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Independencia

2012 / 09 / 10 - La Nueva España

Independencia

El ministro Soria comentó antes del verano la conveniencia de veranear este año en España. Le hice tanto caso como cuando Tito comentó lo mismo de Yugoslavia. Vino a decir algo así como que todos los paisajes de Europa se concentraban en Yugoslavia. Que no se necesitaba conocer nada más. Un año le hicimos caso: entramos por Eslovenia, bajamos por la costa croata hasta Montenegro, subimos por Sarajevo a Kosovo que era Serbia y de allí volvimos a la capital de Croacia y después a la de Eslovenia. Ahora todo eso son países independientes. En aquel viaje sólo nos quedó Macedonia. Ahora, también independiente. Aunque no la dejan llamarse Macedonia.

Yugoslavia era entonces un único país. Nuestros amigos eslovenos eran muy yugoslavos. En Croacia topamos con lo que pensamos era una boda y resultó ser una manifestación independentista antiserbia. En Montenegro, que eran entonces muy serbios, eran más yugoslavos que nadie. Kosovo era como la Teberga de las fotografías de los años cuarenta. A las afueras de Zagreb, una noche, los aviones volaban a ras de suelo y los tanques de un supuesto ejército yugoslavo ocuparon la ciudad. De regreso a Eslovenia, camino de Austria, todo seguía igual pero se palpaba la sensación de que todo había cambiado.

Mientras Yugoslavia solucionó sus problemas a tiros, Eslovaquia marcó la pauta de cómo marcharse de un país, Checoslovaquia, que ya no lo era. De los libros de geografía de mi hija a los de mi hijo cambiaron mucho las cosas. Tenemos 17 países nuevos en Europa y la historia continúa. Escocia vuelve a intentarlo. Córcega se cansa de Francia. Lo de Italia no tiene nombre: se inventa un país al norte, La Padania, con tal de no ser el sur. Transnistria de hecho ya no es Moldavia. En Alemania, Baviera tiene ganas de ser como Austria.

Este año recorrí la España que comentaba el ministro Soria con la sensación de estar recorriendo Yugoslavia. La tranquilidad era la misma. Las manifestaciones, también. Cantabria en fiestas, llena de banderas de España. El País Vasco esperando los resultados de estas elecciones para ir haciendo las maletas. La Navarra del norte se lo va a pensar seriamente. La del sur tendrá sus dudas. Aragón azorrona y calla, pero se sabe entre Pinto y Valdemoro. O sea, Cataluña. Y Valencia, que es Cataluña II. Y Baleares, que es Cataluña III.

Y regreso, después de siete mil kilómetros de coche entre julio, agosto y estos primeros días de septiembre, a Asturies. A los cuarteles de invierno. A nuestro particular Kosovo, la tierra en la que los serbios veneraban a su santina y siguen considerando que es la cuna de su patria. Y regreso tres días después del Día d’Asturies, porque no me vi con espíritu para estar y celebrar nada ese día.




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