Lunes
12 de julio.
Amanece de tormenta. La convocatoria es a medio día en un páramo de Guadalajara
azotado por el viento solano. Perfecto para rodar Mad Max o una de sus secuelas.
Cuando el sol se abre paso entre las nubes no hay una sombra bajo la que
buscar cobijo. |
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El
viento se encarga de desvencijar el parasol, mientras Miguel Puertas corre
tras él ayudado por dos guardias civiles, en funciones de auxiliares de
producción. Comienza el rodaje con una pequeña queja de Adriana Ozores.
Han entregado una nueva versión del guión con las secuencias de hoy y hay
bastantes variaciones. Una mujer de teatro como ella se trae bien aprendido
su papel. En pocos minutos ya se ha hecho a los cambios. Aprovecho para
entregar el "hachu" recién traido de Asturias a Antonio Resines. "Nos ha
jodío, esto es un hachu de verdad", aprueba. Se rueda el encuentro de Resines,
Adriana y Nicolás, con la familia protuguesa que se les quiere unir camino
de Madrid. Manuel Manquiña y Mercedes Castro hacen de padres de Sara Illana
y Abel Arias. Bordan el acento de Bragança. Hoy quien triplica su trabajo
es Idoya, la cuidadora de Nicolás. Mar Bardavío y Ángeles Gil dan los últimos
toques a la ropa. Gege Godoy y María Bullido recomponen el maquillaje entre
el sudor. Manquiña está encantado con su chandal y su camiseta de currante.
El sol de julio acaba siendo aterrador. Abel, con tres años guerreros, encabeza
la protesta: "Yo no trabajo más". El despliegue de cariño por parte de Mercedes,
en su papel de madre, de Jota Jota como suministrador de Coca Colas, y la
paciencia de Sara, como hermana real y hermana en la secuencia, sirvieron
para convencerle.
Martes 13
de julio.
Seguimos en Guadalajara. Si ayer hacía calor, hoy ya no tiene nombre. Margarita
Fernández anuda a la frente un pañuelo. Gustavo de la Fuente resopla claqueta
en mano. A José Ángel Cabañas le suda hasta el micro con auriculares que
lleva en la cabeza.Unos pocos árboles a la salida de Alovera nos dan la
vida. A la solana quedan los que entran en la secuencia: la familia Fernández
que viene por el arcén de la carretera general, un grupo de pasajeros que
se sube a un ALSA y la familia portuguesa que está siendo arrestada a las
afueras del pueblo por la guardia civil. Sara y Abel, desde la ventana del
furgón, apuntan un adiós triste con la mano a Nicolás. Después de comer
Idoya vigila la siesta de los pequeños. Apenas treinta minutos. Hora y media
después no han empezado a rodar. Idoya hace una llamada de atención sobre
la falta de consideración para con los niños. Se rueda la secuencia en que
va en tractor la familia portuguesa. Eso los salva. Nicolás, no obstante,
va a pie. Cuando el día va cayendo nos vamos hacia un descampado más atroz
que los visitados. Por parajes como éste se rodó Doctor Zhivago simulando
Siberia. Ahora podría rodarse la acampada previa a la conquista de Ácaba
en Lawrence de Arabia. El sol está muy bajo y las sombras se alargan. Se
comenta que esta toma no va a servir.
Miércoles
14 de julio.
Un piso del barrio de la Estrella, al pie de la M30, hace las veces de la
casa de Adriana y Resines en Figareo (Mieres). Julio Madurga se ve limitado
a rodar en un hall de 1,5 m2. El contraplano se hará en el descansillo de
la escalera, de apenas un metro. Las paredes de la casa están llenas de
referencias mineras y locales asturianas. Adriana está de regreso, mientras
Resines continúa en solitario hacia Madrid. Jesús Bonilla se acerca a casa
para echar una mano en lo que se pueda. O en lo que caiga. En un descanso,
Daniel Fotrrodona me graba mientras canto "Borrachu m'acosté anoche". Se
cuenta con gente del Centro Asturiano para interpretarla en la secuencia
correspondiente. Urko Garai no quiere reirse, pero le delata el brillo de
los ojos. Eva Díaz, como asturiana que es, se ríe más descaradamente.
Jueves 15
de julio.
Hablo con Juan Carlos Cuello sobre la grabación de ayer de la canción. Quedamos
en vernos a final de mes, cuando vaya más avanzado el rodaje, para intercambiar
opiniones sobre música tradicional a emplear en la película. El calor abate
a mil quinientos metros de altitud en la recta segoviana de El Espinar,
por la antigua N-630, a un paso del Puerto del Guadarrama. Adriana y Nicolás
regresan con Bonilla. A Resines le quedan un par de etapas para entrar en
Madrid. |
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Viernes
16 de julio.
Se despiden del rodaje Emma Penella y Bonilla. Se ruedan las escenas de
los juzgados, cuando se paga la fianza de Resines para salir de la cárcel,
y del hospital, cuando Adriana visita a su padre, Manuel Alexandre. Se emplea
la Ciudad Escolar de San Fernando, |
camino
de Colmenar Viejo, y el Departamento de Lencería se acondiciona como habitación
del centro sanitario. En un momento del rodaje un grupo bastante numeroso
de albanokosovares pasa por el medio. Resines acababa de decirle a Bonilla
que el moro iba a ser deportado por su culpa. La realidad, de nuevo y cada
vez con más insistencia, desborda en dureza.
Sábado
17 de julio.
Estamos convocados en un bar de Valdemingómez, por la autovía de Valencia.
Me pierdo y sale a mi encuentro Martín Cabañas. El pueblo -o lo que sea
esto-, es una muestra única del cuarto mundo, bordeando un antiguo vertedero.
Si el pueblo es único, el bar Chanete no tiene igual. Se anuncia como terraza
de verano. Hay que tener muchas tablas en geografía de suburbio para conseguir
encontrarlo. Le hubiese encantado al primer Almodóvar. Inmersión total en
la cultura lolailo. Los murales de la pared de estilo kich titanlux: una
virgen dolorosa cubierta en lágrimas; Adán y Eva a punto de comerse la manzana;
y haasta una parodia en cómic del propio Martín que Resines se encarga en
descubrir en una columna. Mecheros, llaveros, botellas de todos los anises
y un futbolín. De camarero y macarra, todo en uno, el asturiano Vicente
Colomar. A primera hora de la mañana se presenta el dueño del bar con aire
de pocos amigos. Lleva una barra de hierro de un metro en las manos. Quería
saber cuánto se le había pagado a su arrendatario por el permiso de rodaje.
Otro con deudas pendientes. Cuando todo termina se quedan jugándose unas
cervezas al futbolín Pedro Costa y Miguel Ángel Cárdenas contra Resines
y Nacho Gutiérrez. Juan Francisco Cuadrado, un extra con aire de cliente
del bar de toda la vida, me da su dirección para que le envíe una foto.
Me suena su cara. Se lo digo. "Soy el que desaparece en el anuncio del Galloper".
Si él lo dice...
Domingo 18 de julio.
Nada como la fresca del amanecer. Yo sigo con calor pero aquí los hay que
ya llevan chaqueta. El equipo de rodaje está convocado para las seis de
la mañana en el Busvao, el carril central de entrada a Madrid por la autovía
que viene de Asturias. Las caras de sueño son evidentes. Alguno está de
doblete. Hay permiso de rodaje entre las siete y las nueve. El espectáculo
merece la pena. Resines, vestido de minero, con el "hachu" en la mano y
tocado de casco y lámpara, camina a paso firme hacia Madrid.
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Le escoltan en moto dos guardias civiles y un buen puñado de periodistas.
Una de las tomas se rueda en el punto donde dos días antes se desprendió
una marquesina señalizadora y produjo dos muertos. Los hierros retorcidos
siguen en el arcén. A la nueve y media se abre el Busvao. Concluye una semana
completa. Mañana descanso. |
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