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La llinia trazada de Marité

2012 / 06 / 23 - El Comercio

La llinia trazada de Marité

Cuenta con una voz más que personal, de timbre rotundo y amplia tesitura, que le permite acometer ornamentos vocales –lo que el lenguaje cotidiano de la tonada llama les vueltes- complicados, con una limpieza enorme. Pero, lo que la diferencia del resto de cantadores de su generación es el color de esta voz, de una intensidad y una presencia que sobrecoge. El mejor de los ejemplos podemos sentirlo en este disco con su versión impagable de “La Virxen de Covadonga”.

María Teresa González Soto llevaba tiempo con ganas de grabar este disco. Disponía de les tonaes, estaba en el buen momento de voz y llevaba tiempo detrás desde su último trabajo al lado del gaitero Vicente Prado, El Pravianu, allá hacia mediados de los años noventa. Una larga distancia entre ambos que nos sirve pa poder cotejar esos dos momentos y ser capaces de disfrutar de lo que su voz ha ganado en matices. Sobremanera si se tiene la posibilidad de echar la vista atrás y darle un repaso a lo que fuera el primer acercamiento suyo a la canción asturiana, con un single de cuatro canciones –una de ellas un solo de gaita de Julio Álvarez, que también la acompaña- de finales de los setenta.

He hablado en este escaso margen de dos grandes gaiteros y me falta hacerlo de quien lleva el mayor peso de este disco, Óscar Fernández, alguien a quien se le agradece que se tome tiempo en sus introducciones y que conozca a la cantadora y les tonaes hasta el extremo de conseguir que la voz y la gaita se junten de la manera que se puede comprobar en todas las piezas que van a gaita y voz, la mayoría. Impresionantes sus versiones conjuntas de “Nun sé qué siento mio Asturies”, “Tienes casa, tienes horru” y “La cabraliega”; magníficas las intros del “Paxarín parleru” –que Marité tanto gusta defender en los grandes concursos- y “En lo alto’l puertu Ventana” –que la convierte en mi pieza preferida del discu.

Y, como parte del espíritu del tiempo al que pertenece, Marité tiene ganas de hacer cosas diferentes y en ellas se deja acompañar por Fernando Malva, unas veces aproximándola a los sonidos más ligeros y otras arropándola para querer mostrarnos otras sonoridades, como comprobamos en su versión de “Campanines de mio aldea”.

La evolución de la canción asturiana a lo largo de los últimos cien años puede estudiarse siguiendo el hilo conductor de las voces femeninas, desde La Busdonga, Josefina y Diamantina, hasta llegar a finales del XX y primeros del XXI con representantes como María Teresa González Soto que sirven de referencia a toda una nueva generación a la que le toca hacerse un lugar en esta llinia trazada que es la asturianada.




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