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El Batán

2013 / 02 / 13 - La Nueva España

El Batán

Hace 50 años un plan urbano de Mieres apoyado por lo más reaccionario del franquismo de la época y contestado en la prensa por un importante colectivo de mierenses convirtió los terrenos de El Batán en suelo industrial. Desde entonces Mieres es ese sitio espantoso que queda detrás de un lavadero de carbón. Gracias a la autovía la gente pasa de largo. Los niños se asoman a las ventanillas con caras de asombro: si existe un lugar donde habite el hombre del saco ese debe de ser Mieres.

¿Qué imagen te queda de Mieres cuando lo cruzas? Vengas de donde vengas. Aunque, si bajas por la autovía minera, es aún peor. Un horrible lavadero, unos mazacotes grises y una cinta transportadora. Sobre fondo negro. Con una H de “Humillación” en lo alto para que se recuerde por siempre que este parche negro en medio del casco urbano de Mieres es una alegoría de su pasado, de su presente y, si nadie lo remedia, de su futuro.

El nuevo plan urbano planea que los próximos cincuenta años, por lo menos, no perdamos esa imagen de Mieres. No sabemos si habrá futuro para el carbón. Pero, lo que será fijo, es que no habrá futuro para Mieres. El futuro siempre es una cuestión, en primer lugar, de imagen. Y si nuestra imagen para los próximos cincuenta años va a ser una repetición de la que tuvimos los últimos cincuenta, futuro ninguno. Y, para colmo, si pasan unos cuantos más igual hasta nos lo declaran patrimonio industrial.

A esa imagen de mierda que tenemos pasando por la autovía sumémosle la imagen gloriosa que da entrar por Requexu viniendo de Muries, o entrar por La Peña viniendo de San Tiso, o entrar por Bazuelo viniendo de la entrada Mieres Sur o de Figareo, o entrar por el polígono viniendo del centro comercial vacío o del hospital más vacío todavía, o entrar por el polígono de Gonzalín viniendo por el Camino de Santiago…

Un día, en una entrevista televisada, para abrir conversación le dije a Esther Díaz, entonces candidata a la alcaldía de Llangréu, que si Sama y La Felguera seguían estando debajo de aquella nube asquerosa de humo que se ve bajando por Santu Miano. Ella, que era guerrera, me miró con cara de indignación contenida y me dijo: “Tu, ¿cuánto hace que no vienes a Llangréu?” Y, después, fuera de cámara, mientras veíamos unas imágenes, añadió: “Que te atrevas a decirme eso tu que vienes de Mieres”. Así de claro. Sama y La Felguera ya sabemos todos como son. Pero, sin duda, Mieres, aunque los de Mieres no lo sepamos, nos lo dicen a la cara todos los que nos ven desde fuera. Y no nos lo creemos. La prueba de ello es que nos da lo mismo seguir viviendo en un sitio así los próximos cincuenta años. Si queda alguien de aquí a entonces.




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