacen creíble al personaje de Fidel. Le dan veracidad, le adornan. Resultaría difícil de otra forma, tenemos demasiado ligado a Resines a series de televisión y a papeles ligeros. Nos creemos su personaje a partir de que también nos creemos a sus compañeros.

I.: Cuando inicias el rodaje te encuentras con un equipo cerrado, ya hecho. ¿Cómo influye esto en la película y cómo te influye a ti?

Q.: El equipo técnico fue impuesto en su mayoría por el productor. Alguna persona en la que yo había pensado no pudo ser, con lo que el equipo final se fue organizando con las sugerencias de Pedro Costa. Tiene la parte ventajosa desde mi punto de vista, que todo eso me llevó a descubrir gente y a recibir un importante aporte de cosas. En contra tiene el hecho de que no te conocen, no saben como eres y se establece una lucha de fuerzas difícil. Es muy duro: no te entienden y tu no los entiendes a ellos. Pero bueno, haber salido de esto y bien me parece un logro importante.

I.: Un pequeño héroe. Puedo decirlo yo que conocí los espíritus más negativos del equipo. No sabían que se las tenían que ver con un quirosano. Esa era mi ventaja con respecto a ellos. Yo sí la sabía. Hubo algunos que tardaron en darse cuenta. De todas formas, ¿qué trabajo es el que se hecha más de menos como apoyo a la hora de dirigir una película?

Q.: Sin duda, la figura del ayudante de dirección. Entiendo que tiene que ser una persona que entienda en todo momento al director, con todas sus manías, sus debilidades... es la figura que yo más eché de menos, sin despreciar en ningún momento a la persona con la que conté, a Nacho Gutiérrez, que en el aspecto laboral realizó un trabajo espléndido. Lo que no quita que yo siga reivindicando una relación más profunda. Sobre todo antes del inicio del rodaje. Eso es una lección que aprendí. El próximo ayudante de dirección con el que cuente tiene que ser un amigo o una persona con la que me compenetre desde mucho tiempo antes. Este tema me lo han comentado muchos compañeros realizadores que pasaron antes que yo por ello.

I.: Y se ve que muchos directores repiten con su ayudante de dirección, se establece una relación muy de confianza.

Q.: No obstante, a mí me gustaría repetir la experiencia con algunos del equipo.

I.: Pedro Costa comentó en los medios de comunicación que una película es del productor. Se metía muy especialmente con el llamado cine de autor. ¿Cómo se hace, pues, una película con alguien que tiene las cosas tan claras como Pedro Costa?

Q.: Pedro Costa es un enamorado del cine. Es una contradicción la suya, porque en el fondo si está apoyando ese tipo de cine. Pedro en todo momento se involucra en el proyecto. Yo tengo que decir que, con todos los enfrentamientos que tuvimos, para una ópera prima como la mía, la intervención de Pedro Costa como productor es realmente buena. Tiene las obsesiones típicas de todo productor, pero creo que en general contar con él es algo que interesa a un nuevo realizador como yo porque sabes que te va a mimar la historia, que la va a cuidar en todo momento. Al final puedo decir que no hay nada en la película que se haya montado en contra de mi opinión. Todo aquello que en rodaje no estuve conforme con ello fue desechado en la mesa de montaje. Si hay cosas, no obstante, que se puede decir que son un aporte del productor. Su consejo es bueno, en líneas generales. Es interesante contar con su experiencia. Se establece entonces una colaboración, sin duda tensa, pero positiva. Yo creo que él como productor tiene que defender en todo momento la producción. Y sabe hacerlo. Le interesa la película y tiene que hacerlo. No vería positivamente la opción de un productor que no se involucrara en una película, especialmente en una ópera prima. Hay cosas que te descartan, pero pienso que eso es inevitable. Es algo general. Truffaut decía que un cuarenta por ciento de una película son sueños realizados y un sesenta por ciento son frustraciones. Yo soy bastante más optimista. Pienso que un productor tiene que formar parte de la película, desde el principio al fin. El director tiene que contar con libertad, pero nunca está de más ese control necesario que debe de ejercer la figura de un productor.

I.: O sea que la película se rescribe de nuevo en la mesa de montaje.

Q.: Bueno, si no hay materia prima es difícil. Pero si tienes la suerte de contar, como yo, con un montador con cierta sensibilidad la película gana muchísimo. Si además tienes un productor que cuida la historia, que le interesa la historia y que te sugiere cosas positivas, gana aún más. En la balanza de intervenciones en esta película compruebo que el peso es positivo. Si la hubiese visto negativa hace tiempo que me hubiese retirado. La película está ahí. Compruebo que sus imágenes están muy próximas a lo que pretendí contar desde el primer momento y a toda mi obra anterior, tanto en documentales como en cortometrajes. En cambio, hay apuntes que son obra de la sugerencia directa de Pedro Costa: el caso de las intervenciones de la guardia civil.

I.: Una fijación suya que puede rastrearse en toda su filmografía.

Q.: Sí. Decía: "A este tío hay que detenerlo, tienes que llevarlo un poco más al límite". Se barajaron varias situaciones y su sugerencia con respecto a la intervención de la guardia civil ahí está. A Pedro Costa le hubiese gustado ser todavía más agresivo. Yo planteé una guardia civil de hoy en día, no de los tiempos de El caso Almería. Fue una discusión enriquecedora. Prueba de que la historia tiene poco que ver con las que le son propias a Pedro Costa es que no hay ningún crimen en la película.

I.: No sólo crímenes, sino ni siquiera ambientes sórdidos. No sólo en sus películas, sino también en sus producciones.

Q.: Es inevitable que un productor con personalidad ponga su sello en una película. Pero, en general, y contra la opinión que antes comentabas, la película es del director. Las sugerencias no son sólo del productor. En este caso ha sido de un equipo amplio. Tú estuviste en él y tú lo sabes porque lo viviste desde fuera y desde dentro. Entendiendo también que el productor es el dueño de la película.

I.: Nos queda hablar de la música. Un tema al que continuamos dándole vueltas estos días.

Q.: Había un tema al que le daba vueltas desde el principio de la historia y que lo traté muchas veces contigo: el de la música tradicional en esta película. Yo veía una historia necesitada en muchos momentos de música emotiva. Y tenía el sonido de la gaita claro, como parte del sonido de la tierra. Ahora parece más evidente con el auge de la gaita en este último año, pero entonces no estaba tan claro. Y canciones, muchas canciones, las que nos cantaba nuestra madre de pequeños y las que escuchábamos en los bares cuando había tertulia y ganas de juerga. Creo que la música compuesta por Juan Carlos Cuello ha quedado magnífica y el hilo conductor que establece La trova del mineru de la Asturiana Mining Company es excepcional. Es un comentario generalizado al final de la película: todo el mundo se queda con algo de la melodía. Cuando inicio una historia para mi es inevitable pensar ya en la música, alguna canción, una referencia sonora. Esta música tiene que ver con la tierra, el desarraigo, la aventura... y los momentos emotivos que necesitaba recalcar se han visto recompensados con una banda sonora impresionante. No me gusta utilizar la música subrayando la imagen, aunque en este caso era tan buena la música que podía haber caído en ello. Creo que se compenetran perfectamente, que se hacen necesarias la una de la otra. Veremos como queda su resultado en el CD con la banda sonora, donde podamos degustarla sin el soporte de las imágenes.

De todas formas, hay momentos en que, sobre la mesa de montaje, vimos necesaria la desaparición de la música, porque las imágenes eran por sí solas suficientemente expresivas. Es el caso de la salida del cadáver de la mina, cuando se avalanza sobre él su viuda. El grito desgarrado de ¡puta mina! no necesita de ningún elemento más. Para llegar a esto hay que saber mirar las imágenes fríamente y entender que no se necesitan más que por sí mismas. Existía una música concreta para subrayar ese momento y al final no se utilizó. Por eso es buena rescatar también en la banda original de la película esos descartes. Porque no dejan también de ser parte de la película.

I.: Y nada más, seguro que nos quedan muchas más cosas, pero prometí que sólo emplearía una cinta de una hora de duración y apenas quedan unos segundos. No queda tiempo siquiera para una reflexión final.

Q.: Reflexionaremos comiendo.

Miércoles 12 de enero.

Recibí el trayler de la película por la mañana y lo pasé hace un rato en primicia por Cuencas Mineras Televisión, dentro de mi programa La Lámpara. Me acompañaron en la presentación, Íñigo, del programa Cinerama, y José Manuel García, ya que aprovechamos para presentar las canciones de la grabación.

Apenas un minuto de duración. A mi modo de ver no corresponde con lo que yo sé que es la película. Lo ha realizado Quirós. Posiblemente ése sea el problema. Lo que él piensa que es la película no es exactamente lo que es la película. Incide mucho en la primera parte y se olvida de que un trayler es un anuncio publicitario y que debería haber incidido en los aspectos de comedia. Pero, en fin, ya está hecho. Acabo de colgar al teléfono con Quirós. Me pregunta si tengo noticias de Nieves de Alta Films sobre el diario de rodaje. Ya están mandados los textos y, si me da tiempo esta noche, dejaré seleccionadas las fotos. De todas formas le comento a Quirós la mala sensación que tengo sobre la publicación del diario: al desinterés generalizado en la productora (una única conversación concreta a finales del año pasado con Pedro Costa), se le añade el desastre organizativo de la editora. En resumen: Quirós, apáñatelas como puedas; es a ti a quien más interesa que el libro esté en la calle.

Viernes 14 de enero.

Recibo la primera copia de imprenta de Les Cuarenta Principales. Como apenas he mirado para él detecto una larga serie de errores. Ninguno excesivo. Pero, entre todos, afean un poco el producto final. Por lo menos en la medida en que a mi me gustan las cosas. Un ejemplo: a la partitura de Alberto Varillas de Vaqueirina, vaqueira le falta una línea de pentagrama. Es el más grave de todos.Michael Lee Wolfe acaba de llegar de Florida. Le doy los contratos que me enviaron los de Sintonía con relación a las canciones que incluimos en la banda sonora de la película y las que van en el CD. No está de acuerdo en firmar los contratos de edición musical. Perfecto. Dejo el tema en sus manos. Aunque los temas del CD van producidos por mi, comento a Juan Carlos Cuello que Michael es mi representante y que cualquier tema de firma y demás tiene que ser tratado con él. Ya tenía ganas de dar la lata en algún punto.

Lunes 17 de enero

Tomás Díez, de Fonomusic, me comenta que él ya tiene los contratos firmados con Fonomusic y que puede sacar el disco cuando quiera. Le digo que Michael no firma los contratos en las condiciones en que fueron emitidos. Da la sensación de que además de puta tenemos que poner la cama. Si tiene firmado el contrato, que saque el disco.

Martes 18 de enero.

Bartolomé Espadalé, director general y presidente de Sintonía, le envía un fax a Michael en relación con los contratos. En resumen viene a decirle que lo de incluir dos nuevos temas en el CD que fue una cuestión mía y que ellos no intervinieron en nada. Y, en plan ultimatum, que si no se le envían los contratos firmados que el disco no saldrá y que se rompen nuestras relaciones. Hablé con Michael. La contestación es simple: Sr. Espadalé, usted mismo. A estas alturas ya nos da lo mismo. Tomás Díez, no obstante, dice que sacará el disco.

Miércoles 19 de enero.

Bartolomé Espadalé llama a Tomás Díez para decirle que pare la edición del disco. Tomás llama preocupado. Le digo que se ponga en contacto con Michael. Éxito total en la presentación de Les Cuarenta Principales. Todos los comentarios son buenos. Nos lo quitan de las manos.


Jueves 20 de enero.

Tomás Díez le da un ultimatum a Michael hasta las seis de la tarde. Los contratos siguen sin firmar. Y ya son las once de la noche.

Viernes 21 de enero.

Hablo con Quirós y le cuento como va toda esta historia. No se lo cree. Ni él ni nadie. A media tarde me llama Juan Carlos Cuello. Lleva toda la semana con gripe en la cama y no estaba enterado de cómo habían ido las negociaciones de estos últimos días. Él particularmente tiene interés en que el disco salga a la calle. Hablamos sobre el problema de fondo. Viene a decirme que él tampoco tiene nada que ver con que se hayan añadido dos canciones más. Le digo que me da lo mismo. El problema surge a partir de en qué condiciones quieren hacernos firmar los contratos con relación a esas dos canciones más La trova del mineru. Está bien que los cedamos, pero los derechos siguen siendo nuestros. Le digo que no tengo el más mínimo problema en correr con los gastos de la producción de tales canciones, como si me diera la gana del disco entero, pero que no vamos a ceder en cuanto a lo que esas canciones generen.

Lunes 24 de enero.

Michael recibió nuevos contratos de Sintonía ajustándose a lo que él había hablado la semana pasada y sin firmar nada en relación a la edición musical. En esas condiciones Michael está a favor de firmarlos y así se lo comenta a Tomás Díez. Termina, pues, una semana de tensiones. La banda sonora tiene el camino despejado.

Viernes 28 de enero.

Envié a primeros de enero la copia definitiva de este diario. Les había dicho que cuando me enviaran las pruebas para la corrección que les añadiría los comentarios finales. Iban pasando los días y prácticamente me había olvidado. Entre los problemas con Sintonía y Fonomusic, la edición de Les Cuarenta Principales y que estoy metido de lleno en las XII Jornadas Internacionales de Montaña, se me había pasado. Ayer me llamó Quirós y ya me comentó que había problemas. El libro iba a publicarse con una subvención y algo ha pasado con ella. Le digo en plan de broma que seguramente se la habrán gastado en otra cosa. Parece ser que acerté. De todas formas, conmigo no se ha puesto en contacto nadie, ni de Alta Films ni de Pedro Costa, P.C. Hace un rato me acaba de llamar Nieves, de Alta Films, para confirmarme las palabras de Quirós. Me da la disculpa del tema presupuestario. Le digo que no se preocupe, que lo entiendo, que conozco el asunto. Entre su conversación y la mantenida con Quirós advierto que hay algo más. En resumen rápido: a través del diario no doy una visión del todo positiva de la película y su rodaje. Seguramente es cierto. Me da lo mismo. A ambos les comenté algo que es cierto: si me apetece lo publicaré yo por mi cuenta (y posiblemente con mejores medios) o lo pondré a disposición de todo el mundo a través de mi página de internet, con lo que sin duda su alcance será mayor (algo que, de todas formas, tenía previsto hacer). Quirós, no obstante, está preocupado. Pienso que a él como director, más que a mi, le habría interesado que se publicara un diario de rodaje sobre su primera película. De sobra sabe con quien a estado tratando. No sé de qué se extraña. La película se estrena, por fin, en el Teatro Campoamor de Oviedo el lunes 7 de febrero. Se plantea que dos horas antes haya un pase para figuración en el Cine Esperanza de Mieres. Todos contentos.

Lunes 31 de enero.

El estreno va a llevarse a cabo en El Teatro Campoamor. En exclusiva. El Ayuntamiento de Oviedo pone problemas para que se realice en Mieres. El Ayuntamiento de Oviedo tiene la última palabra. El Ayuntamiento de Mieres no opina. En verdad, no sabe / no contesta. Ni se enteró de que se estaba discutiendo sobre esta posibilidad. Martín Cabañas nos llama desde la productora de Pedro Costa para que le enviemos una lista con las invitaciones que consideramos imprescindibles para el estreno. Entre Rosa Trapiello y yo elaboramos uno mínimo, con las estrictamente necesarias para nosotros. Pero le comentamos que son necesarias unas cuantas más con el fin de corresponder con una serie de gente que colaboró desinteresadamente en diversos momentos del rodaje de la película. Como entendemos que a Martín le va a dar lo mismo quedar bien que quedar mal, hablamos

con Quirós y se lo comentamos. De lo que dice Quirós a lo que apunta Martín, como era de suponer, hay un mundo. Sobre la publicación del diario de rodaje intuyo que la suerte está echada. Como era de prever, Pedro Costa no da la cara. Le comento a Quirós que intuyo que esa va a ser su actitud de ahora en adelante.